—Hmm. Eso lo explica —dijo Ruby con una ligera sonrisa—. Layla, siento mucho no haberte dicho nada. Estaba pasando mucho y no quería agobiarte cuando tus problemas parecían mayores que los míos.
—Por favor deja de disculparte —respondió Layla cálidamente—. Solo prométeme que me dirás cuando tengas problemas. Por cierto, ¿tienes un nuevo número ahora?
—Sí. Espera, déjame llamarte —dijo Ruby, sacando su teléfono de su bolso.
Los ojos de Layla se agrandaron de sorpresa mientras Ruby marcaba. —¿Recuerdas mi número?
—Por supuesto —respondió Ruby con una pequeña risa, dando a su amiga una llamada perdida—. Se detuvo antes de agregar —Podría comprometerme pronto. Te avisaré cuando suceda.
—Por supuesto, mantenme informada —dijo Layla, guardando el número de Ruby en su teléfono.
Ruby miró hacia Lucio y David, ambos sentados en su mesa con expresiones vigilantes. —Deberíamos irnos. Nuestros hombres están esperando —dijo con un ligero asentimiento hacia ellos.