Su voz se repite en bucle dentro de mí cabeza que mi deja aturdido por algunos segundos, segundos en lo que él aprovecha y se acerca, ni siquiera lo noto, hasta que el colchón se hunde detrás de mí, es cuando me doy cuenta y reaccionó estúpidamente al sacudir mi cuerpo en un intento desesperado de escapar, de alejarme de él.
En medio de mi dolor lo escucho suspirar, y luego su voz se hace presente.
—Eso debe de doler así que quédate quieto o... —hace una pausa —te vas a lastimar.
No se porque pero lo escucho y mi cuerpo se va relajando, tal vez es porque tiene razón, si no me hubiera detenido me haría más daño a mi mismo. Siento como se mueve sobre el colchón y luego su mano está sobre las cadenas.
—Voy a soltarte para que puedas beber agua y comer algo —no hago ningún ruidos más que los jadeos que suelto al sentir como mueve mis muñecas. —sería realmente una desgracia que murieras por falta de agua o comida —puedo sentir por el sonido de su voz que está sonriendo.
Finalmente después de algunos segundos que los sentí eternos mis muñecas son liberadas, y el alivio recorre todo mi cuerpo. Mis hombros lloran de alegría y me lo agradecen, mientras siento que por fin puedo moverme sin que mi cuerpo sufra horriblemente.
—Bien —coloca una de sus manos sobre mí espalda baja y me ayuda a sentarme lo que casi hace que lo golpeé por la forma tan brusca en que lo hizo, me siento mareado y cansado pero de todas formas mantengo mi espalda lo más recta posible y no caer de vuelta sobre el colchón, o al menos lo intento.
Siento como su cuerpo se aleja del mio y se coloca frente a mí y retira el saco de mi cabeza lo que me hace cerrar los ojos con fuerza debido a la poca iluminación que hay en la habitación.
—Escucha con atención niño, si intentas alguna estupidez no dudes en que no me va a temblar la mano para poner una bala en tu cabeza.
Asiento débilmente, sin abrir los ojos.
—Comerás, beberás y si te portas bien dejaré que te des un baño, ¿entendido? —cuestiona y yo solo puedo asentir a todo lo que dice.
Una de sus manos me agarra de la barbilla con demasiada fuerza que siseo adolorido y mis ojos se abren, tratando de acostumbrarse a la luz.
—Dime entonces, ¿que harás?
Mi voz sale ronca y raspada cuando repito sus palabras:—Comer, beber, baño.
—Muy bien, eres un buen chico...
Pero no me importa nada más de lo que dice cuando mis ojos se enfocan en su rostro y el reconocimiento se refleja en mi mirada y no puedo evitar suspirar su nombre con temor.
—Nikolai...
Cualquier cosa que estuviera diciendo se corta, sus movimientos se detienen y me mira a la cara, con una sonrisa cínica en sus labios.
—Pero que encantador, así que sabes quién soy.
Huye.
Eso es todo en lo que puedo pensar mientras me observa como un depredador a su presa a punto de darse un festín.
Mi cabeza se sacude frenéticamente mientras me arrastro hacia atrás y caigo de espaldas sobre el colchón. No me importa y tampoco me detengo a pensar en lo que estoy haciendo; todo lo que sé es que debo huir de él. Unas manos me sujetan las piernas, el tacto sobre ellas arde. Pataleo, pero es imposible soltarme de su agarre, y todo pasa tan rápido que, en un movimiento inesperado, se coloca encima de mí, con sus piernas a cada lado de mi cadera. Su peso me presiona contra el colchón, impidiéndome moverme. Con una mano me rodea la garganta; no hace presión, pero sé que podría cortarme la respiración si quisiera. Mientras tanto, su mano libre golpea el colchón con fuerza cerca de mi cabeza.
Respiro pesadamente, con mis ojos abiertos de par en par, viendo fijamente su rostro tan cerca del mío, a escasos centímetros. El olor a pólvora y algo más inunda mis fosas nasales. Su aliento caliente golpea mis labios cuando gruñe con evidente irritación, y me estremezco
—¿Que demonios crees que haces? —escupe esas palabras con frialdad —Te lo advertí niño, que si hacías alguna estupidez estarías muerto.
Me obliga a mirarlo, con mi corazón latiendo frenéticamente, y mi piel ardiendo donde su tacto se presiona. Su mirada es fría mientras me mira.
—Intenta eso una vez más y considérate muerto, ¿te queda claro? —asiento asustado, pero no parece que sea suficiente para él porque gruñe —¡Responde, joder! ¿Te queda claro?
—S...sí.
Solo entonces su mirada se suaviza, sin embargo no aparta sus ojos de mi rostro, y eso hace que una sensación incómoda se instalé bajo mi piel. Me remuevo por lo intenso que son sus ojos al mirarme y parece que eso lo hace reaccionar, dándome una última mirada mientras se aleja, permitiéndome respirar por fin. Mi vista se clava en el techo de la habitación, intentando calmar mi agitación mientras que a lo lejos escucho sus pasos resonar.
Su nombre se repite en mi cabeza.
Nikolai.
Nikolai.
Nikolai.
Es él, es el hombre del que había escuchado en la mansión a escondidas, es el hombre del que había visto fotografías, el hombre del que Sam me había hablado, y dijeron que era peligroso, que no tiene piedad con sus víctimas, y puedo verlo, porque sí quisiera podría matarme pero, por alguna razón no lo hizo todavía.
Por alguna razón que desconozco este hombre peligroso me mantiene con vida.