El aire estaba cargado, como si algo invisible pulsara bajo la superficie del mundo. Noir avanzaba sin prisa, pero cada paso suyo era un acto calculado, una extensión de su voluntad. A su alrededor, la vida cotidiana seguía su curso; los ecos de conversaciones lejanas, pasos resonando contra la piedra, y el inconfundible murmullo de voces en transacciones interminables. Pero él no estaba allí para mezclarse con ellos.Sus sentidos eran más agudos que los de cualquier mortal, capaces de distinguir entre lo real y lo que pretendía serlo. Y aquí, entre las sombras del vasto mercado de Eldoria, algo se ocultaba. Algo que no debía estar allí.Noir no miraba directamente a nadie mientras avanzaba; no lo necesitaba. Las miradas esquivas que sentía al pasar eran suficientes para recordarle quién era, o más bien, lo que representaba. Su presencia, aunque silenciosa, cargaba un peso que doblaba incluso las voluntades más fuertes. Y, sin embargo, ninguno de los que se cruzaban en su camino sabía quién era realmente. Para ellos, solo era una sombra imponente, un extraño envuelto en misterio cuyo propósito era mejor no cuestionar.No obstante, hoy su propósito no era buscar confrontaciones, aunque sabía que estas podían surgir en cualquier momento. Hoy estaba buscando. Había rastreado esta presencia durante semanas, su rastro era esquivo, un destello que aparecía y desaparecía con una precisión casi calculada. —Demasiado precisa. — pensó mientras cruzaba entre los puestos abarrotados.A su derecha, un grupo de Luminis y Daemonium estaba al borde de un enfrentamiento físico. Los líderes de ambos bandos se gritaban entre sí, la tensión alcanzando niveles peligrosos, hasta que de repente, Noir apareció en el centro de la disputa, como si hubiera emergido de la misma sombra.El choque de voces se detuvo al instante. Los dos líderes, sorprendidos por su presencia, lo miraron brevemente antes de apartar la vista. La figura de Noir, imponente y silenciosa, no necesitaba palabras. Su poder era suficiente para que los demás entendieran que la confrontación debía cesar.Unos segundos fueron suficientes para que todo se calmara, y, sin una palabra más, Noir desapareció en las sombras con la misma rapidez con la que había llegado.Pero aquello había sido secundario. Su verdadera tarea nunca había cambiado, ni siquiera entonces. Ahora, ese rastro volvía a manifestarse, apenas un susurro en el tejido de la realidad, pero suficiente para que él lo notara.Noir se detuvo frente a un callejón angosto, donde las luces del mercado apenas se atrevían a entrar. Había algo allí. Podía sentirlo, como un eco que resonaba fuera de sintonía con el resto del mundo. No era miedo lo que sentía, ni mucho menos duda. Su naturaleza estaba por encima de esos conceptos. Lo que sentía era curiosidad, un interés frío y calculado.Y entonces lo vio.Era una figura alta, esbelta, envuelta en una capa que apenas dejaba entrever detalles de su rostro. Pero los ojos... los ojos eran lo único que no podía ocultar. Verdes, como esmeraldas pulidas, brillaban con una intensidad que no era natural. —Pretende parecer uno de ellos. —pensó Noir, aunque sabía que no lo era. El aura que lo envolvía era demasiado inestable, demasiado artificial.El ser permaneció inmóvil durante un instante, como si evaluara su entorno. Noir no se movió. No había necesidad.Sin embargo, reconoció algo más. Una habilidad inusual, un dominio del encubrimiento que no había visto antes. Eso había logrado evadirlo durante días, algo que ningún otro había conseguido.—Mmmh, ahora entiendo. — Murmuró.Noir dejó que su mirada se mantuviera en él solo por un instante antes de desviar la atención, como si fuera otro paseante más en aquel bullicioso lugar. Sabía que, si lo presionaba, sabía que podría desaparecer de nuevo. Y esta vez, no estaba dispuesto a dejarlo escapar.La figura comenzó a moverse. Sus pasos eran ligeros, fluidos, y se dirigían hacia la salida norte del mercado. Noir lo siguió a distancia, su presencia tan sutil que incluso los más atentos no lo habrían notado.La salida estaba cerca. Desde allí, los caminos se bifurcaban hacia las tierras de los Luminis, un territorio al que Noir no podía ingresar sin levantar sospechas. Lo sabía, y sabía también que aquel era el destino de aquel sujeto.Cuando finalmente cruzó las puertas, Noir se detuvo. Desde su posición, observó cómo la figura se perdía entre las sombras del bosque que se extendía más allá del mercado. —Deja que creas que estás a salvo. — pensó con una calma imperturbable. —Ya sé quién eres. Sé dónde irás.Sin prisa, Noir se giró y comenzó su marcha hacia el lugar que llamaba hogar. El viaje desde Eldoria había sido largo, pero para Noir, el tiempo nunca significaba lo mismo que para otros. La distancia no era más que una sucesión de paisajes que se desvanecían en su mente como borradores de algo aún por concluir. Ya no había urgencia en sus pasos. La misión estaba completa, y el futuro se