—No seas imprudente —gritó Bobby.
Loki normalmente tenía una conexión complicada con él que le permitía comunicarse a algún nivel, pero en ese momento, el gato estaba demasiado borracho, y su conciencia demasiado borrosa para escuchar. Los ojos de Bobby se contrajeron; no podía creerlo. Loki estaba absolutamente ebrio. Parecía que estaba en trance; ni siquiera parecía estar prestando atención a esta batalla, pero de alguna manera su deambular ebrio y su balanceo evitaban perfectamente cualquier ataque que se dirigiera hacia él.