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—No esperaba que regresaras aquí, y menos aún que visitaras a mi nuera —dijo Alekis con la mirada fija mientras observaba a Evelina al otro lado de la sala—. Acercó un puro a su boca, lo encendió con un chasquido y dio una lenta calada. El humo se enroscaba a su alrededor mientras continuaba—. ¿Qué se está cocinando en esa mente tuya?
La expresión de Evelina era indescifrable, pero un atisbo de tensión se mostraba en sus ojos—. Ya sabes lo que me preocupa, Alekis —respondió cruzándose de brazos—. Le has dado a Lucio tanta libertad que se ha vuelto casi imparable. Solo quería advertir a Layla, con la esperanza de que pudiera desviarlo de cualquier... peligro que esté tan ansioso por abrazar.