Dentro de los terrenos de la cumbre, Charlie se reía con arrogancia.
De las tres familias, muchos ya habían empezado a maldecir y a jurar.
Los ancianos que observaban se sentían tentados a intervenir, pero después de todo eran de la generación mayor. Incluso si vencían a Charlie y a sus secuaces, Las Tres Familias perderían respeto.
—¡Todos ataquen! —gritó uno de los jóvenes genios.
A su señal, un grupo de jóvenes cargó contra el trío arrogante.
Peng! Peng! Pah…
Pero antes de que siquiera se acercaran, fueron lanzados por los aires por la fuerza interna de Charlie. Había alcanzado el séptimo rango de la Senda Marcial, así que podía atacar a sus oponentes sin siquiera tocarlos.
—¡Ustedes genios no sirven para nada! —declaró—. ¡Me enfrentaré a todos ustedes!