—Jefe, tengo información —murmuró Aiden, inclinándose para susurrar algo al oído de Lucio—. Dio un paso atrás, observando cómo Lucio asimilaba la información.
Los ojos de Lucio se estrecharon.
—¿Estás seguro?
—Sí, Jefe —afirmó Aiden con un asentimiento.
El ceño de Lucio se frunció, el peso de la decisión asentándose sobre él. Había planeado partir hacia España, pero ahora vacilaba—Layla lo necesitaba aquí durante este difícil momento.
—Puede que tenga que retrasar el viaje —murmuró Lucio.
—Pero, Jefe, esta es una oportunidad única. La persona en España es el único testigo conocido que vio al asesino de Matteo ese día —insistió Aiden—. Roger y yo podríamos ir, pero dudamos de que el testigo confíe lo suficiente en nosotros como para compartir algo.