Murasaki extendió su mano hacia Aracely, ayudándola a levantarse mientras ambas compartían una mirada de determinación. Aunque la pérdida de sus seres queridos aún pesaba en sus corazones, sabían que no podían permitirse vacilar. Era momento de pelear con todo lo que tenían.
"Es hora de acabar con esto", dijo Murasaki mientras el aura de su energía comenzaba a intensificarse, envolviéndola en un resplandor intimidante. Aracely, con los ojos llenos de fuego y lágrimas reprimidas, asintió, sintiendo cómo su propio poder se elevaba al máximo.
Del otro lado, Kats, Dark Murasaki y Evil Aracely, con sonrisas maliciosas en sus rostros, se prepararon para el enfrentamiento definitivo. La energía a su alrededor se arremolinaba de manera caótica, reflejando la sed de destrucción que emanaban.
Sin necesidad de palabras, las tres villanas salieron disparadas hacia Aracely y Murasaki como una tormenta desatada, sus ataques resonando en el aire con una ferocidad abrumadora. Aracely y Murasaki se lanzaron al frente para interceptarlas, desatando un choque de poderes tan intenso que el suelo comenzó a temblar bajo sus pies.
La batalla estaba por alcanzar su punto máximo, y con cada golpe que resonaba en el campo de batalla, el destino de ambos bandos se definía un poco más.
En medio de la intensa batalla, Anahí y Lupe hicieron su aparición, interrumpiendo el caos con determinación reflejada en sus rostros. Ambas avanzaron con firmeza, sabiendo que su intervención era crucial para equilibrar la balanza.
Kats, Dark Murasaki y Evil Aracely las vieron con miradas despectivas, pero sus sonrisas siniestras demostraban que no se detendrían ante nadie. "¿Más sacrificios? Esto será divertido", dijo Kats con burla antes de lanzarse, seguida de Dark Murasaki y Evil Aracely, hacia las recién llegadas.
Mientras las tres villanas se lanzaban con todo su poder hacia las dos nuevas combatientes, Murasaki aprovechó la distracción para arrodillarse junto a Aracely, sus manos brillando con una suave energía curativa. "Tranquila, esto no termina aquí", le susurró, concentrándose en sanar sus heridas lo mejor que podía para que estuviera lista para volver al combate.
Anahí y Lupe, por su parte, esquivaban los ataques iniciales de sus enemigas con movimientos precisos, esperando el momento oportuno para contraatacar. La batalla apenas comenzaba para ellas, y aunque sabían que el enemigo era formidable, no pensaban retroceder.
Murasaki y Aracely, completamente recuperadas y listas para volver al combate, observaron con horror e impotencia los desesperantes momentos en los que Anahí y Lupe enfrentaban la brutalidad de sus enemigas. Kats, con una sonrisa sádica, golpeó a las dos chicas con tal fuerza que las dejó vulnerables. Aprovechando la oportunidad, perforó sus pechos con movimientos precisos y despiadados.
Evil Aracely y Dark Murasaki no tardaron en unirse a la masacre. Ambas lanzaron ataques de energía directa hacia Anahí y Lupe, atrapándolas en dos esferas de energía que brillaban intensamente, como si quisieran mostrar la desesperación de quienes estaban dentro. Sin mostrar piedad, las villanas comenzaron a golpear las esferas de energía como si fueran simples pelotas, lanzándolas de un lado a otro con una sincronización impecable y cruel.
Cada golpe resonaba en el aire como un eco de la violencia que dominaba el campo de batalla. Finalmente, ambas villanas, con precisión calculada, sincronizaron un último golpe devastador, enviando las esferas directo al suelo con una fuerza abrumadora. La explosión resultante iluminó el lugar, y cuando el resplandor se disipó, no quedó rastro de Anahí y Lupe. Habían muerto en su totalidad.
Murasaki y Aracely apretaron los puños con rabia y dolor, sus cuerpos temblando por la ira y la impotencia de haber presenciado el cruel destino de sus aliadas. Pero en ese momento, también sintieron una renovada determinación: la batalla aún no había terminado, y harían todo lo posible por detener a sus enemigas.
Law llegó al lugar, su cuerpo aún resentido por las heridas, pero con una determinación inquebrantable que se reflejaba en sus ojos. Cada paso que daba parecía pesado, pero el fuego de proteger a su hija y enfrentar a sus enemigos lo mantenía en pie. Al ver a Aracely y Murasaki listas para combatir, se plantó a su lado con una sonrisa cansada pero llena de orgullo.
"Estoy aquí, hija", dijo en voz firme, su mirada encontrándose con la de Aracely. A pesar del caos y la tragedia que los rodeaba, esas palabras llevaban un peso emocional profundo, como un juramento de que no estaba solo en esta batalla.
Con una leve sonrisa, Law alzó sus manos, canalizando la energía natural que había despertado antes. "No vamos a dejar que nadie más nos quite lo que amamos", afirmó, mientras su poder empezaba a manifestarse una vez más, rodeándolo en un aura intensa de elementos entrelazados. La batalla no había terminado, y él estaba dispuesto a darlo todo por proteger a los que aún quedaban a su lado.
Law, decidido y lleno de determinación, se lanzó contra Dark Murasaki con una fuerza inesperada, impactando con rapidez y precisión en su rostro y torso. Aprovechando su ventaja, la tomó por el cabello, girándola con violencia en su propio eje como si fuera una rueda, acumulando velocidad antes de lanzarla con fuerza hacia una montaña cercana, donde su cuerpo impactó con un estruendo que resonó por todo el lugar.
Mientras tanto, Aracely, consumida por la ira y el dolor, desató toda su furia sobre Evil Aracely. Con un grito cargado de frustración y poder, se lanzó contra su contraparte malvada, golpeándola con tanta fuerza que la envió volando varios metros. No dejó que la distancia fuera un obstáculo, canalizó su energía en un ataque de aire comprimido dirigido directamente al plexo solar de Evil Aracely. El impacto fue tan fuerte que la proyectó hacia una montaña, que resultó ser un volcán inactivo. El eco del choque se mezcló con un ominoso crujido proveniente del volcán, como si las fuerzas desatadas por las combatientes estuvieran a punto de despertar algo más.
