19 de Septembris del año 453, Tercera Era.
Ciudad de Maraldí, Capital del Reino de Thatust
~ No cabe duda de que aquí es otro reino.
Pensó Christopher, al ver las murallas de la ciudad de Maraldí.
Sus muros lucen limpios, sus atalayas muestran las banderas del reino, el foso que rodea la ciudad presume con orgullo sus aguas cristalinas, mientras que, sus orillas son mantenidas libres de maleza.
A pesar de haber recorrido cerca de trescientas cincuenta millas romanas en solo diez días, Christopher solo piensa en tomarse un baño caliente y descansar tranquilamente. Y es que, desde el ataque de los gnomos en aquel puesto fronterizo, las noches no han sido muy tranquilas para él.
~ Ojalá y aquí no tenga problemas.
Ese era su pensamiento conforme se acercaba a la ciudad.
Incluso para su sorpresa, la gente que recorre esta ciudad amurallada se muestra un poco más amigable con los forasteros, incluso cuando atravesó el puente levadizo que cruza el foso defensivo de la ciudad, los soldados que la custodian no se mostraron sorprendidos por su presencia.
~ Buenos días, ¿Primera vez en la ciudad?
Le preguntaron a Christopher justo en la entrada de la ciudad.
~ Así es.
~ ¿Traes tú identificación del gremio?
~ ¿Identificación del gremio?
~ Así es, ¿acaso no eres un mercenario?
~ Aun no, pero es mi intensión serlo.
Respondió rápidamente Christopher, al notar que era posible volverse mercenario a través de un gremio
~ En ese caso deberás pasar con el oficial de registros para que te otorgue un pase provisional.
Le dijo el soldado mientras le señalaba con la mano una puerta cercana.
~ Muy bien.
Al dirigirse a la misma, empezó a observar hacia el interior de la ciudad.
Una especie de explanada o plaza se encontraba justamente en la entrada de la ciudad. Rodeada de edificios de piedra, la gran mayoría en sus niveles inferiores mostraban ser locales comerciales, así mismo, gente con diferentes atuendos recorría la plaza.
Justo en el momento en el que se preparaba para abrir la puerta, donde se encuentra el oficial de registros, su mirada se topó con algo, para sus ojos inaudito.
~ ¡Semihumanos!
Murmuró asombrado.
Y es que, en una de las esquinas de la plaza, dos personas con facciones caninas se encontraban descargando mercancía de una carreta. Christopher observaba maravillado, las orejas parecidas a los lobos que parecían brotar justo de detrás de sus sienes, mientras movían unas largas y ligeramente lanudas colas.
Aunque también notó el grillete que portaban en el cuello
~ ¡Esclavos!
Estaba mirándolos con curiosidad, cuando un soldado ataviado con una gorra de tres picos lo interrogó.
~ ¿Desea algo?
~ ¿Eh? ¡Ah! ¡Si!
Dijo tratando de recuperarse de su asombro.
~ Me dijeron que aquí podría tramitar un pase provisional.
El soldado lo observó por un momento.
~ Me imagino que no tienes una identificación de gremio.
~ Aun no, pero pienso hacerlo.
~ Muy bien, sígueme.
El soldado ingresó por la puerta, mientras Christopher ataba las riendas de sus caballos a un poste, y se adentraba hacia el interior.
Aquel lugar era una oficina, mostraba una bandera del reino en una de las paredes, un escritorio con algunos papiros y artículos de escritura, así como estantes llenos de libros y pergaminos.
~ Tome asiento.
Le dijo el soldado, mientras él se dirigía hacia el otro lado del escritorio.
Christopher se sentó, mientras aquel soldado empezaba a buscar unos pergaminos, así como una especie de tablilla de madera.
~ Antes de iniciar con el trámite, debo hacerle algunas preguntas, ¿Está usted de acuerdo?
~ Adelante, pero yo tengo una duda.
~ Dígame
~ ¿Por qué todos me preguntan por la identificación del gremio?
~ Este… más que nada por su apariencia.
~ ¿Mi apariencia?
~ No es común que una persona ingrese a la ciudad con armas, y mucho menos con una armadura puesta.
~ ¡Ah! Ya veo. Bueno, ¿dígame que preguntas desea hacerme?
~ ¿Es usted algún criminal?
~ ¿Perdón?
