—¡Sylvia! ¡Sylvia! —La voz de Layla resonó en pánico cuando la llamada se desconectó abruptamente. Su corazón latía rápidamente y sin perder otro segundo, se levantó y salió apresurada de su asiento. Agarrando su teléfono, marcó frenéticamente el número de Lucio.
Sin respuesta.
Su frustración creció mientras salía de su oficina, sus ojos escaneando el corredor. Al ver a Aiden inmerso en una conversación con un empleado, se dirigió directamente hacia él.
—Aiden, necesito hablar contigo inmediatamente —dijo Layla con tono urgente.
Aiden se volvió hacia ella, frunciendo el ceño ante su expresión. El empleado rápidamente saludó a Layla antes de excusarse, percibiendo la seriedad de la situación.
—Señora, ¿qué sucede? Pareces... preocupada —preguntó Aiden con preocupación evidente en su voz.