La pareja de ancianos que los habían recibido con una cara de tristeza ahora se encontraban frunciendo el ceño y refunfuñando por las travesuras de su menor hijo, quién pestañeaba aturdido por la súbita interrupción de sus sueños. Hyunjun recostó su cabeza en el espaldar del sillón padeciendo la continua fantasía de un vórtice que daba vueltas, como efecto de la droga, y aun así sus padres le continuaban llamando la atención.El silencio incómodo reinó tan pronto como los gritos cesaron. Los guardias movían los dedos de sus manos con inquietud, esperando que se produjera alguna salida celestial los bendijera, mas su fé fue desplazada cuando los padres de Daewon notaron la presencia de un chico semi desnudo y herido en la la planta del pie. Pálidos del asombro, se miraron entre sí con un mar de palabras atoradas en sus gargantas.— Necesitaré tu ayuda, mamá.La madre asintió sin poder reaccionar. Lo siguió hasta la habitación dónde vio que recostó al jovencito en la cama y alzó el pie herido, mientras Shiwon seguía cerrando los ojos para evitar llorar.— ¿Podrías esterilizar las pinzas? —Se dirigió Daewon a su madre.— Si, si, voy de inmediato.Aún titubeando, la señora se apresuró a abrir el armario de su hijo sacando de los cajones una caja médica dónde estaban guardadas las pinzas. Tomó todo lo necesario y salió de la habitación.— Sujétate la pierna, no la bajes. —Recomendó a Shiwon.Asintió alzando su pierna, entrelazando sus manos alrededor de su muslo por detrás para evitar cansarse. Daewon caminó hacia al baño para desinfectar sus manos, previo a la colocación de guantes quirúrgicos y tomar algunos recipientes llenándolos con agua y algunos vendajes.— Sé que no es lo recomendable, pero ir al hospital ahora sería matarte.Mojó en el envase un trapo blanco para luego pasarlo por los alrededores de la herida sin tocar los vidrios incrustados. El frío del agua chocar con su piel estremecía a Shiwon, además de provocarle un tirante dolor que evitaba demostrar apretando los ojos y haciendo una mueca.La limpieza de la herida era necesaria para poder visualizar la profundidad en la que se encontraban los objetos, en este caso los cristales del vidrio. Daewon examinó la herida conforme quitaba los restos de suciedad, aunque lo poco que sabía de primeros auxilios le hacían dudar de la profundidad de la misma.— Eres muy fuerte, no has llorado.— No me halagues ahora. —Dijo apretando los dientes—. ¿Qué tan profunda está?— No es mucho, no hay signos de un desgarre profundo. Tienes suerte de no necesitar saturación, pero debiste decirme antes de subir al auto, pudo haber sido peor y se podría haber infectado.— No me dolió al inicio...ah, de hecho ni lo sentí. ¡Estaba más preocupado por mi vida!La frustración de Shiwon y la inquietante sensación de asimilar la realidad lo llenaba de nervios, no quería pensar en su decisión de guardar silencio; Daewon pudo comprender aquello viendo como el chico se cubría parte de la cara con el brazo mientras chirriaba sus dientes y apretaba el puño.Daewon terminó de limpiar la herida, dejando a un costado los trapos que había usado y el agua manchada de sangre con un poco de tierra. En el proceso su mirada no dejaba de enfocarse en la forma en la que el vidrio se había incrustado en la piel, con solo la imagen resultaba doloroso de imaginar, hasta tuvo la seguridad de compararlo con la sensación de una aguja siendo introducida en la piel. Y aquel cuerpo endeblucho lo había soportado bien, estaba sorprendido.Menos de unos minutos pasaron, cuando la señora entró a la habitación con unas pinzas esterilizadas y relucientes. Fue una imagen de horror para Shiwon.— Ya llegué. —Dirigió su mirada al pie levantado y sonrió aliviada por la poca sangre que sobresalía—. Tienes suerte, chico.— Ya limpié la herida. —Se apresuró a decir.— Bien. —La señora tenía también puesto un par de guantes—. Lo que voy a hacer es por tu bien, tu tranquilo.Shiwon miró a Daewon con temor. Espero recibir unas palmadas de esperanza o aún mejor, un consuelo físico que le disipara el temor, por el contrario a sus expectativas, recibió un trapo invadiendo su cavidad bucal callando sus últimas palabras.