acercaba con una quietud que solo él sabía interpretar.Al llegar a la gran puerta de Lirium, Noir no se detuvo a admirar la ciudad que se desplegaba ante él. En su interior, las calles palpitaban con vida. Pero el hombre que cruzó el umbral no era como los demás que pasaban por allí. Su presencia misma parecía disonante, como si su existencia no estuviera tan conectada con el resto del mundo.Avanzó sin prisa, pero cada uno de sus pasos era una medida que lo acercaba a lo inevitable. No había necesidad de apuro. Sabía que el camino lo llevaría hasta el lugar adecuado, y eso era suficiente. Pasó por plazas y corredores, por pasadizos que conducían a lugares conocidos y a otros olvidados. Nada parecía alterarse a su alrededor. El eco de las voces y los sonidos de la ciudad seguían su marcha sin alterarse, como una corriente que no nota las piedras en su lecho. Finalmente, llegó a la sala donde La Orden lo esperaba. No fue necesario que alguien lo anunciara. Su llegada fue un simple cambio en el aire, casi imperceptible, pero al mismo tiempo, irremediable. Las puertas se abrieron ante él sin un sonido, y los ecos de su paso resonaron en la vasta sala donde los miembros se encontraban esperando.El espacio era vasto pero simple, oscuro en algunos rincones, con una luz tenue que parecía emanar de los propios muros. Los miembros de La Orden, quienes siempre mantenían una postura tranquila, estaban allí como figuras imperturbables, como las sombras que se alargaban en la cámara. En la quietud de la sala, Noir no tuvo que hacer nada para anunciar su presencia, ya que su ser parecía haberse instalado allí de manera natural.Con paso firme, se acercó al centro de la sala, donde las figuras permanecían en silencio. Nada de lo que había hecho en el viaje había cambiado su semblante. Ningún signo de cansancio, ni un indicio de presión. Lo que traía consigo era conocido por él y por ellos. La misión había sido cumplida, y el siguiente paso estaba por dar.Sin prisa, sin ceremonia, Noir se preparó para compartir lo que había aprendido, lo que había observado.Ardan observó a Noir, su presencia siempre imponente, un peso invisible en la sala. Su voz, firme, cortó el silencio.—Arconte Noir. Has regresado, lo que significa que la misión ha sido cumplida. ¿Lo has logrado?Solara, con su tono calculador, se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos brillando con curiosidad.—O mejor dicho, ¿Qué has descubierto? No estamos aquí para jugar con suposiciones. Sabemos que la situación es más compleja de lo que parece.Elira, con su rapidez mental habitual, hizo una rápida pregunta.—Y no podemos permitirnos perder más tiempo. ¿Qué sabes de ese ser? ¿Cuál es su propósito en Eldoria?Noir, con su mirada serena, dejó que el peso de su presencia llenara la sala. Sabía que sus palabras serían escuchadas con atención.—Lo que he descubierto es claro, pero inquietante. Ese ser no pertenece a Eldoria, ni a ninguna de las razas conocidas por nosotros. Su habilidad para ocultarse es excepcional. No es un simple espectro, ni un extraño que pasa desapercibido por casualidad.Rael, que permanecía en las sombras de la sala, respondió con calma, como si estuviera evaluando cada palabra.—Eso suena más a un desafío que a una amenaza común. Si se oculta tan bien, debe haber algo más detrás. ¿Ha mostrado alguna debilidad?Maelis, siempre algo impaciente, se permitió esbozar una sonrisa sutil, casi condescendiente.—¿Debilidades? A veces, los seres más poderosos son los que mejor se esconden. Y si realmente lo hemos subestimado, eso será nuestra perdición. ¿Puedes decirnos algo más sobre su naturaleza?Noir dio un paso más hacia el centro de la sala, su tono inalterado.—No se trata de subestimarlo, Maelis. Se trata de entender su movimiento. Este ser no es un enemigo inmediato, pero su presencia no es casual. Se mueve de forma estratégica. Sabe que lo estamos observando, y ha dado un paso atrás por el momento, tal vez para calcular su siguiente jugada. No es su poder lo que me preocupa, sino su plan a largo plazo.Ardan, alzó una mano, como si estuviera midiendo sus palabras antes de hablar.—Lo que nos dices suena a estrategia, no a una amenaza. Pero el hecho de que lo hayas encontrado en Eldoria... ¿Qué quiere allí?Solara, cuyo tono siempre buscaba la precisión, se adelantó.—Eldoria es un nido de ratas, sí, pero rara vez alguien que se oculta tan bien entra sin motivo alguno. ¿Qué es lo que planea? Elira, con su mirada analítica, continuó.—Es posible que sus intenciones sean claras, pero aún no las comprendemos. Noir, te has encontrado con él, ¿crees que es un agente o un individuo que persigue algo más grande?Noir dejó que el aire pesado de la sala pareciera envolver a todos, mientras sus ojos recorrían a cada uno de los miembros de La Orden, sopesando cómo compartir su siguiente pensamiento.