Lucio mantuvo sus piernas separadas mientras ella intentaba cerrarlas. Llevó sus muñecas atadas a su cabello, agarrándolas mientras él continuaba la exploración. Alcanzó su cima y todo su cuerpo se estremeció.
Layla tomó respiraciones profundas para centrarse, intentando procesar lo que acababa de suceder. Lo encontró sobre ella una vez más, lamiendo sus dedos.
—Eso fue... divino —murmuró Lucio, preguntándose si ella estaba satisfecha—. ¿Suficientemente encantador para ti? —bromeó, su mirada fija en la de ella.
—S-sí —respondió Layla, su voz temblaba ligeramente. Reuniendo su valor, llevó sus manos restringidas a su nuca, atrayéndolo hacia abajo para un beso, sus labios se demoraron mientras ella se saboreaba en él.
Rompiendo el momento brevemente, ella sonrió con malicia—. Libera mis manos, o no obtendrás el teléfono —negoció, su tono impregnado de travesura.