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Chapter 70 - Episodio 70: Alfa

La Academia Alfa, conocida por ser una de las instituciones más prestigiosas y desafiantes, albergaba a los héroes más prometedores. En su seno destacaban los miembros de su grupo más fuerte, Momo Fogosa, la líder, y Helena, su sublíder. Ambas estaban rodeadas de compañeros de gran potencial: Profax, Tsuu, Shadix, y Amai Kuchibiru, quienes compartían un rasgo distintivo: un talento innato con habilidades relacionadas al fuego. Aunque sus verdaderos poderes aún no habían despertado por completo, sus capacidades eran innegables, y el emblema rojo de su academia simbolizaba la intensidad de su fuerza y pasión.

Mientras tanto, en la clase A-90, un grupo menor pero igualmente talentoso destacaba por dominar un elemento opuesto al fuego: el hielo. Amanda, Nana Yoroza, y Samueru formaban un trío único, casi perfeccionando sus habilidades heladas. La dicotomía entre el calor abrasador de los héroes de élite y el frío implacable de los estudiantes de la clase A-90 ofrecía un equilibrio interesante en la academia.

La Misión

La alarma de emergencia resonó por toda la Academia Alfa. Un mensaje claro y urgente llegó desde las autoridades superiores: una amenaza de origen desconocido se estaba desarrollando en una ciudad cercana, y la gravedad del caso requería la intervención de los mejores.

Momo Fogosa, como líder del grupo principal, reunió rápidamente a su equipo.

—Escuchen bien, esto no es un simulacro. Nos enfrentamos a algo que no podemos ignorar. Esta será nuestra oportunidad para demostrar por qué somos los mejores.

Helena, siempre tranquila pero decidida, tomó la palabra después de Momo.

—No sabemos exactamente con qué nos enfrentaremos, pero recuerden: el trabajo en equipo es nuestra mejor arma. Nadie actúa solo.

Al mismo tiempo, la clase A-90, liderada por Amanda, recibió órdenes de asistir en la misión como refuerzos. Aunque menos experimentados, su capacidad con el hielo los convertía en un recurso valioso para cualquier batalla.

—No somos los más fuertes de la academia, pero eso no significa que no podamos marcar la diferencia, —dijo Amanda, motivando a sus compañeros mientras se ajustaba los guantes de combate. Nana y Samueru asintieron, listos para demostrar su valía.

Encuentro con la Amenaza.

El grupo completo se trasladó al lugar de la emergencia. La ciudad estaba envuelta en caos, con edificios en llamas y calles cubiertas de escombros. En el epicentro de la destrucción se encontraba Nihil, el dios de las maldiciones, sentado en su trono improvisado de sangre y restos, observando con una sonrisa despectiva.

—Ah, más juguetes para mi diversión, —dijo Nihil al ver llegar a los héroes. —¿Cuántos más enviarán antes de aceptar que no pueden detenerme?

Momo Fogosa dio un paso adelante, sus ojos brillando con determinación.

—No importa quién seas o qué tan fuerte creas ser. Aquí es donde termina tu destrucción.

Con un movimiento rápido, encendió sus manos en un fuego rojo intenso que parecía reflejar la furia de su determinación. Helena se colocó a su lado, lista para apoyar con su increíble control de estrategias.

Al mismo tiempo, Amanda, Nana Yoroza, y Samueru tomaron posiciones. El contraste entre el fuego abrasador del grupo de Momo y el hielo frío y calculador de la clase A-90 era evidente mientras ambos equipos se preparaban para enfrentarse al enemigo.

—Cuidado con sus movimientos, —advirtió Helena al notar los cortes caóticos que seguían materializándose a su alrededor.

Nihil, divertido, se levantó de su trono y alzó ambas manos, invocando más energía maldita.

—Bien, demuéstrenme su poder, héroes. No les prometo que sobrevivirán.

La batalla estaba por comenzar, y tanto los héroes del fuego como los del hielo sabían que este enfrentamiento sería una prueba definitiva no solo de su fuerza, sino de su unidad.

