La puerta se abrió de un golpe cuando tanto Lucio como Layla entraron a una suite, que él acababa de reservar. Su cuerpo presionaba contra el de ella, sus manos acunaban su delgado cuello mientras la besaba apasionadamente.
Mientras tanto, Layla tenía un agarre firme en su blazer. Ella seguía el ritmo de su beso, todo su cuerpo ardía y quería que esa sensación abandonara su cuerpo.
Llevó sus manos a su cuello y hábilmente le quitó la corbata antes de desabrochar los botones de su camisa. Lucio, sin embargo, agarró sus manos y las sujetó contra la pared detrás de ella. Se retiró del beso y esparció besos desde su mandíbula hasta su cuello, saboreando la suavidad de su piel. El cuerpo de Layla se arqueó hacia él, su pulso acelerado, su deseo evidente en la manera en que se presionaba contra él.