Demitri despidió a Aiden y Roger con un gesto mientras su coche desaparecía carretera abajo. Sacando su teléfono, abrió una aplicación de transporte y comenzó a buscar un taxi. Justo cuando su pulgar se cernía sobre la pantalla, un grito llegó a sus oídos.
Su cabeza se levantó en alerta. Era la voz de una mujer. Sonó otra vez, esta vez más agudo. Sin dudarlo, escaneó la calle frente al bar.
Siguiendo el ruido, Demitri se acercó al angosto pasaje, donde vio a cinco hombres rodeando a una joven mujer y acosándola. El pánico lo atrapó; él no era un luchador, y cargar contra ellos sería imprudente. Pero no podía simplemente marcharse.
En ese momento, una idea brilló en su mente. Rápidamente, Demitri manipuló su teléfono, activando el tono de llamada que imitaba la sirena estridente de un coche de policía.
—¡Policía! Están cerca, ¡vámonos de aquí! —gritó uno de los hombres en pánico.