El enfrentamiento seguía su curso con una brutalidad inhumana. Nihil no estaba descansando ni sentado en un trono; estaba en combate, enfrentando directamente a los héroes de la Academia Alfa y Beta. Cada uno de sus movimientos era preciso y letal, cortando el aire con ataques invisibles que desintegraban edificios y partían calles enteras en dos.

Los héroes apenas lograban mantenerse en pie. Katherine mantenía sus barreras energéticas al límite, bloqueando los cortes que se esparcían como ondas de destrucción. Momo Fogosa y Helena, cubiertas de heridas leves, intentaban acercarse, pero la presión de la batalla no les daba tregua.

Fue en medio de este caos que Catts y Karlata llegaron.

Desde un avión de transporte táctico, los dos hermanos descendían en paracaídas, listos para apoyar en la misión. Sin embargo, Nihil sintió su presencia antes de que siquiera tocaran el suelo. Con una sonrisa maliciosa, alzó su mano y, con un simple gesto, lanzó un corte invisible hacia el avión.

El aire vibró y, en una fracción de segundo, la aeronave se partió en dos. La fricción del corte generó una explosión masiva, envolviendo la estructura en llamas.

Desde el suelo, Samueru, Amanda y Nana Yoroza observaron con horror cómo el avión explotaba en el aire.

—¡No puede ser! —gritó Amanda.

—¡Mierda, Nihil los vio venir! —Samueru apretó los puños, cubriéndose con una capa de hielo para protegerse de los escombros.

Pero antes de que el pánico los dominara, dos figuras emergieron de entre las llamas. Catts y Karlata, con maniobras precisas, lograron esquivar la explosión en el último momento. Utilizando su energía para impulsarse en el aire, descendieron con velocidad y aterrizaron junto a los demás héroes.

—Maldito psicópata... —murmuró Karlata, con los ojos fijos en Nihil.

—¡Eso estuvo demasiado cerca! —rió Catts, sacudiéndose el polvo del uniforme.

Momo Fogosa y Helena los observaron con alivio, pero sin perder la concentración en la batalla.

—Bien, ya están aquí. No hay tiempo para descansar, Nihil sigue atacando. —dijo Momo, encendiendo sus manos en fuego.

—Vamos a acabar con esto. —añadió Helena, su mirada reflejando la determinación de una guerrera.

Nihil, en plena batalla, se giró para ver a los recién llegados. Su sonrisa se amplió al notar que el impacto de su ataque no había sido suficiente para matarlos.

—Oh, dos más se suman al baile. —dijo con burla. —Quizás esto se vuelva un poco más divertido.

La batalla estaba lejos de terminar. Con Catts y Karlata ahora en el campo de batalla, la Academia Alfa estaba lista para demostrar por qué eran considerados los héroes más fuertes en formación.

El enfrentamiento alcanzó un punto crítico. Dieciocho héroes alineados, listos para atacar simultáneamente, coordinados como un solo ente con un solo propósito: derrotar a Nihil.

Desde la distancia, sus cuerpos se convirtieron en un borrón de movimientos veloces, cada uno utilizando sus habilidades al máximo para alcanzar al enemigo. Momo Fogosa y Helena lideraban el ataque frontal, seguidas de Katski y Kyatto que iban por los flancos. Katherine y Amai Kuchibiru se mantenían a la defensiva, listas para reaccionar ante cualquier peligro.

Pero Nihil no se movió.

Se quedó en su lugar, con su expresión arrogante, como si el inminente ataque no fuera una amenaza real. Cada héroe lanzó su golpe al mismo tiempo, confiando en la fuerza del número, pero en el último segundo…

¡BOOM!

El suelo se partió bajo los pies de Nihil cuando se giró con una velocidad abrumadora, interceptando cada golpe con un contraataque personalizado.

Momo Fogosa lanzó un puñetazo de fuego a la cara, pero Nihil inclinó la cabeza y golpeó su estómago con una onda cortante, haciéndola escupir sangre.

Helena, con un tajo veloz, trató de cortarlo con su espada, pero Nihil atrapó la hoja con dos dedos y le propinó un rodillazo en la mandíbula, lanzándola hacia atrás.

Kyatto intentó un ataque de sombras, pero Nihil lo esquivó con un giro fluido y le dio un codazo en la espalda.