Christopher sintió como si algo lo golpeara en el pecho.
~ Le pregunto si usted, es un criminal buscado por algún reino.
~ No, que yo sepa.
~ ¿Y porque dice eso?
~ Bueno… nunca falta alguna mujer despechada, que levante falsos testimonios al no haber correspondido su amor.
~ Ya veo.
Respondió el soldado, aun dudando de la credibilidad de Christopher. Y tras pensar unos segundos continúo con su interrogatorio.
~ Nombre completo y lugar de procedencia.
~ Christopher Riscos, y vengo del reino de Diophants.
~ ¿Tienes algún documento que valide tu nacimiento en Diophants?
~ Creo que no me entendió, vengo del Reino de Diophants, pero no soy de esas tierras, yo provengo de un lugar muy lejano.
~ ¿De qué reino proviene?
~ De México.
~ No conozco ese reino.
~ Le dije que era un lugar muy lejos de estas tierras
Aquel soldado, observó nuevamente a Christopher.
~ Espere un momento por favor.
~ De acuerdo.
El soldado abandonó la oficina.
~ Mierda, esto no me está gustando nada de nada.
Colocó su mano sobre su revólver.
~Espero no tener que llegar a usarlo en este momento.
Minutos después, regresaba aquel soldado, pero acompañado de un extraño sujeto.
Este estaba ataviado con una túnica blanca, con adornos y bordados en color rojo.
~ Disculpe la demora.
~ No hay problema.
Christopher observó a aquel hombre, cuya capucha ocultaba ligeramente su rostro.
Se llevó la mano izquierda al pecho, mientras que, con la mano derecha, mostraba la palma de esta en dirección a Christopher.
~ ¿Me puede repetir su nombre, así como del reino dónde proviene?
Le dijo el soldado mientras tomaba asiento nuevamente.
~ De acuerdo, Me llamo Christopher Riscos, Sali hace unos días del reino de Diophants y provengo de un lugar muy lejano llamado México.
El soldado miró al otro hombre, este no pronunciaba palabra alguna, mientras continuaba en la misma posición.
~ Muy bien. ¿Es usted un criminal buscado?
~ Que yo sepa no.
~ ¿A cometido algún delito?
~ Bueno, en ese caso, debo informar que maté a unos quince bandidos, o tal vez más, que atacaban una aldea a unos días a caballo de aquí, creo que la aldea se llama Perous, pero no estoy muy seguro, y en agradecimiento por la ayuda, los aldeanos me entregaron grano para mis caballos, así como carne seca.
Nuevamente el soldado volvió a observar al extraño hombre. Este abrió los ojos y dijo.
~ Juro ante la sagrada imagen del Apóstol Panóm, que las palabras expresadas por este hombre han sido verdaderas.
Christopher miró con detenimiento a aquel hombre.
~ ¿Magia de la verdad?
El soldado soltó un suspiro, y se dirigió al extraño sujeto.
~ Muchas gracias su excelencia, lamento haberle molestado.
Aquel hombre, sin decir más palabras, se retiró del lugar, no sin antes observar de reojo a Christopher.
~ Extraño sujeto.
Murmuró Christopher.
El soldado, empezó a grabar unas letras en una pequeña tablilla de madera.
~ Disculpe los inconvenientes señor Riscos, aquí tiene un pase provisional para estar en la ciudad.
Le dijo el soldado, mientras le entregaba la tablilla y agregó.
~ Este pase es válido por una semana, después deberá volver a presentarse para tramitar una extensión, y solicitar un pase de larga estadía.
~ De acuerdo.
~ El costo de este trámite es de un denario.
Christopher le pagó.
~ No olvide que si un soldado lo encuentra con un pase expirado será acreedor a una multa de una centuria.
~ De acuerdo.
~ Por mi parte es todo, y le doy la bienvenida a esta ciudad.
~ Muchas gracias, por cierto, ¿Dónde se encuentra el Gremio de Mercenarios?
~ Ahorita que salga, tome la calle que corre a un lado de la muralla hacia el lado izquierdo, y a unos cien pasos lo encontrarás, podrás identificarlo por la bandera negra que ondea en su entrada.
~ ¿Bandera Negra?
~ Así es, ese es el símbolo del Gremio de Mercenarios.
~ Ya entiendo, bueno, muchas gracias.
