—¡Oh, Lucio! No esperaba verte aquí —Darío se levantó de su asiento cuando Lucio entró en la oficina, justo detrás de Layla.
—Pensé en venir a presentar mis respetos a mi suegro —respondió Lucio suavemente, posando su mirada brevemente en Layla.
Sin embargo, Darío no estaba convencido. Él sabía muy bien por qué Lucio estaba realmente allí: siempre se trataba de Layla. Manteniendo su expresión neutral, hizo un gesto hacia una silla. —Por favor, ponte cómodo.
Lucio, siempre el caballero, primero sacó una silla para Layla, quien se sentó sin decir una palabra. —Ahora que ya he saludado a mi suegro, esperaré a Layla fuera —dijo Lucio, dándole una última mirada antes de excusarse y salir de la oficina.