Katski vino por el lado izquierdo con un golpe reforzado, pero Nihil lo tomó del brazo y lo estrelló contra el suelo con fuerza descomunal.

Katherine, intentando defender a sus compañeros, creó una barrera protectora, pero Nihil la rompió con una simple presión de su dedo índice.

El ataque combinado que debió haber aplastado a Nihil en un solo golpe se convirtió en una masacre unilateral en cuestión de segundos.

Los héroes fueron derribados uno por uno, cayendo como piezas de dominó. Samueru, Nana Yoroza y Amanda intentaron aprovechar la apertura para congelar a Nihil con sus poderes de hielo, pero antes de que pudieran terminar, Nihil chocó sus palmas y desató una onda de choque que los mandó volando.

Catts y Karlata, los últimos en atacar, se movieron con velocidad superior al sonido, intentando cortar a Nihil desde dos direcciones. Pero Nihil los vio venir.

Con una precisión inhumana, atrapó a Karlata por el cuello y pateó a Catts en el estómago con tal fuerza que el joven héroe atravesó dos edificios antes de caer inconsciente en los escombros.

Finalmente, solo quedó Yarizel de pie, respirando con dificultad, observando cómo todos sus compañeros estaban en el suelo, derrotados.

Nihil sonrió con satisfacción, observando a los héroes caídos. Sus ojos rojos brillaban con una emoción oscura y primitiva.

—¿Eso es todo? —preguntó con burla, pasando la mirada por cada uno de los héroes. —Qué decepción… esperaba más de la "élite".

Yarizel apretó los puños con furia, su cuerpo temblando por la adrenalina. No podían rendirse. No ahora. No contra este monstruo.

Pero Nihil ya estaba avanzando hacia ella.

Nihil soltó a Karlata con un gesto despreocupado, como si ella nunca hubiera representado una amenaza real.

—Dividir. Maldición pura. Retroceso. Corte. —dijo con voz tranquila, sin siquiera cambiar de postura.

Parecía que no había hecho nada a Yarizel. Pero algo andaba mal.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, un mal presentimiento se apoderó de ella. Sintió un leve hormigueo en los brazos.

Luego, el mundo se desmoronó.

Un dolor punzante explotó en sus extremidades. Su brazo derecho y su brazo izquierdo cayeron al suelo sin previo aviso.

Por un segundo, Yarizel no entendió qué estaba pasando.

No había visto ningún ataque, ningún movimiento, nada.

Pero cuando miró hacia abajo, vio los dos miembros ensangrentados en el suelo. Su mente no podía procesarlo. Su cuerpo tembló. El dolor la alcanzó de golpe.

Un grito desgarrador escapó de su garganta mientras caía de rodillas. La sangre brotaba con fuerza, empapando el suelo y su ropa.

Nihil sonrió.

—Retroceso. —repitió con burla, inclinando la cabeza—. Tu cuerpo aún no ha entendido lo que pasó. Pero lo hará.

Los héroes observaban en shock, demasiado atónitos para reaccionar.

Katski y Kyatto intentaron moverse, pero sus heridas los mantenían en el suelo. Momo Fogosa trató de generar fuego, pero su energía estaba drenada. Karlata, aún en el suelo tras haber sido liberada, se arrastró con desesperación hacia Yarizel.

—¡Bastardo! —gritó Karlata, con lágrimas en los ojos—. ¡Déjala en paz!

Pero Nihil la ignoró. Solo tenía ojos para Yarizel.

—¿Sabes lo que es más divertido? —murmuró con malicia—. Tu cuerpo todavía no ha comprendido la orden completa.

Un nuevo dolor recorrió a Yarizel como una descarga eléctrica. Sus piernas comenzaron a temblar violentamente… y luego, sin más, se separaron de su cuerpo y cayeron al suelo.

Se había quedado sin extremidades.El grito de agonía que soltó fue aterrador.La sangre cubría el campo de batalla.Los héroes observaban con horror.

Nihil sonrió. Aunque su dominio anterior había desaparecido, se dio cuenta de que podía perfeccionar su técnica.