Christopher se despidió del soldado, agarró las riendas de sus caballos y se alejó de aquella oficina.
Siguiendo las indicaciones del soldado, tomó en dirección hacia el Gremio. Conforme avanzaba, aquella calle mostraba en que parte de la ciudad se encontraba.
Tabernas Ruidosas, Establos descuidados y sucios, Mesones de mala muerte, que, en sus balcones y ventanas, había mujeres mostrando sus encantos, y que, con dulces y melosas palabras, ofrecían caricias y amor a los transeúntes.
~ Mmmm… creo que estoy en la zona roja de la ciudad… no parece un buen lugar para una oficina gremial.
Murmuró Christopher, mientras sostenía con fuerza las riendas de sus dos caballos.
Un gran edificio de dos pisos, construido en piedra y madera, mostraba en una de sus entradas, una bandera negra con un dibujo de color blanco en su centro, misma que representaban dos espadas cruzadas y un hacha de doble filo en el centro.
~ Esta cosa parece una bandera de piratas.
Y aun con la duda en mente, Christopher amarró los caballos a un poste, e ingresó por aquellas puertas.
El olor a sudor y alcohol impregnó de golpe el olfato de Christopher, mientras gritos y risas ensordecedoras retumbaban en sus oídos.
Una gran taberna ocupaba casi toda la extensión del edificio, las grandes mesas rectangulares, estaban ocupadas por grupos de mercenarios, sus vestimentas y sus armas eran tan variados que era difícil encontrar dos personas iguales. En la barra del fondo, dos personas se encargaban de llenar tarros con todo tipo de líquidos embriagantes, mientras varias meseras deambulaban entre los clientes, recogiendo los tarros vacíos.
En un costado de aquel salón, y relativamente apartado de aquel bullicio, un pequeño mostrador servía como la recepción de aquel extraño lugar. En él, un grupo de personas hablaban con el joven que se encontraba del otro lado del mostrador.
Christopher después de observar todo a su alrededor, se dirigió hacia ese punto en específico.
~ Este lugar no es exactamente lo que yo esperaba.
Pensó, mientras sus pasos lo acercaban al recibidor.
Al caminar hacia aquel lugar, notó que prácticamente nadie le había prestado atención desde su llegada, aunque en gran parte se debía a que la gran mayoría de los mercenarios, parecían bandidos y guerreros de gran fiereza.
~ Con esto terminamos todos los trámites para su solicitud, en los próximos días, algunos mercenarios pasarán a su aldea para realizar el trabajo encomendado.
Dijo aquel joven al grupo de personas que tenía en frente.
~ Parece que estos tipos están solicitando la ayuda de mercenarios, nada mal para empezar a entender cómo funciona este lugar.
Pensó Christopher, mientras trató de poner la mayor atención posible, pero sin notarse muy sospechoso.
~ ¿Pero, si es seguro que acaben con todos los Rukhs que están asolando nuestro ganado?
Preguntó uno de aquellos hombres
~ Bueno… ustedes solo están pagando por la caza de solo cinco ejemplares, si desean el exterminio completo de la manada, deberán pagar una cuota mayor.
Aquellos hombres agacharon la cabeza en señal de vergüenza, al no contar con más dinero, mientras que el de mayor edad los recriminaba con la mirada.
~ No hay problema, con los cinco que cacen, será más que suficiente para mantenerlos alejados de nuestro ganado.
Dijo aquel hombre, mientras agradecían las atenciones del joven recepcionista y se retiraban del lugar.
Christopher, después de ver que el joven se quedaba solo, se acercó al mostrador.
~ Buenas tardes, ¿en qué podemos atenderlo?
Preguntó aquél joven, sin esperar a que Christopher dijera palabra alguna.
~ Buenas tardes, deseo saber que requisitos se necesitan para pertenecer al Gremio de Mercenarios.
~ ¿Desea usted ser mercenario?
~ Esa es mi idea, por eso deseo información al respecto.
~ Muy bien señor… existen dos formas para poder ingresar al Gremio. Una de ellas es a través de la recomendación por parte de un mercenario veterano. Ya que el mismo dará fe sobre sus aptitudes como mercenario.
~ Ya veo, ¿Y la otra forma?
~ El solicitante deberá realizar algún trabajo en compañía de un mercenario autorizado por el gremio, el cual decidirá en base a su actuación, si es digno de ser miembro del gremio.
