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Chapter 2 - Capítulo 02.

Lo último que recuerdo antes de quedar inconsciente es que lloré, lloré hasta que ya no quedaron más lágrimas que soltar, lloré hasta quedarme sin voz, hasta que mi garganta quedó al rojo vivo y dolía pasar la saliva. Después de eso, todo se oscureció.

Esta vez ni siquiera hago un movimiento. Mis hombros se han entumecido, al igual que mis piernas, debido a la posición en la que estoy. La sangre en mi cuerpo no circula como debería.

Pero a este punto ya no me importa lo que pueda pasarle o no a mi cuerpo. Tal vez sería mejor si muriera sobre este viejo y maloliente colchón.

Sí, eso sería lo mejor.

—Adrian —susurro débilmente en la oscuridad, con la voz quebrada por las horas de llanto.

Duele cada recuerdo suyo que tengo en mi cabeza. Ya ni siquiera puedo permitirme derramar más lágrimas por él. Estoy débil. Mi garganta está seca y con un dolor horrible. Mi cuerpo tampoco creo que aguante más. No sé cuánto tiempo hace que estoy aquí, pero por el rugido en mi estómago sé que deben ser días.

Si no me mata el dolor, lo hará el hambre.

Intento levantar mi cabeza del colchón, pero estoy tan débil que ni siquiera puedo hacerlo. Mis párpados pesan y siento un dolor horrible de cabeza, como si una aguja se estuviera clavando en lo profundo de mi cerebro.

A pesar de todos esos recuerdos, una parte de mí no se ha desbloqueado; sigo sin saber dónde estoy o por qué estoy aquí. Cuando cierro los ojos, veo una sombra, un rostro sin forma que me eriza todo el cuerpo. Algo me dice que él estaba ahí, pero no hay nada más que eso. No sé quién es, ni si es real o si estoy comenzando a alucinar debido a la falta de agua y comida.

Pero algo me dice que él es real.

Todo pensamiento sobre quién es ese hombre se esfuma al oír unos pasos cerca. Me alerta de que alguien se está acercando. Mis ojos se abren con pánico, mirando a la oscuridad mientras resuena el tintineo de las llaves. Los pasos se detienen y escucho atentamente cómo abre la puerta. Todo lo que sé es que alguien está aquí. Sus pasos son silenciosos, o al menos lo intenta porque puedo escucharlo acercándose.

Su respiración es lenta y tranquila, como si esto fuera lo más normal del mundo. Tal vez incluso parece aburrido. Y eso no hace más que aumentar ese sentimiento de algo feo en mi interior, algo horrible.

No me muevo, ni siquiera sé si respiro.

Por las pisadas fuertes sé que es un hombre.

Y entonces algo hace clic en mi cabeza.

Es él.

El hombre sin rostro, la sombra de mis recuerdos.

Él está aquí.

Puedo sentirlo.

Tararea una melodía escalofriante que me hace estremecer y tragar con fuerza, lo que hace que mi garganta arda dolorosamente, pero aun así no hago ningún movimiento.

Su presencia imponente en esta habitación emana violencia y muerte; incluso desde aquí puedo sentirlo.

Sus pasos son lentos, sigue intentando hacer el menor ruido posible al caminar, pero igual los percibo claramente: el sonido sordo de sus zapatos golpeando el suelo, primero un paso, luego otro, y otro, hasta que se detiene.

Está jugando conmigo. Lo sé.

Mi corazón late con tanta fuerza que temo que él lo escuche, pero o no lo nota o no le importa. No sé cuál de las dos opciones es mejor, siendo sincero. A este punto, las palmas de mis manos comenzaron a sudar y unas gotas recorren mi frente.

Entonces sé, por la forma en que mi cuerpo se tensa salvajemente y los pelos de mi brazo se ponen de punta, que está justo frente a mí.

Él está observándome en silencio.

Puedo sentirlo, tal vez se esté imaginando lo que hará conmigo o cómo me matará.

Mi cuerpo está congelado, incluso mi respiración la contengo, como si eso pudiera evitar que me descubriera. Espero, con el corazón a punto de salirse de mi pecho, cuál será su próximo movimiento, qué hará conmigo.

Pero entonces lo escucho respirar pesadamente, y unos pasos lo siguen, alejándose. Cuando siento que se ha ido, suelto el aire de mis pulmones en una respiración temblorosa. Mi cuerpo se relaja un poco, pero entonces lo escucho: una voz gruesa y grave proveniente desde la puerta.

—Por fin despiertas —comenta en tono despreocupado, pero no paso por alto la burla en sus palabras, como si esto fuera divertido.