Con calma, levantó su brazo derecho y posicionó los dedos en el Tampak Samping Mudra, un gesto que canalizaba el poder de las maldiciones.

—Caos Inconmensurable Eterno.

El aire tembló.

Un estallido de energía oscura se expandió en todas direcciones, encerrando a todos los héroes en un dominio nuevo. Las sombras se retorcían como si tuvieran vida propia, absorbiendo la luz y aislándolos del mundo exterior.

Los héroes sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos.

Este dominio era diferente. Más refinado. Más preciso. Más letal.

El concepto de corte no solo persistía, sino que se había perfeccionado.

—¿Pueden verlo? —preguntó Nihil con una sonrisa siniestra—. Los cortes ahora son invisibles.

Yulisa Zero entrecerró los ojos. Intentó enfocar su vista, buscarlos. Pero no había nada.

Nada hasta que fue demasiado tarde.

Una línea delgada y limpia apareció en su brazo sin previo aviso. Luego, su piel se abrió sola, dejando escapar un chorro de sangre.

Yulisa apretó los dientes para no gritar.

Los cortes eran invisibles y más precisos que nunca.

Katski intentó moverse. Sintió un ardor en la pierna… y de repente se separó de su cuerpo, cayendo al suelo sin que él siquiera entendiera lo que había pasado.

—¡¿Qué demonios es esto?! —rugió Profax, retrocediendo.

Pero Nihil solo los observaba con diversión.

—Es el principio del verdadero caos.

Los héroes apenas podían reaccionar.

Yulisa Zero, Yarizel, Kyatto, Lila Kamatose, Ces, Sutāba Bumūn, Katski y Katherine se movían desesperadamente, intentando protegerse. Pero los cortes eran demasiado rápidos.

Cada movimiento que hacían era castigado instantáneamente.

Los cortes iban más allá de la velocidad de la luz, haciéndolos prácticamente inevitables.

Yarizel intentó levantar una barrera.

—¡Refuerzo absoluto!

Una cúpula de energía se materializó alrededor de ellos. Pero la ilusión de seguridad duró solo un segundo.

Los cortes atravesaron la barrera como si fuera papel.

—¡No puede ser! —exclamó Katherine, viendo su brazo abrirse solo desde el hombro hasta la muñeca.

La sangre manchó el suelo.

Sutāba Bumūn intentó esquivar moviéndose a su máxima velocidad, pero algo invisible le perforó el abdomen, haciéndolo escupir sangre.

Kyatto dio un paso atrás, tambaleándose.

—No hay forma… —murmuró, sintiendo cómo sus piernas comenzaban a fallarle.

Nihil solo sonrió.

—¿Ven lo que pasa cuando el verdadero caos se desata?

Katski intentó contraatacar con un puño lleno de energía, pero antes de que pudiera golpear, su mano se separó de su brazo en un corte limpio y perfecto.

Los héroes se estaban desmoronando.

Y Nihil… solo estaba jugando con ellos.

El campo de batalla era un infierno de cortes invisibles.

Helena, Profax, Tsuu, Momo Fogosa, Shadix y Amai Kuchibiru intentaban desesperadamente esquivar. Cada uno de sus movimientos era castigado instantáneamente por los cortes que se multiplicaban en cuanto se acercaban a Nihil.

—¡No podemos tocarlo! —gritó Momo Fogosa, retrocediendo al ver cómo un corte cruzaba su muslo, dejando una herida profunda.

Pero ninguno se detuvo.

Intentaron golpearlo desde distintos ángulos, buscando una apertura, pero Nihil ni siquiera se movía. Solo sonreía.

Amanda, Nana Yoroza y Samueru alzaron sus manos al unísono.

—¡Congelación absoluta!

Un aluvión de hielo cubrió todo el espacio, una técnica diseñada para paralizar al enemigo en un instante. Pero el hielo nunca lo tocó.

Los cortes despedazaron la ráfaga helada antes de que pudiera llegar a Nihil.

—¿Eso era todo? —Nihil suspiró con aburrimiento—. Qué decepcionante.

Catts y Karlata jadeaban, sintiendo el peso del caos. Cada fibra de sus cuerpos temblaba al intentar soportar la presión de la técnica de Nihil.

