—¿Por qué llueve tan fuerte? —se quejó Layla mirando el clima afuera desde la ventana.
—El brazo de Lucio colgado en uno de sus hombros mientras que en el otro descansaba su barbilla. Es el mes de la lluvia, Esposa. Milán no queda lejos de aquí, así que no te preocupes tanto —declaró Lucio—. ¿Entonces, estamos listos para ir? —preguntó.
—Sí. ¡Vamos! —dijo Layla con entusiasmo y enlazó su brazo con el de él—. Mientras se dirigían al auto, Layla preguntó: ¿Hablaste con Roger? ¿Crees que está bien?
—Roger necesita tiempo. Creo que no debería molestarlo por un tiempo. Descansar, Aiden está aquí así que él se encargará de todo. Ahora, Sylvia ha ido a su propia casa, así que la situación está mejor aquí —declaró Lucio.
—En el auto, Lucio alcanzó el paraguas que un guardaespaldas le entregó, protegiéndolos a ambos de la lluvia. La acompañó hasta el vehículo, abriendo la puerta del asiento trasero y dejándola entrar primero.