Lucio apretó su agarre sobre el cuello del hombre, frunciendo el ceño aún más. —¿Qué quieres de mí? —exigió—. No tengo tiempo para tus juegos. Dime tu precio, y lo pagaré.
El hombre sonrió con suficiencia, sin inmutarse por el genio de Lucio. —Tranquilo, Lucio —dijo y se presentó—. Soy Fabio Vittorio. He venido a cobrar una vieja deuda. Tal vez no me conozcas, pero yo a ti te conozco muy bien.
Las cejas de Lucio se unieron mientras la confusión nublaba su mirada. El nombre sonaba levemente en su mente, despertando un recuerdo. Matteo mencionó ese nombre antes... Una vieja rivalidad, arraigada en la venganza, entre la familia de Matteo y la de Fabio.
Fabio aprovechó la oportunidad, zafándose de las manos de Lucio de su cuello y empujándolo hacia atrás con cierta fuerza.
—Nunca he tomado nada de ti —replicó Lucio. Su mente trabajaba rápidamente para unir los motivos de Fabio.