—Este ser no es un agente común. No tiene la marca de una simple misión. No se comporta como alguien que sigue órdenes. Está jugando un juego más grande, y si estamos equivocados en cómo lo vemos, el costo será más alto. Pero, en cuanto a Luminos, su próxima jugada será allá. No cabe duda.Rael, con su mirada penetrante, cruzó los brazos, como si estuviera esperando la siguiente revelación.—Entonces, ¿Podría ser una fuerza ajena a todo lo que conocemos?Maelis, como si ya estuviera anticipando la gravedad de las palabras, insistió.—¿Sabes algo que no nos estás diciendo, Noir? Nos estás dando demasiados fragmentos. Necesitamos algo más concreto. Luminos está al borde de algo grande. Si esto involucra a ellos, debemos actuar con rapidez.Noir guardó silencio por un momento, midiendo sus palabras antes de hablar con la frialdad que le era propia.—No hay dudas, Maelis. Este ser no es quien debería preocuparnos, es lo que representa lo que deberíamos temer. Es una pieza en un tablero mucho más grande, y sus movimientos hacia Luminos indican que está en el centro de algo que aún no comprendemos completamente. No es un juego que podamos ganar con simples trucos.Ardan, sin embargo, no mostró signos de perder la compostura, sino que su voz se hizo más profunda.—Lo que nos dices está más allá de la amenaza directa de un solo ser. Estamos hablando de una maniobra estratégica mayor. ¿Qué está buscando exactamente allí? ¿Y quién más podría estar involucrado?Solara, manteniendo su tono firme, agregó.—Lo que necesitamos, Noir, es más que un informe. Necesitamos una comprensión clara de cómo este ser encaja en el rompecabezas.Elira, como si estuviera procesando todas las piezas del rompecabezas, lanzó una última pregunta.—Lo que no comprenden es que este ser, al moverse así, ha revelado más de lo que parece. Está buscando algo que no podemos permitir que encuentre. Quizá no sea él quien lo encuentre, pero es parte del sendero.Noir, con una mirada que parecía mirar más allá de las paredes, terminó con un tono más grave.—Lo que está buscando es el siguiente paso de su plan. Lo que representa, lo que atrae, son más poderosos que él. Y es por eso que ahora, mientras hablamos, hay más en juego de lo que podemos controlar.Rael, con una ligera inclinación de cabeza, comprendió la gravedad.—Esto está más allá de la amenaza directa de un solo ser. Estamos hablando de una maniobra estratégica mayor.Maelis, con un suspiro de frustración, dijo lo que todos ya estaban pensando.—Entonces, ¿Qué hacemos ahora? ¿Lo seguimos, o esperamos a que se mueva más? ¿Cuál es nuestro siguiente paso, Noir?Ardan, con un leve movimiento de su mano, concluyó.—Por ahora, la prudencia es nuestra mayor aliada. Pero lo que sigue no será fácil. Noir, mantén los ojos abiertos. El peligro no es solo lo que sabemos, sino lo que aún no vemos.Noir asintió con la cabeza, un gesto sutil, pero lleno de determinación.—Entendido. Volveré a la vigilancia. A medida que avancemos, les proporcionaré todo lo que descubra. Pero no olviden esto: lo que estamos observando es solo una de las muchas piezas que moverán el juego.Ardan asintió, su tono de voz firme.—Vete, Noir. La Orden tendrá mucho en qué pensar. Asegúrate de que este no sea el último informe.Noir dio un paso atrás, y con la misma quietud con la que había entrado, salió de la sala, dejando detrás de él una atmósfera cargada de incertidumbre. Los miembros de La Orden se quedaron en silencio, sabiendo que el juego había comenzado, y que las piezas del tablero se movían en direcciones desconocidas.Mientras avanzaba por los pasillos del edificio de La Orden, sus pasos resonaban con un eco discreto en el mármol oscuro. Las sombras danzaban ligeramente con la luz tenue de las antorchas que alineaban las paredes, pero nada en su porte revelaba inquietud. Su mente repasaba el informe que acababa de entregar, desechando cualquier emoción innecesaria.Al girar en una esquina, su mirada captó una figura que venía en dirección contraria. Era Lucivas.La Daemonium, caminaba con algo en sus brazos: un ser oscuro como la sombra misma. Lucivas detuvo su avance al ver a Noir, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto respetuoso.Noir mantuvo su paso firme, pero al acercarse, permitió que su mirada se desviara brevemente hacia la criatura. No necesitó más que ese instante para percibir algo extraño en ella: un vacío, una energía que no era del todo oscura ni luminosa. Algo en ese equilibrio anómalo lo dejó alerta, aunque no lo demostró.Cuando se cruzaron, Lucivas pareció contener el aliento, como si esperara algún comentario o señal. Pero Noir siguió su camino, imperturbable, dejando que la tensión colgara en el aire unos segundos más antes de romperse con la distancia.Una vez que Lucivas quedó atrás. Noir no volteó ni cambió su paso. Sin embargo, en su mente, la imagen de aquel ser se grabó con precisión.—Interesante. —pensó, sin dejar que el pensamiento se extendiera. Su misión con La Orden había terminado, pero el juego continuaba, y ahora un nuevo detalle se añadía al tablero.