La siguiente mañana, mientras los rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, Layla despertó, encontrando a su lado a Lucio, durmiendo plácidamente. Una sonrisa suave curvó sus labios mientras se inclinaba hacia adelante, depositando un beso tierno en su mejilla.
Pero cuando su mirada se desplazó hacia abajo, notó que llevaba puesto un camisón delicado.
—¿Él me hizo ponerme esto? —susurró para sí misma, sus mejillas calentándose con el pensamiento. Su corazón se aceleró al darse cuenta de lo considerado que había sido Lucio, sus acciones hablando mucho sobre el cuidado que tenía por ella.