Zayne detuvo el coche suavemente frente a la gran finca, cuyas altas puertas enmarcaban un camino acogedor. Se volvió hacia June, su voz suave y alentadora. —Estamos aquí, June —dijo con una sonrisa tranquilizadora.
June miró fuera de la ventana, sus dedos nerviosamente jugueteando con la hebilla del cinturón de seguridad. —Me siento un poco ansiosa —admitió, logrando finalmente soltar el cinturón. Sus ojos se desviaron hacia la imponente casa adelante, su aprehensión evidente.
Zayne notó su inquietud y se inclinó hacia ella, su mano cálida envolviendo la de ella. Le dio un apretón suave. —Eres mi jefa. ¿Cómo puedes estar nerviosa? —bromeó ligeramente, rozando con su pulgar sus dedos para calmarla.
June arqueó una ceja hacia él, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa burlona. —En el trabajo, sí. Pero fuera de él, ¿se me permite ser humana, no? —replicó, un toque de juguetón llenando su tono.