~ Muy interesante, y este trabajo, ¿Lo eligen ustedes, o lo puede elegir el solicitante?
~ El gremio lo elige, en base a las respuestas obtenidas a través de un cuestionario que se le realiza al solicitante.
~ Ya entiendo, ¿y todo esto tiene algún costo?
~ Desde luego, la inscripción por recomendación es de diez denarios, en caso contrario, el costo es de cinco centurias, además de la mitad de la recompensa por realizar el trabajo.
~ Ah caray, ¿no cree usted que es mucha la diferencia entre ambos costos?
~ Así es, pero tenga en cuenta que, en la segunda opción, está pagando la evaluación por parte del mercenario del gremio; además de que es una forma muy efectiva de evitar atender a la gente que sabe de antemano que, no son aptos para este tipo de trabajos.
~ Mmmm… Ya entendí, y dígame, ¿Qué tipos de beneficios obtengo por ser miembro del gremio?
~ Uno de los beneficios de ser miembro, es que no tendrá problemas para ingresar a la mayoría de los reinos y sus ciudades. Además de contar con el apoyo del gremio, en caso de algún problema relacionado por algún trabajo dado por nosotros.
~ Muy interesante.
~ Otra de las ventajas, es que el gremio resguarda las recompensas de todos los trabajos que aquí se solicitan, de esta forma, el miembro siempre tendrá la certeza de poder cobrar su recompensa una vez terminada la tarea.
~ Eso es muy bueno, y ¿Qué obligaciones tiene que cumplir cada uno de los miembros del gremio?
~ Por cada trabajo realizado, deberá entregar un reporte por escrito de lo sucedido durante su realización, en caso de que el miembro no sepa leer y escribir, el gremio ofrece un servicio de escribas a bajo costo.
~ Ah caray… ¿Acaso es muy baja la tasa de alfabetización entre la población?
~ Lo normal, una de cada cinco personas sabe leer y escribir.
~ Y este promedio, ¿también aplica entre los mercenarios o es menor?
~ Se puede decir que, en cada grupo solo uno del equipo sabe leer, aunque también existen grupos donde ninguno de sus miembros tiene estudios básicos.
~ Me imagino que, para un mercenario, es más importante blandir una espada que aprender a leer y escribir.
Los gritos provenientes del área de la taberna se volvieron más ensordecedores. Dos mercenarios tenían una competencia de fuerza, mientras los demás gritaban apoyando a cada uno de ellos.
Christopher los miró por un momento, al regresar nuevamente la mirada, observó que el joven de la recepción, no mostraba ningún interés en lo que ocurría en aquellas mesas.
~ ¿Me imagino que estos arrebatos son de lo más común?
~ De lo más común.
~ Ya veo.
~ Y dígame, ¿Se va a registrar como miembro del gremio?
Recordando una frase que su suegro repetía constantemente: "Mente fría en cuerpo caliente", Contestó.
~ Lo pensaré esta noche, y mañana decidiré si me registro o no.
~ Entendido señor.
~ Solo dos preguntas muy independientes de todo esto.
~ Dígame.
~ ¿Sabes dónde puedo conseguir un hostal o mesón con buenas camas y mejor comida?
~ Le recomiendo el Mesón de los Tudor, es muy caro, pero es uno de los mejores que hay, tiene una excelente comida, y sus camas son de las mejores de la ciudad.
~ Eso suena muy bien, y la otra pregunta, ¿Dónde puedo comprar esclavos?
~ Los esclavos los puede adquirir en…
+ + + + +
El Mesón de los Tudor se encuentra ocupando un edificio de varios niveles, su entrada principal se encuentra en el centro de la fachada, al ingresar lo primero que uno ve es la recepción y una escalera a su costado, misma que permite el acceso a los niveles superiores.
Al lado derecho de la recepción, un salón funciona como el comedor del mesón; mientras que, a la izquierda, una sala de espera con varios sillones aterciopelados recibe a los visitantes.
~ Se nota que este lugar no es nada económico.
Pensó Christopher, mientras caminaba hacia la recepción, donde un joven se encontraba atrás de un mostrador de madera finamente labrada.
~ Buenas tardes.
~ Buenas tardes caballero, ¿En qué le puedo ayudar?
~ Deseo una habitación, y que alguien atienda a mis caballos que se encuentran aquí afuera.