— Muérdelo si te duele mucho.La mujer sobo una crema extraña en su pie, lo frotó con cuidado por unos segundos, lo que hizo que sintiera un extraño adormecimiento y cuando estaba por cerrar sus ojos sintió el frío de las pinzas acercándose para quitar los pequeños vidrios. Shiwon mordió el trapo en su boca, sintiendo un dolor soportable, pero seguía esa sensación de incomodidad, y por la mirada de Daewon, supo que no tenía que moverse mucho. Lo peor fue cuando sintió como su piel era estirada por un vidrio incrustado, su garganta dejó salir un grito ahogado y Daewon pronto sujeto sus manos para que lo apretara, mientras la señora se concentraba en sacar el vidrio sin lastimarlo o traumar la piel.La mujer vendó la herida haciendo presión para evitar que la sangre siguiera saliendo, era normal esa reacción ante el desgarre de los tejidos por el vidrio.— Ya está. —Habló la señora levantándose de la silla que había puesto delante suya—. No hagas mucho esfuerzo, la cicatrización va a ser rápida porque eres joven, así que no te desesperes.La sonriente señora tomó las cosas sucias y con un movimiento de cabeza dejó a los chicos en la habitación. Daewon miró el pie vendado antes de recoger sus cosas y llevarlas al baño para limpiarlas con alcohol y poder guardarlas.— Gracias…— No hay de que. —Asintió—. No quisiera sonar como un maldito, pero, ¿Tus familiares viven cerca?— Ah…—Soltó en un quejido llevando sus brazos a su rostro—. No…vivo con algunas personas de la universidad.— Los jóvenes de hoy se cansan muy rápido de sus padres. —Bromeo regresando a la habitación para quitarse las botas—. De todos modos, quisiera contactarlos a ellos…verás, este lugar no será seguro en unas semanas.— Si, no hay problema. —Se sentó en la cama cubriéndose con el saco—. ¿Cómo supiste lo que pasaría?— Soy un voluntario militar. —Shiwon abrió los ojos, parecía de todo menos eso, no lo decía por su cuerpo, si no por lo bien cuidado que estaba su rostro—. Hace unos meses se inició la cuarentena obligatoria por la "influenza", luego ocurrió la pandemia del "Virus X".— Sé eso. —Interrumpió—. Las noticias están inundadas con los casos alrededor del mundo.— Las noticias dicen que es una enfermedad que inicia con la gripe, luego va el debilitamiento del cuerpo, lo que se supone que psicológicamente lleva a la irritación, luego la sensibilidad y por último el aislamiento. —Shiwon asintió—. Hace unos días tuve contacto con uno de los infectados, no era como decían en las noticias…— He escuchado que se vuelven agresivos...pero no creí que llegaran a ser de tal extremo.— No buscan pelea, buscan matar. Lo que están ocultando a la sociedad es peligroso…aquel infectado de esa noche... —Tragó saliva—. Mató a mi compañero…Shiwon sintió su cuerpo tensarse de solo recordar los cadáveres tirados en la discoteca, todos aquellos estaban siendo comidos como si fuera un final apocalíptico de bestias sin sacia. — Algunos de mis amigos que estuvieron en el momento tomaron medidas, este edificio fue notificado en unos días sobre aquellos comportamientos caníbales, ellos lo llamaron "zombis" y es el término del que me burle. —Suspiro cubriendo su cara con su mano como si reprimiera su enojo—. Y los malditos solo dicen "mantenlo en privado" …Los gruñidos que acompañaron a sus palabras demostraban un estado afligido de Daewon, seguido por unos casi imperceptibles temblores en las extremidades, como si estuviera siendo perturbado por algo o alguien. La vulnerabilidad ante sus ojos lo llamó a consolarlo, su corazón no pudo soportar tan nivel de caída de su acompañante, sin embargo, en el momento que rompió un centímetro de distancia, fue detenido por la mano del chico y su posterior caminata a la puerta de la habitación.— No te preocupes por mí, soy un militar y estoy haciendo mí deber. —Abrió la puerta dudando con sus dedos si apretar o no—. Te puedes quedar esta noche, cierra las cortinas y apaga la luz antes de que el sol se vaya.
Daewon salió de la habitación dejando a Shiwon con la mente atormentada y el corazón en la mano, su cuerpo estaba adolorido y quería vomitar ante las imágenes que se repetían en su cabeza, a pesar de querer olvidarlas, su mente era un asco para hacerle recordar. Se sentó al filo de la cama y luego tumbó su cuerpo fijando su mirada en el cuadro colgado en la pared dónde se veía a Daewon sonriendo junto a dos chicos vestidos con el uniforme militar.