Las puertas del quirófano se abrieron de golpe y los doctores salieron. El médico principal se quitó la mascarilla, revelando una expresión cansada pero aliviada. —El señor Lucio está fuera de peligro —anunció—. Controlar la hemorragia fue difícil al principio, pero el procedimiento salió bien al final. Sin embargo, tardará un poco en recuperar la conciencia.
Un suspiro colectivo de alivio recorrió el grupo. Alekis se volvió hacia el doctor con un tono agradecido. —Gracias por salvarlo.
Los doctores asintieron brevemente antes de disculparse y retirarse. Una enfermera se acercó con una carpeta en la mano. —El señor Lucio será trasladado a una habitación privada en breve —les informó—. Pero solo una persona puede visitarlo a la vez.
—Tú debes ir, Layla —dijo Alekis, colocando una mano tranquilizadora sobre su hombro—. Él te necesita más que a nadie en este momento.