Aquel joven lo observó discretamente.
~ ¿Solo una persona o viene acompañado el caballero?
~ Solo una persona, yo.
~ Muy bien caballero… el costo de nuestra habitación regular es de cinco denarios por noche, y el uso del establo es de un denario por animal.
~ Me parece bien.
Le dijo Christopher mientras le entregaba una centuria.
~ Por cierto, ¿Tiene baños donde pueda asearme?
~ Si usted gusta, le digo a la mucama que le suba una cubeta con agua para que pueda asearse.
~ Mmmm… ¿No tiene de casualidad mejor una tina donde yo entre?
~ Nuestra mejor habitación cuenta con su propia tina.
~ Suena interesante, ¿Puede mostrármela?
El recepcionista lo miró de forma escéptica, pero no comentó nada, y se limitó a guiarlo por los pisos superiores hacia la habitación en cuestión.
~ Esta es.
Aquella habitación era muy amplia, la cama de grandes dimensiones estaba rodeada de cortinas, la habitación contaba con tres sillones, así como una mesa con tres sillas, además de contar con cuatro grandes ventanales que daban acceso a un balcón privado. En una esquina y atrás de unos biombos, una tina de madera con capacidad para cuatro personas lo esperaba.
~ ¡Pero… que elegancia la de Francia!
Pensó Christopher, mientras admitía que no había visto cuarto igual, desde que llegó a este mundo.
~ Mejor me quedo en esta habitación.
~ El costo de esta habitación es de dos centurias caballero.
Christopher sonrió con malicia, y sacando un Áureo de su alforja, le dijo.
~ Me quedaré dos noches, el cambio no me lo des aun, ábreme mejor una cuenta.
~ Con todo gusto señor.
Dijo sorprendido el recepcionista, mientras tomaba la moneda de oro.
~ Ah! Y no olviden subir las alforjas de mis caballos que se encuentran atados en la entrada.
~ En seguida señor
Esa noche Christopher se tomó un largo baño en la tina.
- - - - - + - - - - -
Ciudad de Atlas, Reino Sacro de Dollond.
Hace ya dos días que llegó el Obispo Emérito Narciso. El sacerdote Fortunato lo recibió con mucha alegría, pensando que traerían noticias del Obispo David, hijo de esa ciudad. Y aunque al principio el obispo no dejó en claro su visita, ese día la ciudad no volvería a ser la misma.
~ Hijos míos.
Dijo el obispo desde una plataforma colocada enfrente de la iglesia, para que todos los habitantes de la ciudad pudieran escuchar sus palabras.
~ Nuestro santo apóstol ha tenido una revelación dada por los mismísimos ángeles, mismos que fueron enviados por nuestro señor Logos para transmitir este mensaje que hoy, yo les traigo.
La gente del pueblo observaba atenta al obispo, sin darse cuenta de que entre ellos varios misioneros disfrazados de pobladores, se mezclaban entre la multitud reunida.
~ El señor oscuro ha aparecido en la santa tierra de Nueva Judea.
Aquellas palabras causaron una gran confusión entre la gente, incluso el sacerdote no pudo evitar poner una cara de asombro y terror, al saber hacia dónde terminaría todo esto.
~ Y nos ha ordenado a todos los feligreses que nos unamos en esta cruzada contra las fuerzas malignas del demonio. ¿Y cómo lograremos esto? Empezando por observar a tus vecinos, a tus amigos, a tus hermanos. Ya que el señor oscuro se puede esconder entre ellos.
Los presentes empezaron a murmurar, diciendo que esto estaba mal, que no podía ser posible. Sin darse cuenta de que los misioneros los estaban escuchando.
~ Hijos míos, debemos ser fuertes, ya que el señor oscuro es el señor de las mentiras, y tratará de engañarnos con palabras dulces, con regalos vacíos, incluso el señor oscuro es el señor de los disfraces, él se puede ocultar entre nuestra familia, incluso en nuestra propia madre.
La gente cada vez empezaba a desconfiar de lo predicado por el obispo, incluso no faltaba uno que otro que empezaba a instigar en desobedecer aquellas palabras.
~ Hijos míos, para que vean que no miento y mis palabras solo dicen la verdad, he aquí a algunos herejes.
En ese momento, los misioneros se despojaron de sus disfraces y sometían con fuerza a los habitantes que habían hablado mal de la iglesia.