El aire era denso. El tiempo parecía ralentizarse. Y en el centro de todo… Nihil seguía riendo.

Catts apenas tuvo tiempo de reaccionar. Nihil apareció frente a él en un parpadeo, su mano envuelta en una energía oscura.

—¿Sabes? —susurró Nihil con una sonrisa burlona—. Siempre quise probar algo nuevo.

Antes de que Catts pudiera esquivar, Nihil tocó su frente con dos dedos. Una onda de energía recorrió su cuerpo.

El dolor fue instantáneo.

Catts gritó, sintiendo cómo cada célula de su cuerpo se retorcía, deformándose en algo completamente diferente. Su estructura ósea cambió, su piel se tornó más suave, su cabello se alargó y su voz se volvió más aguda.

Cuando el proceso terminó, Catts cayó de rodillas al suelo, jadeando.

Sus manos temblorosas recorrieron su propio cuerpo. Ya no era él.

Ahora era ella.

Nihil se rió con crueldad.

—Irreversible, por cierto. —le dijo con burla—. Espero que te acostumbres a tu nueva realidad.

Karlata miraba con horror a su hermano, ahora convertida en una mujer. Los demás héroes se quedaron sin palabras.

Nihil solo se cruzó de brazos, disfrutando el caos que acababa de sembrar.

Nihil observó con satisfacción su obra. El dominio se disipó, dejando tras de sí un campo de batalla cubierto de escombros, sangre y cuerpos destrozados. Los héroes apenas podían moverse, jadeantes, algunos heridos, otros en shock.

—Fue divertido. Será hasta la próxima. —dijo Nihil con una sonrisa torcida, dándose la vuelta sin prisa.

Los héroes no pudieron hacer nada. Algunos intentaron moverse, pero sus cuerpos no respondían.

Nihil levantó una mano, creando un portal oscuro con energía maldita. El vórtice giró con un sonido grave y distorsionado, como si estuviera devorando la realidad misma. Sin mirar atrás, Nihil dio un paso y desapareció dentro.

—Nos veremos pronto. —fue lo último que dijo antes de que el portal se cerrara, dejando a los héroes con su humillante derrota.

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En el refugio de Nyx'thoran…

Nihil salió del portal y respiró hondo. El aire aquí era denso, pesado, cargado de una presencia antigua y oscura. El dios y entidad Nyx'thoran lo esperaba en lo más profundo del refugio, rodeado de sombras vivientes que parecían susurrar en lenguas olvidadas.

—Has hecho bien, Nihil. —su voz retumbó en la vasta oscuridad—. Los héroes han probado la desesperación.

Nihil se inclinó con respeto, pero con una sonrisa arrogante.

—Y esto es solo el comienzo.

El campo de batalla era un desastre.

Yulisa Zero, Yarizel, Kyatto, Lila Kamatose, Ces, Sutāba Bumūn, Katski y Katherine apenas podían mantenerse en pie. Yarizel, sin sus dos brazos, miraba el vacío con una mezcla de dolor y shock, incapaz de procesar su pérdida.

Helena, Profax, Tsuu, Momo Fogosa, Shadix y Amai Kuchibiru también estaban al borde del colapso. Sus cuerpos cubiertos de heridas profundas, carne expuesta, piel rasgada. Algunos intentaban taponar el sangrado, otros simplemente se quedaron arrodillados, respirando con dificultad.

Amanda, Nana Yoroza y Samueru no estaban en mejores condiciones. Sus cuerpos marcados por cortes sangrantes, ropas destrozadas. Nana Yoroza observó sus manos temblorosas, dándose cuenta de la ausencia de sus dos dedos del medio.

Catts… ya nunca volvería a ser hombre. El cambio era absoluto, irreversible. Su respiración era errática, una mezcla de incredulidad y furia.

Karlata tenía un corte profundo en los labios y varias heridas dispersas en su cuerpo, la sangre manchando su rostro y ropa.

El grupo entero quedó en silencio, solo el sonido del viento y las ruinas cayendo rompían la quietud.

Nihil había ganado.

Y lo peor de todo… era que se había ido como si nada, sin una sola herida.

Fin.