Kats y Murasaki se mantuvieron firmes, inmóviles como estatuas, mientras sus energías comenzaban a chocar en el aire. Murasaki, la diosa de la electricidad y de la prisión, apretó los dientes con furia. Su mirada chispeaba con rayos azulados que serpenteaban alrededor de su cuerpo.
—No me ganarás, maldita —espetó, su voz cargada de odio.
Enfrente de ella, Kats, la mejor sicaria humana, permanecía serena. Bendecida por Nyx'thoran, una entidad oscura y antigua que rivalizaba incluso con el poder de Jehová, su presencia parecía envolver el ambiente en un manto de tinieblas.
—Ya lo sabes, ¿no? Tus amigos están luchando... pero los otros ya murieron —dijo Kats con una calma escalofriante, mientras sus palabras caían como cuchillos en los oídos de Murasaki—. No podemos hacer nada por ellos.
La diosa permaneció en silencio por un instante, procesando lo que acababa de escuchar, mientras un destello de duda cruzaba por su rostro. Kats, al notar la mínima vacilación, sonrió de lado, un gesto que parecía burlón y amenazante a la vez.
—Ahora, pongámonos serias. Dime, Murasaki... ¿por qué vives ahora en el planeta Tierra? —continuó Kats, su tono afilado como una navaja—. Ah, y casi se me olvida... ¿quieres a tu gato?
El corazón de Murasaki dio un vuelco. La pregunta resonó en su mente, pero no como una simple curiosidad, sino como una amenaza velada. "Mataré a tu gato", eso era lo que significaba. Era una declaración de guerra.
Murasaki apretó los puños, sintiendo cómo la electricidad en su interior comenzaba a desbordarse. Sus pensamientos se enfocaron en proteger aquello que aún le importaba.
—No te atrevas... —susurró, con una voz que parecía un trueno contenido—. Si tocas un solo pelo de él, te prometo que jamás volverás a pronunciar una palabra.
Ambas se miraron, los ojos de una ardiendo con chispas y los de la otra oscurecidos por la malicia de Nyx'thoran. La tensión en el aire era palpable. La batalla no había comenzado aún, pero ambas sabían que no habría piedad cuando lo hiciera.
Kats soltó una risa burlona mientras sus ojos brillaban con la oscura energía de Nyx'thoran.
—Atrápame, si puedes, diosa —dijo con una sonrisa provocadora antes de dar media vuelta y salir corriendo.
En cuestión de segundos, Kats despegó, elevándose por los cielos con una velocidad imposible para un humano común. Su silueta, envuelta en una energía oscura, desapareció rápidamente en el horizonte.
—¡No te atrevas! —gritó Murasaki, dándose cuenta de las intenciones de Kats. Su corazón se aceleró cuando comprendió hacia dónde se dirigía: su casa, donde estaba su gato.
Sin pensarlo dos veces, Murasaki canalizó todo su poder. Relámpagos comenzaron a danzar alrededor de su cuerpo, formando un aura eléctrica. Su energía se desbordó en un estallido que la propulsó hacia el cielo, siguiendo el rastro de Kats.
El viento golpeaba su rostro con violencia mientras alcanzaba una velocidad cegadora. Murasaki no podía permitirse que Kats llegara primero. Sabía que no se trataba solo de un ataque a su mascota, sino de una amenaza hacia lo que le quedaba de humanidad, de vulnerabilidad.
Mientras volaba, podía sentir la presencia de Kats, cada vez más cerca de su hogar.
—¡Kats! —rugió con furia, su voz retumbando como un trueno en el cielo—. ¡Si tocas a mi gato, te juro que no saldrás viva de esto!
Kats, al escucharla, giró levemente la cabeza mientras mantenía su vuelo. Su sonrisa se ensanchó al ver la desesperación de Murasaki.
—Entonces, date prisa, diosa. Quizá llegues a tiempo... o quizá no. —Sus palabras eran tan frías como el filo de una daga.
Murasaki redobló sus esfuerzos, la electricidad crepitando a su alrededor mientras aceleraba aún más. Era una carrera contrarreloj, y la tensión en el aire era tan intensa que parecía que el cielo mismo estaba a punto de romperse.
Kats volaba con una sonrisa arrogante, observando cómo Murasaki la alcanzaba con una velocidad electrizante. La diosa de la electricidad, envuelta en una tormenta de relámpagos, se adelantó y lanzó un golpe directo a Kats con toda su fuerza.
Sin embargo, Kats, con los reflejos perfeccionados por Nyx'thoran, inclinó su cuerpo en el último momento, esquivando el ataque por centímetros.
—Demasiado lenta, diosa. —Kats susurró con una frialdad que hizo que la rabia de Murasaki se intensificara.
Aprovechando la apertura, Kats giró con agilidad y lanzó un golpe certero con su puño cerrado a la sien de Murasaki. El impacto fue brutal. La diosa quedó aturdida, tambaleándose en el aire mientras la electricidad que la rodeaba comenzaba a dispersarse de manera descontrolada.
—¿Eso es todo lo que tienes? —burló Kats mientras, sin darle tiempo a reaccionar, le propinó un poderoso golpe en el pecho.
El impacto fue devastador. La fuerza del golpe lanzó a Murasaki por los aires como un cometa descontrolado, atravesando el cielo y recorriendo varios kilómetros antes de estrellarse violentamente contra el suelo, creando un cráter que levantó una nube de polvo y escombros.
Kats, sin perder un segundo, aceleró su vuelo hacia la casa de Murasaki. Su sonrisa maliciosa se ensanchaba mientras sentía que la victoria estaba a su alcance.
—Ese gato tuyo... me pregunto cuánto tiempo le queda —dijo para sí misma mientras su energía oscura crepitaba a su alrededor.
Pero en lo profundo de su mente, Kats sabía que Murasaki no se quedaría caída por mucho tiempo. La diosa de la electricidad era poderosa, pero Kats confiaba en su experiencia y en la bendición de Nyx'thoran para mantener la ventaja. La carrera continuaba, y la sangre hervía en ambos lados, mientras una batalla de emociones, orgullo y poder se desataba en el cielo.
Kats aterrizó frente a la casa de Murasaki con una velocidad y fuerza que hicieron añicos la puerta principal. Los fragmentos de madera y metal volaron por el aire mientras Kats avanzaba con paso firme, su mirada fija en su objetivo.