~ Herejes, herejes.
Gritaban los misioneros, mientras la gente reunida empezaba a gritar, y a tratar de salir de ahí corriendo.
Los pocos hombres que trataron de defenderse fueron los más afortunados, al morir ahí mismo bajo el filo de la espada.
Los demás, fueron torturados para que confesaran su herejía, y fueran quemados en la hoguera. Siendo ese día el principio de una cruel pesadilla.
+ + + + +
En una aldea cercana, una familia de campesinos era ajena a todo eso.
El señor y la señora eran los padres biológicos del obispo David, se sentían orgullosos de que su hijo fuera obispo tan joven.
Gracias a él, eran dueños de varias parcelas que junto a su otro hijo Miguel, la habían vuelto muy productiva.
Aquel día, los padres de Miguel se encontraban en la casa, preparando las conservas para el invierno. Miguel se encontraba en el bosque, buscando una oveja que se le había escapado.
Sin previo aviso, cinco misioneros a caballo se presentaron en aquella casa de piedra y madera.
El señor de la casa salió a recibirlos, sin ninguna preocupación.
~ Buenos días mis señores, ¿En qué puedo ayudarlos?
Uno de los misioneros desmotó de su caballo y se acercó al señor, y sin decir palabra alguna, lo golpeó en la cabeza, con tal fuerza que lo hizo caer al suelo, completamente desorientado.
La señora que se encontraba dentro de la casa, observó todo a través de la ventana. Ella empezó a gritar de desesperación, mientras salía a ayudar a su esposo.
Aquel misionero, empezó a patear al señor en las costillas.
Al llegar la señora y suplicar para que parara de golpearlo, el misionero también la empezó a golpear con fuerza.
En ese momento, Miguel escuchó los gritos de su Madre y corrió a ver qué ocurría.
Al ver a los misioneros, se ocultó entre unos arbustos.
~ ¿Qué hacemos con ellos capitán?
Dijo uno de los misioneros, cuando ya ninguno de ellos se movía por los golpes.
~ El obispo quiere verlos, así que átenlos a los caballos.
Miguel logró escuchar parte de aquella conversación, y se quedó escondido.
Una vez que los misioneros se fueron, Miguel regresó a la casa y empezó a llorar con fuerza.
Durante un rato se quedó ahí, hasta que una voz familiar le habló desde afuera.
~ Miguel, Miguel.
Al voltear la mirada para ver quien le llamaba, Miguel pudo observar que se trataba de una vecina de la zona.
~ ¿Estás bien Miguel?
Miguel no contestó, solo lloraba lleno de dolor y angustia.
Aquella señora lo observó y lo abrazó.
~ Tranquilo Miguel, debes de ser fuerte.
Miguel siguió llorando, pero la señora sabía que no tenía mucho tiempo.
~ Miguel escúchame, esos hombres van a regresar al saber que también tenían que venir por ti.
~ ¿Pero por qué?
~ Olvídate del porqué, tienes que irte de aquí, tienes que huir.
~ Pero… ¿qué voy a hacer?, ¿por qué mis padres?
~ ¿Por qué?, porque los que atacaron a tus padres son misioneros, y estoy casi segura de que también vendrán por ti.
~ ¿Pero porque nos persiguen?
La señora, mirando hacia alrededor le dijo con voz baja.
~ Todos saben que el Obispo Narciso odia a tu hermano, así que lo mas seguro es que él esté atrás de todo esto.
Y agarrándolo de los hombros continúo hablando.
~ Tienes que irte de aquí y buscar a tu hermano.
~ ¿A mi hermano?
~ Si, a tu hermano, el obispo David.
~ Pero él está en la ciudad santa.
~ Y es ahí a donde tienes que ir.
~ ¿Pero por qué?
~ Porque estos mismos hombres tal vez planeen matarlo a él también, y solo tú puedes ayudarlo.
~ Pero yo no puedo.
~ Tienes que hacerlo, o la muerte de tus padres será en vano.
Le dijo la señora a Miguel, mientras lo empujaba fuera de la casa, y lo hacía andar en dirección a la Ciudad Santa de Zion.
Mientras se alejaba, la señora se apretaba el pecho con ambas manos.
~ Espero que llegue a tiempo, antes de que sea demasiado tarde.