—Pensé que ya estarías dormida, pero parece que algo te inquieta —dijo Lucio, dejando a un lado la toalla que tenía en la mano—. ¿Quién ha perturbado tu paz?
—Nadie —respondió Layla en voz baja.
—¿Es tu familia otra vez? —preguntó directamente, sentándose a su lado—. ¿Tu madre o Orabela? Dudo que tu padre se atreva a molestarse después de las advertencias que le he dado —añadió, su voz cargada de certeza.