Cuando Sally salió corriendo del calabozo, a Vetta solo le quedó reír mientras veía a Danika temblar de rodillas.
La esclava no puede hacer nada. El rey le dio permiso para torturar a Danika, y no hay nada que nadie pueda hacer al respecto.
Ella hizo una señal a los guardias para que dejaran de azotarla. Inclinaron sus cabezas. Contempló a Danika.
—Ves... hasta tu esclava a quién encantaste te ha dejado —dijo arrastrando las palabras mientras se acercaba a la esclava que tenía delante.
Danika apenas podía escuchar a la mujer. Todo le duele. Su espalda está en llamas. Su cuerpo ya no se siente como propio.
Lágrimas caían de sus ojos en oleadas, su cuerpo temblaba mientras la Señora reía y hablaba frente a ella.
—Disfrutaré haciendo esto contigo a diario. Torturarte es un placer especial. El rey ha sido demasiado indulgente contigo, habría dicho que lo hechizaste pero sé que el rey no es ningún don nadie a quien tu brujería funcionará —dijo Vetta.