Roderick se movió inquieto, rascándose la nuca mientras se enfrentaba a la habitación. Su hesitación era evidente.
—Desapareces cada vez que voy a buscarte —comentó Lucio, ajustando su postura mientras observaba a su sobrino con suspicacia.
—Eso no es cierto, Tío —respondió rápidamente Roderick—. Estaba encontrándome con un viejo amigo. Hace tiempo que no nos veíamos.
Sin embargo, Lucio no creyó su mentira. Bajo la mesa, sujetó la mano de Layla discretamente, deslizando sus dedos suavemente sobre su piel. Ella intentó retirar la mano, pero Lucio no soltó su agarre.
—Roderick —interrumpió Evelina, su tono tajante—, ¿por qué llevaste a Layla al cuarto ese día? ¿Cuál es exactamente tu relación con ella?
Antes de que Roderick pudiera responder, Fiona intervino con una sonrisa casual. —Oh, se conocen a través de Orabela. Mi hijo está saliendo con ella —explicó, claramente orgullosa de la conexión.