Al entrar, el ambiente era silencioso y tranquilo, como si el caos que había desatado afuera no pudiera penetrar las paredes del hogar. Entonces, sus ojos se posaron en el gato de Murasaki, un pequeño felino de pelaje esponjoso y claro que dormía plácidamente sobre un cojín.
Kats avanzó lentamente hacia él, con una sonrisa torcida en el rostro. El gato, ajeno al peligro que lo rodeaba, ni siquiera se movió. Fue entonces cuando Kats notó el collar que llevaba en el cuello. Se inclinó ligeramente y leyó la placa grabada: Lemillion.
—¿Lemillion? —repitió Kats en voz alta, arqueando una ceja con curiosidad—. Qué nombre más raro para un felino.
Se cruzó de brazos, observando al gato por un momento. La ironía de la situación no le pasó desapercibida. Este pequeño ser era lo que mantenía a Murasaki luchando con tanta furia. Algo tan simple, tan mundano, y sin embargo, tan valioso para una diosa.
—¿Sabes? No eres gran cosa, pero parece que significas demasiado para ella. Qué patético... —murmuró Kats, mientras su mano comenzaba a brillar con la oscura energía de Nyx'thoran.
Antes de que pudiera hacer algo más, un estruendo se escuchó a lo lejos. Kats giró la cabeza rápidamente hacia la ventana rota. Murasaki estaba volando hacia la casa a una velocidad impresionante, envuelta en un torbellino de relámpagos y con una mirada que prometía devastación.
—Vaya, parece que mamá ha vuelto. Esto será interesante —dijo Kats, con una sonrisa de satisfacción mientras se preparaba para el inevitable enfrentamiento.
Kats no perdió tiempo. Viendo que Murasaki se acercaba a una velocidad increíble, susurró con frialdad:
—Perforación.
Antes de que Murasaki pudiera reaccionar, Kats cargó hacia ella, aprovechando su impulso y velocidad. Justo cuando Murasaki estaba por lanzar un golpe, Kats inclinó su cabeza hacia adelante y la impactó con la suya. El golpe resonó como un trueno, haciendo que Murasaki se tambaleara, aturdida por el brutal impacto.
—¿Eso es todo lo que tienes, diosa? —dijo Kats con una sonrisa oscura mientras aprovechaba el momento de vulnerabilidad.
Con rapidez, canalizó la energía maligna de Nyx'thoran y lanzó su ataque. Su mano perforó el pecho de Murasaki con una fuerza devastadora. La diosa gritó de dolor mientras una corriente de sangre comenzó a fluir de su herida.
—Débil... pensé que una diosa sería más resistente. —Kats soltó una carcajada burlona mientras daba una poderosa patada al abdomen de Murasaki, enviándola estrellándose contra la pared.
Con Murasaki temporalmente fuera de combate, Kats giró hacia el gato, Lemillion, que ahora estaba despierto y observaba la escena con curiosidad. Kats sacó un pequeño frasco de veneno para ratas, agitando el líquido oscuro frente al gato.
—Bien, hagamos esto a la antigua. —Kats destapó el frasco y vertió el contenido sobre un pequeño trozo de comida que encontró cerca. Se lo acercó a Lemillion, que, inocente, empezó a comer sin dudar.
El gato, creyendo que era comida normal, tragó el veneno. Kats se quedó observándolo con una sonrisa de satisfacción.
—Veamos cuánto tiempo te queda, criatura insignificante. —Dijo mientras miraba a Murasaki, quien comenzaba a recuperarse lentamente, su furia creciendo con cada segundo.
Murasaki, sangrando y temblando de rabia, levantó la vista hacia Kats, viendo cómo el veneno ya había sido ingerido por su gato.
—Te... mataré —dijo con una voz llena de ira, mientras la electricidad a su alrededor comenzaba a intensificarse peligrosamente.
Kats observó con frialdad cómo el veneno comenzaba a hacer efecto en el pequeño cuerpo de Lemillion. El gato, débil y tembloroso, dejó escapar un leve maullido antes de recostarse, incapaz de resistir el veneno que circulaba por su cuerpo.
Murasaki, al ver esto, lanzó un grito lleno de desesperación y rabia, rodeada por un aura eléctrica que crepitaba violentamente. Se lanzó contra Kats con toda su fuerza, pero Kats, siempre un paso adelante, la interceptó con un puñetazo directo al rostro.
El impacto fue brutal, enviando a Murasaki volando por los aires, atravesando otra pared de su propia casa y cayendo a varios metros de distancia. La diosa chocó contra el suelo, jadeando por el dolor y el agotamiento, pero con la furia aún ardiendo en sus ojos.
Kats, ahora sola con Lemillion, se arrodilló junto al pequeño gato. Su expresión cambió, mostrando una calma extraña y casi melancólica. Extendió una mano y comenzó a acariciar suavemente al gato mientras este luchaba por respirar.
—Sabes... no era nada personal. —Kats murmuró, con una voz más baja de lo habitual—. Solo quería ver hasta dónde podía romperla... Hasta dónde llegaría una diosa por algo tan simple como tú.
Lemillion, apenas consciente, ronroneó débilmente ante el tacto de Kats. Esto hizo que ella soltara una breve carcajada, casi como si encontrara absurda la situación.
—Tonto felino... incluso al final, sigues confiando en cualquiera que te muestre un poco de amabilidad.
Mientras el gato daba su último aliento, Kats lo acarició una última vez antes de levantarse. Alzó la mirada hacia donde estaba Murasaki, sabiendo que la batalla estaba lejos de terminar, pero con la satisfacción de haber causado un golpe devastador en su enemigo.
—Bien, diosa. ¿Sigues creyendo que puedes salvar algo? —dijo Kats, con una sonrisa de satisfacción mientras esperaba que Murasaki volviera para enfrentarse al siguiente round.
Kats observó el cuerpo inerte de Lemillion, y un suspiro escapó de sus labios. Con una mirada fría, se levantó, limpiándose el polvo de las manos mientras contemplaba el caos a su alrededor.
—Qué lindo, ¿no? —murmuró, más para sí misma que para nadie más, su tono cargado de una mezcla de burla y satisfacción.
De repente, su expresión cambió. Chasqueó los dedos y colocó su puño contra la palma de su otra mano, generando un sonido seco y resonante. La energía oscura de Nyx'thoran se acumuló rápidamente a su alrededor, distorsionando el aire y el suelo bajo sus pies.
—Vamos a dejar esto limpio. —Sonrió con malicia.
En un instante, una gravedad abrumadora descendió sobre la casa. Las paredes, los muebles y todo lo que estaba dentro empezaron a crujir y colapsar bajo la presión. El techo se desplomó, y el suelo se partió en pedazos mientras la fuerza gravitacional aplastaba todo en su radio.
El cuerpo de Lemillion, aún reposando en el suelo, fue arrasado junto con los restos de la casa. La intensidad de la gravedad lo dejó completamente desparramado, mezclado entre los escombros. En cuestión de segundos, lo que una vez fue el hogar de Murasaki quedó reducido a un montón de ruinas deformadas.
Kats dio un paso atrás, contemplando su obra con una satisfacción fría.
—Una diosa sin su casa... y sin su pequeño amigo. —Dijo en voz baja, girándose lentamente para enfrentar a Murasaki, que se acercaba tambaleándose entre las sombras, con una mezcla de dolor, furia y desesperación en sus ojos.
La electricidad que rodeaba a Murasaki se intensificó, iluminando la noche como un sol furioso.
—Te voy a matar, Kats. —rugió Murasaki, con una voz llena de ira y promesa.
Kats simplemente sonrió, su energía oscura vibrando a su alrededor.
—Adelante. Inténtalo. —Su tono era desafiante, mientras se preparaba para el siguiente asalto, sabiendo que ahora había llevado a Murasaki al límite.
Kats, de pie entre los escombros, no podía evitar soltar una carcajada burlona mientras pateaba un pedazo del collar de Lemillion entre los restos.
—¿Era esto lo que protegías con tanto ahínco? —dijo con un tono sarcástico, sosteniendo el fragmento del collar con una sonrisa cruel—. Qué patético. Una diosa... arruinada por un simple animal.
Mientras hablaba, un cambio en el ambiente comenzó a hacerse evidente. La temperatura subió de forma dramática, y el aire se volvió denso, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse.
Murasaki apareció entre el polvo y los escombros, caminando lentamente hacia Kats. Su mirada estaba fija, sus ojos brillaban como relámpagos y su cuerpo temblaba. Cada paso que daba hacía que el suelo bajo sus pies se agrietara, y el aura eléctrica que la rodeaba crepitaba con un poder peligroso, casi incontrolable.
—¿Te divierte esto, Kats? —dijo Murasaki, su voz baja, pero cargada de una furia contenida—. ¿Crees que esto es un juego?
El poder de Murasaki comenzó a desbordarse, como un jarrón lleno de lava a punto de estallar. La electricidad que la rodeaba se intensificó, formando arcos de energía que destrozaban todo a su alrededor. Las ruinas comenzaron a vibrar, y pequeñas explosiones se producían a medida que la energía de Murasaki alcanzaba sus límites.
Kats, aunque consciente del peligro, sonrió con desdén, dando un paso hacia adelante.
—Oh, parece que la diosa está molesta. —Su tono seguía siendo burlón—. ¿Qué harás ahora, Murasaki? ¿Vas a llorar más por tu lindo gatito?
Murasaki detuvo su avance y bajó la cabeza, sus puños apretados con tanta fuerza que sus uñas perforaron la piel de sus manos. La electricidad que la rodeaba ahora era como un huracán de energía, y un rugido gutural salió de su garganta, lleno de rabia y dolor.
—Ya no hay límites, Kats. —dijo finalmente, levantando la cabeza, su rostro marcado por lágrimas que brillaban como relámpagos—. Te haré pagar por todo... por cada burla, por cada herida, por cada vida que has destrozado.
El suelo bajo Murasaki explotó en un estallido de energía, enviando una onda expansiva que alcanzó a Kats. Por primera vez, la sonrisa de Kats se desvaneció ligeramente mientras su oponente liberaba un poder más allá de cualquier cosa que hubiera enfrentado antes.
Murasaki desapareció en un destello de electricidad pura, su velocidad ahora imposible de seguir incluso para los ojos de Kats. Antes de que Kats pudiera reaccionar, Murasaki ya estaba frente a ella, su puño cargado con una energía tan densa que el aire mismo crujió a su alrededor.
Con toda su furia acumulada, Murasaki lanzó un golpe devastador directamente al pecho de Kats. El impacto fue tan poderoso que el sonido de huesos rompiéndose resonó como un trueno. Kats, por primera vez, sintió un dolor tan agudo que su sonrisa burlona se desvaneció al instante, reemplazada por una mueca de dolor.
El golpe no solo rompió el tórax de Kats, sino que la envió volando con una fuerza descomunal. Su cuerpo atravesó edificios como si fueran de papel, dejando tras de sí una línea de destrucción mientras seguía siendo arrastrada por la potencia del golpe. Finalmente, su vuelo terminó cuando impactó contra una montaña lejana, destrozando su cima en una explosión de roca y polvo.
Murasaki, aún en el lugar del impacto inicial, respiraba con dificultad, pero sus ojos brillaban con una mezcla de furia y determinación. Su electricidad chisporroteaba alrededor de su cuerpo, iluminando las ruinas y el cielo como si fuera una tormenta viviente.
—Eso fue solo el principio, Kats. —murmuró, con la voz cargada de ira—. Te voy a hacer desear nunca haber cruzado mi camino.
Desde la distancia, Kats se levantaba lentamente entre los escombros de la montaña. Su cuerpo estaba cubierto de sangre, y su tórax claramente destrozado, pero aún así, una risa baja y gutural escapó de sus labios.
—Hehe... interesante... —dijo Kats, tambaleándose mientras su energía oscura comenzaba a rodearla una vez más—. Parece que esta pelea será más divertida de lo que pensaba.
Ambas se preparaban para el próximo round, sus energías chocando desde la distancia como dos fuerzas colosales listas para destruirlo todo.
Murasaki no perdió tiempo con palabras. Con un destello cegador de electricidad, apareció frente a Kats, cuyo cuerpo apenas se mantenía firme. Antes de que Kats pudiera reaccionar, Murasaki lanzó un golpe brutal al rostro, arrastrándola violentamente contra el suelo. La fricción creó un surco profundo en la tierra mientras Kats era empujada como un muñeco de trapo, su cuerpo chocando contra rocas y escombros.
Murasaki no se detuvo. Girando sobre sí misma con una agilidad sobrenatural, tomó a Kats por el brazo y la golpeó contra el suelo con una fuerza que sacudió todo el terreno alrededor. La tierra se quebró bajo el impacto, creando un cráter masivo que liberó una nube de polvo y escombros en todas direcciones.
Sin darle tiempo a recuperarse, Murasaki se elevó ligeramente y, con una precisión letal, lanzó una patada directa al estómago de Kats. El impacto fue tan devastador que se escuchó el crujido interno de órganos y arterias desgarrándose bajo la presión. Kats escupió sangre, su cuerpo convulsionándose por el dolor mientras caía al suelo, incapaz de moverse.
Murasaki la observó desde arriba, su electricidad aún chisporroteando a su alrededor, iluminando el campo de batalla. Su rostro seguía siendo una máscara de determinación, pero sus ojos estaban llenos de una furia incontrolable.
—Esto es por Lemillion... —murmuró, su voz apenas un susurro que cargaba todo el peso de su venganza.
Kats, pese a su estado crítico, levantó la mirada hacia Murasaki. Su sonrisa, aunque débil, seguía ahí, como si aún se burlara de su oponente incluso al borde de la derrota.
—Nada mal... —tosió Kats, escupiendo más sangre—. Pero... esto no ha terminado todavía.
Sin embargo, su cuerpo ya no respondía como antes. Cada movimiento que intentaba hacer era lento, torpe, mientras el veneno de los ataques de Murasaki y sus heridas internas comenzaban a cobrarle factura.
Kats, tambaleante y con sangre escurriendo de sus heridas, intentó lanzar un golpe desesperado hacia Murasaki, pero la diosa de la electricidad se movió con precisión impecable, cubriéndose sin esfuerzo. Con un contraataque devastador, Murasaki devolvió el impacto con veinte veces más fuerza, enviando a Kats volando violentamente contra un muro de rocas, el cual se desmoronó bajo la fuerza del impacto.
Antes de que Kats pudiera siquiera respirar, Murasaki apareció frente a ella en un parpadeo, su figura envuelta en un aura eléctrica deslumbrante. Con un movimiento de sus manos, extendió su poder por el área, envolviendo todo en un dominio de energía eléctrica. El interior del dominio era una visión impresionante, con constelaciones y galaxias flotando en un espacio infinito, como si Murasaki hubiese arrancado un fragmento del universo y lo hubiese traído a la batalla.
Murasaki, con una mezcla de furia y control absoluto, comenzó a ejecutar un baile intenso y provocador. Sus movimientos eran fluidos y poderosos, cada paso resonando como un trueno dentro del dominio. En un instante, lanzó un puñetazo directo a un reflejo de sí misma que, como una proyección de pura energía, golpeó a Kats con una fuerza tan brutal que la dejó al borde de la muerte, su cuerpo ya incapaz de resistir más.
Sin detenerse, Murasaki ejecutó un paso lunar invertido, deslizándose hacia atrás con una gracia sobrenatural, mientras giraba con velocidad vertiginosa. De su giro nacieron múltiples bolas de energía eléctrica, cada una pulsando con una fuerza inmensa. Estas esferas comenzaron a expandirse como si fueran universos en formación, cargadas con el poder destructivo de las estrellas mismas.
Finalmente, Murasaki concentró toda su energía en un último ataque. Con un giro elegante, lanzó un puñetazo directo al pecho de Kats, perforando su torso y dejando un agujero gigantesco en su cuerpo. La fuerza del golpe fue tan colosal que el cuerpo de Kats fue lanzado fuera del dominio, atravesando la atmósfera y siendo enviado al espacio exterior, donde quedó flotando, inerte, su vida extinguida.
Murasaki se quedó de pie en el centro de su dominio, respirando profundamente mientras observaba las constelaciones a su alrededor. Cerró los ojos por un momento, dejando que la electricidad en el aire se disipara lentamente.
—Lemillion... ya puedes descansar en paz —susurró, antes de que el dominio se desvaneciera, dejando tras de sí solo un silencio absoluto y el eco de su victoria.
Aracely y Evil Aracely intercambiaban golpes con una ferocidad que parecía capaz de destruir todo a su alrededor. Ambas eran como reflejos opuestos de una misma alma, cada una representando una visión completamente distinta de lo que significaba el poder y la venganza.
Evil Aracely, con una sonrisa maliciosa en su rostro, lanzaba ataques cargados de oscuridad, cada uno buscando no solo herir físicamente a Aracely, sino también quebrarla emocionalmente.
—Tu dolor solo me fortalece, Aracely —dijo Evil Aracely con un tono burlón—. ¿Crees que puedes vengar a Taejoo? Nunca serás lo suficientemente fuerte para detenerme.
Pero Aracely no se dejó intimidar. La mención de su madre, Taejoo, despertó una ira incontrolable dentro de ella, una furia que se mezclaba con su determinación de justicia. Sus ojos brillaron con una luz intensa mientras reunía toda su fuerza.
Con un movimiento rápido y preciso, Aracely esquivó el siguiente ataque de Evil Aracely, cerrando la distancia entre ambas. En un instante, lanzó un golpe directo y devastador al estómago de Evil Aracely, concentrando toda su energía y emoción en ese ataque.
El impacto resonó como un trueno, y Evil Aracely, por primera vez, dejó escapar un grito de dolor, su cuerpo doblándose por la fuerza del golpe.
—Esto es por mi madre, Taejoo —gritó Aracely, su voz cargada de rabia y dolor—. Nunca permitiré que sigas destruyendo vidas como lo hiciste con la suya.
Evil Aracely retrocedió tambaleándose, llevándose una mano al estómago mientras su sonrisa maliciosa se desvanecía por un momento.
—Interesante... —murmuró Evil Aracely con dificultad, recuperando poco a poco su compostura—. Parece que tienes más fuerza de lo que imaginé. Pero no te emociones, Aracely... esto apenas comienza.
Las dos oponentes volvieron a enfrentarse, el aire a su alrededor cargado de tensión. La pelea no solo era física, sino también un enfrentamiento de ideales, emociones y heridas profundas que ninguna de las dos estaba dispuesta a ignorar.
Evil Aracely, con su característica sonrisa sádica, desapareció en un destello de velocidad y reapareció frente a Aracely. Con una precisión letal, lanzó un puñetazo directo a la mejilla derecha de su contraparte, enviándola tambaleándose hacia un costado.
—¿Eso es todo lo que tienes? —se burló Evil Aracely, mientras su risa resonaba como un eco siniestro en el campo de batalla.
Sin embargo, Aracely no dejó que el impacto la detuviera. Con determinación, recuperó el equilibrio rápidamente y extendió sus manos hacia adelante. El aire a su alrededor comenzó a girar violentamente, creando un vórtice de energía de viento que se intensificaba con cada segundo. Sus ojos brillaron con un destello feroz, reflejando toda la rabia y el dolor acumulado dentro de ella.
—No... no he terminado contigo —dijo Aracely con voz firme, mientras el vórtice crecía en poder.
De repente, el viento se concentró en una corriente compacta, como un chorro de agua a presión, pero con la fuerza destructiva de un huracán. Aracely apuntó directamente a Evil Aracely y desató el ataque, liberando un torrente de energía de viento que se movía con una velocidad y fuerza implacables.
Evil Aracely apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el ataque la alcanzara. El chorro de viento la golpeó con una potencia tan inmensa que su cuerpo fue arrastrado hacia atrás, como si fuera una hoja atrapada en una tormenta. La presión del ataque comenzó a perforar su piel y su armadura, dejando marcas profundas mientras la energía seguía empujándola hacia atrás, atravesando incluso los obstáculos a su paso.
El paisaje a su alrededor fue destrozado por el impacto del ataque, y Evil Aracely, aunque herida, logró estabilizarse en el aire con dificultad, respirando con esfuerzo.
—Tsk... parece que no estás jugando —dijo Evil Aracely, limpiando la sangre que caía de una herida en su rostro—. Pero esto no cambia nada. Aún no entiendes el verdadero alcance de mi poder.
Mientras ambas se preparaban para el próximo intercambio, el ambiente seguía cargado de tensión, y el campo de batalla reflejaba la magnitud del enfrentamiento. Esta era una lucha que no solo determinaría quién era más fuerte, sino también quién estaba dispuesta a sacrificarlo todo por su causa.
Evil Aracely apenas tuvo tiempo de procesar lo que sucedía cuando sintió un impacto devastador en su pecho. Aracely, moviéndose con una rapidez implacable, había cerrado la distancia entre ambas. Antes de que Evil Aracely pudiera reaccionar, unas uñas de energía afiladas como cuchillas surgieron de los dedos de Aracely y perforaron su piel con precisión mortal.
—¿Qué... qué estás haciendo? —gruñó Evil Aracely, su voz cargada de sorpresa y rabia, mientras sentía cómo esas uñas de energía se clavaban más profundamente, agarrando su carne con una fuerza brutal.
Aracely no dijo nada al principio; su rostro estaba marcado por una mezcla de concentración y furia contenida. Mientras apretaba con fuerza, las uñas de energía brillaban intensamente, emitiendo un calor abrasador que quemaba la carne de Evil Aracely desde dentro.
—Esto es por mi madre... y por cada vida que destruiste —dijo Aracely, con una voz fría y llena de determinación—. Te haré sentir todo el dolor que causaste.
Evil Aracely intentó liberarse, pero el agarre de Aracely era demasiado fuerte. La energía que fluía desde las uñas parecía no solo perforar su cuerpo, sino también interferir con su propia energía, debilitándola poco a poco.
—¡Tú... maldita! —gritó Evil Aracely, intentando lanzar un ataque con su mano libre, pero Aracely esquivó con facilidad, manteniendo su control absoluto sobre la situación.
Con un movimiento repentino y feroz, Aracely giró su brazo, haciendo que las uñas de energía desgarraran la carne de Evil Aracely aún más. La sangre salpicó el suelo, y un grito de dolor escapó de los labios de Evil Aracely, aunque todavía intentaba mantener su compostura.
—Esto es solo el comienzo —dijo Aracely, acercando su rostro al de Evil Aracely, sus ojos llenos de un brillo intimidante—. Hoy pagarás por todo.
El aire alrededor de ambas parecía cargarse de una energía densa y explosiva, mientras la batalla alcanzaba un nuevo nivel de intensidad. La ferocidad de Aracely y la desesperación creciente de Evil Aracely convertían cada momento en un espectáculo de poder y voluntad inquebrantable.
Evil Aracely, a pesar de estar atrapada en el agarre de Aracely, trató de reunir la última pizca de su fuerza. Con su mano libre, intentó formar el Kali Mudra, aunque incompleto debido a la posición de sus manos. Una sonrisa oscura se formó en sus labios mientras pronunciaba con voz entrecortada:
—Muerte… radical… eterna…
Pero antes de que pudiera desatar su técnica, un destello de electricidad irrumpió en la escena. Murasaki apareció con una velocidad cegadora y, sin dudarlo, blandió su energía en forma de una afilada espada. En un movimiento preciso y decidido, cortó la mano libre de Evil Aracely, interrumpiendo por completo su intento.
Evil Aracely dejó escapar un grito de dolor y rabia, su mirada llena de incredulidad al ver cómo su propia sangre salpicaba el suelo.
—¡Maldita seas, Murasaki! —gritó Evil Aracely con furia.
Murasaki, sin mostrar piedad, adoptó una postura serena pero cargada de poder. Sus manos se colocaron en el Mukula Mudra, una posición que parecía contener un poder ancestral y devastador. Su voz resonó con firmeza y enojo mientras decía:
—Lentitud Eterna.
De inmediato, una energía blanca y brillante cubrió el campo de batalla. Su resplandor iluminó todo a su alrededor, encerrando a las dos Aracely en un dominio inquebrantable. La energía parecía ser implacable, pero su objetivo era claro: solo Evil Aracely sufriría sus efectos.
Dentro del dominio, Evil Aracely comenzó a sentir cómo su cuerpo se volvía más pesado, como si el tiempo mismo estuviera aplastándola. Cada movimiento que intentaba realizar se ralentizaba al extremo, y su energía comenzaba a disiparse.
—¿Qué… qué es esto? —balbuceó Evil Aracely, su tono cargado de desesperación.
Murasaki, con una mirada fría, respondió:
—Es el precio por tus actos. No podrás escapar del castigo que mereces.
Aracely, aún atrapada en el dominio, observó con asombro cómo Evil Aracely se desmoronaba bajo el efecto de la técnica de Murasaki. A pesar de la intensidad del momento, sintió una extraña calma al ver cómo su enemiga finalmente pagaba por sus crímenes.
Evil Aracely, incapaz de soportar la presión del Lentitud Eterna, cayó de rodillas, su cuerpo temblando mientras su energía vital se desvanecía poco a poco. Murasaki mantuvo su postura firme, asegurándose de que la técnica cumpliera su propósito, mientras el ambiente quedaba cargado con una sensación de justicia ineludible.
Lentitud Eterna era más que una simple técnica de contención: era un juicio ineludible. La energía blanca que rodeaba a Evil Aracely comenzaba a analizar su alma, evaluando cada acción, cada crimen, cada pecado que había cometido en su vida.
Murasaki, con sus manos firmemente colocadas en el Mukula Mudra, observó con una calma fría mientras la energía hacía su trabajo.
—Esta técnica mide la carga de tus pecados, Evil Aracely, —dijo Murasaki con voz solemne—. Mientras más oscura sea tu alma, más pesado será el castigo que recibirás.
Dentro del dominio, Evil Aracely sintió cómo el tiempo a su alrededor se deformaba. Cada pecado de su pasado se manifestaba como un peso intangible pero insoportable, ralentizando sus movimientos y robándole la fuerza. Los asesinatos, las traiciones, el dolor que había causado… todo regresaba como una tormenta implacable para aplastarla.
—¡Esto… esto no es justo! —gritó Evil Aracely, intentando moverse, pero sus piernas parecían estar atrapadas en una corriente infinita de tiempo congelado. Sus movimientos eran tan lentos que incluso levantar un dedo parecía una tarea imposible.
Murasaki no se inmutó.
—No se trata de justicia. Se trata de verdad. Tus propios actos te condenan.
Por cada crimen más grave, el tiempo se ralentizaba aún más. Evil Aracely apenas podía respirar; su cuerpo estaba siendo consumido por su propio pasado. Cada segundo parecía una eternidad, y cada intento de luchar contra la técnica solo hacía que la carga aumentara.
Por otro lado, Aracely, dentro del mismo dominio, no sentía más que una ligera presión. Aunque había cometido errores, su alma no estaba manchada con la misma oscuridad que la de su contraparte malvada. Esto le permitió moverse con cierta libertad dentro del dominio, aunque prefirió observar cómo la técnica de Murasaki hacía justicia.
La energía blanca brillaba con más intensidad mientras Evil Aracely se desplomaba al suelo, su cuerpo temblando bajo el peso de sus pecados. Sus ojos reflejaban una mezcla de dolor y arrepentimiento, aunque no estaba claro si ese arrepentimiento era real o simplemente el resultado de su desesperación.
—Este es el verdadero poder de Lentitud Eterna, —murmuró Murasaki—. No puedes huir de las consecuencias de tus propios actos.
Evil Aracely, atrapada en un estado de parálisis casi total, apenas logró balbucear unas palabras:
—Por… favor… no más…
Murasaki mantuvo su postura por unos segundos más, asegurándose de que la técnica agotara completamente las fuerzas de Evil Aracely. Finalmente, con un gesto decidido, deshizo el dominio, dejando a Evil Aracely postrada en el suelo, incapaz de moverse, mientras Aracely y Murasaki la observaban desde arriba, con miradas llenas de determinación y victoria.
Dentro del dominio de Lentitud Eterna, la energía blanca que envolvía todo comenzó a manifestar un efecto diferente en Aracely. A medida que la técnica evaluaba los pecados de cada individuo, detectó algo único en ella: un corazón puro, lleno de bondad, con un propósito guiado por el amor y la justicia.
Mientras que Evil Aracely sufría bajo el peso de sus propios pecados, Aracely comenzó a moverse más rápido dentro del dominio. Su energía fluía libremente, y el tiempo, en lugar de ralentizarse, parecía acelerarse para ella, como si el universo mismo estuviera bendiciendo su pureza.
Murasaki observó con asombro.
—Así que incluso Lentitud Eterna reconoce la pureza de tu alma, Aracely. Este dominio no te detendrá.
Aracely sentía cómo su cuerpo respondía con una ligereza nunca antes experimentada. Su velocidad se multiplicó exponencialmente, al punto que sus movimientos apenas podían seguirse con la vista.
—Evil Aracely, esta es tu derrota, —dijo Aracely, con una voz firme pero tranquila.
Con una rapidez inhumana, Aracely apareció frente a su contraparte malvada, quien apenas podía levantar la vista debido al peso de su propio pecado. Con un movimiento ágil, canalizó una corriente de energía de viento en su mano y la dirigió hacia el pecho de Evil Aracely, dejando una marca que simbolizaba el juicio que acababa de recibir.
El golpe no solo representaba la victoria física, sino también el castigo moral y espiritual que Evil Aracely merecía. Murasaki, mientras tanto, deshizo lentamente el dominio, dejando que la energía blanca se disipara y permitiendo que el juicio terminara.
Evil Aracely quedó en el suelo, derrotada y sin fuerzas, mientras Aracely permanecía de pie, su pureza brillando con una intensidad que iluminaba el campo de batalla. Murasaki, impresionada por el resultado, le dirigió una mirada de respeto.
—Aracely, tu alma no solo resistió la prueba, sino que la superó con creces. Eres realmente especial.
Aracely, con humildad, respondió:
—No se trata de ser especial. Se trata de hacer lo correcto, incluso cuando todo está en contra de ti.
Con esas palabras, el juicio llegó a su fin, y Aracely se preparó para lo que el futuro le deparara, más decidida que nunca a proteger lo que amaba.
El dominio de Lentitud Eterna se rompió con una explosión de energía blanca, devolviendo a Murasaki, Aracely, y Evil Aracely al plano terrenal. Sin embargo, apenas sus pies tocaron el suelo, un portal oscuro apareció detrás de Evil Aracely, girando con fuerza y emitiendo un aura maligna.
Evil Aracely trató de resistirse, pero unas manos negras hechas de sombras emergieron del portal, atrapándola por los brazos y piernas.
—¡¿Qué está pasando?! —gritó, luchando desesperadamente por liberarse.
Murasaki intentó intervenir, pero el portal emitió una onda de choque que la empujó varios metros hacia atrás.
Aracely, con el corazón en la garganta, intentó avanzar, pero el mismo poder oscuro la detuvo.
—¡No! —exclamó—. ¡No puedes llevártela, sea lo que sea que planees!
Una voz profunda y ominosa resonó desde el portal, un eco que parecía provenir de lo más profundo de la oscuridad:
—Esta no es tu lucha, mortal. Evil Aracely debe enfrentar el juicio de las entidades a las que ha jurado lealtad. No interfieras, o el destino será aún peor para ti.
Antes de que alguien pudiera hacer algo más, el portal se cerró, llevándose a Evil Aracely a la Nada Absoluta, un lugar fuera del tiempo y el espacio.
---
La Nada Absoluta
Evil Aracely abrió los ojos en un vacío infinito, donde no había luz ni sombra, solo una sensación de absoluta inexistencia. Su cuerpo se sentía pesado, como si la misma esencia del lugar intentara aplastarla.
Frente a ella, comenzaron a materializarse figuras terribles.
Primero apareció Nihil, el dios de las maldiciones, envuelto en un manto de oscuridad que goteaba una energía maligna. Sus ojos vacíos brillaban con un color púrpura profundo, y su voz resonaba como un trueno:
—Evil Aracely, tu deuda con nosotros ha llegado al límite. Es hora de enfrentar las consecuencias de tus actos.
Junto a él surgió Dark Victor, con una sonrisa cruel y una energía que parecía devorar la misma esencia del vacío.
—Vaya, pensé que durarías más tiempo fuera. Supongo que hasta los traidores tienen sus días contados.
Le siguieron Dark Rigor y Dark Dariel, ambos emitiendo una presencia amenazante. Rigor sostenía cadenas de oscuridad que se movían como serpientes vivas, mientras Dariel tenía una espada negra que brillaba con energía destructiva.
Entonces, la presencia más abrumadora de todas hizo su entrada: Nyx'thoran, la entidad cósmica. Su forma era abstracta, imposible de comprender completamente, como un cúmulo de galaxias corruptas y tentáculos de sombras. Su voz resonó con poder:
—Evil Aracely, tu ambición y crueldad te han llevado aquí. Este es el lugar donde tus acciones serán juzgadas, y donde enfrentarás el destino que tú misma te forjaste.
Evil Aracely, a pesar de estar rodeada de esas presencias aterradoras, levantó la cabeza con una sonrisa desafiante.
—¿De verdad creen que me arrepentiré? No importa lo que hagan, siempre lucharé contra ustedes. Este lugar no me doblegará.
Nyx'thoran se inclinó hacia ella, y sus múltiples ojos brillaron con un destello ominoso.
—Entonces que comience tu juicio.
La Nada Absoluta se llenó de una energía opresiva, y el enfrentamiento entre Evil Aracely y las entidades más oscuras del universo estaba a punto de comenzar.
En la inmensidad de la Nada Absoluta, el caos comenzó a adquirir forma. Nyx'thoran, la entidad cósmica, decidió despojarse de su incomprensible apariencia galáctica y adoptó una forma humanoide oscura para dirigirse a Evil Aracely con mayor intensidad.
Su figura era alta y delgada, cubierta por un manto de sombras que parecía reptar como serpientes vivas. Su rostro era aterrador: seis ojos brillantes y desiguales resplandecían con un amarillo penetrante, llenos de juicio y furia. Sus dientes, afilados como dagas, se asomaban cuando sonrió de manera amenazante, mostrando un odio profundo hacia Evil Aracely.
Nyx'thoran avanzó lentamente hacia ella, cada paso retumbando como un trueno en el vacío. Sus ojos parpadearon, alternando su mirada de juicio entre la derrota y la desobediencia de Evil Aracely.
—Evil Aracely, me prometiste que pondrías a los héroes de rodillas. Juraste que con mi bendición y poder traerías caos y destrucción. Pero, mírate ahora, derrotada, humillada, y aquí… frente a mí… ¡como una fracasada!
Su voz, grave y resonante, hizo que el espacio temblara. Las sombras alrededor de Evil Aracely se intensificaron, como si intentaran aprisionarla.
Evil Aracely, a pesar de estar acorralada, se levantó con dificultad, con una sonrisa torcida en el rostro.
—¿Fracasada? Tal vez esta vez no cumplí tus expectativas, pero esto no ha terminado. Puedo ganar. Dame otra oportunidad y te prometo que los héroes caerán.
Nyx'thoran dejó escapar una risa siniestra, inclinando la cabeza mientras sus ojos ardían de ira.
—¿Otra oportunidad? ¿Otra oportunidad para ensuciar mi nombre con tus errores? ¡Tu tiempo de redención ha terminado! Ahora pagarás por tu incompetencia y por mancillar el poder que te otorgué.
Nyx'thoran levantó una mano cubierta de oscuridad, y sus dedos se alargaron como garras. Con un movimiento, señaló a Evil Aracely, y un torrente de energía oscura salió disparado hacia ella, envolviéndola en una prisión de sombras líquidas que la inmovilizó.
—Debo purificar mi nombre y mis bendiciones. Pero antes de decidir si mereces mi perdón o tu destrucción, tendrás que enfrentarte a mi juicio. Prepárate, porque tu sufrimiento será proporcional a tu traición.
Dark Victor, quien observaba en silencio, soltó una risa burlona mientras se cruzaba de brazos.
—Bueno, parece que esta vez no podrás escapar de tu castigo, Aracely. Será un placer ver cómo pagas por tus errores.
Evil Aracely, atrapada en la prisión de sombras de Nyx'thoran, sabía que su única salida era demostrar que aún tenía un propósito para servir a esta entidad suprema. Pero las posibilidades de sobrevivir al juicio de Nyx'thoran eran escasas, y su arrogancia podría convertirse en su peor enemigo.
La Nada Absoluta se llenó de un silencio sepulcral mientras el juicio oscuro estaba a punto de comenzar.
Dark Murasaki, con una sonrisa fría y cruel en su rostro, se acercó lentamente a Law, quien estaba inmóvil, con los ojos llenos de rabia contenida y un dolor que nunca había sanado. Ella inclinó la cabeza ligeramente, como si saboreara cada palabra que estaba a punto de decir, disfrutando del tormento que causaba.
—Jennifer... —pronunció su nombre con un tono burlón, dejando que el eco de su voz resonara como cuchillas en los oídos de Law—. Tenías buen gusto, Law. Su cuerpo... era perfecto. