Las palabras de Bobby cambiaron la expresión de todos.
Esta era la razón por la cual Sarah lo había desafiado.
Era difícil imaginar la profunda impresión que él había dejado en ella. Otros no conocían su historia, pero Sarah había sido testigo de sus milagros de primera mano.
Por más que lo intentara, no podía derrotarlo.
Dale, Sarah, Vincent, Kyle, Gordon e incluso Noah—cualquiera de ellos podría haber sido un prodigio, sin embargo, Bobby era invencible.
Al menos así fue como Sarah lo sintió cuando se encontró con él en la ciudad de San Francisco en el Palacio Anderson.
Verlo de nuevo la hizo dudar de sí misma, y tenía que recuperar su orgullo y confianza.
—He esperado mucho tiempo por esto —le sonrió ella.
—Abe observó con un atisbo de celos. Era tan injusto —¿Por qué no me presta atención a mí? —se preguntaba—. ¿Qué tiene ese rata que yo no? ¿No les gustan a las mujeres los hombres poderosos como yo?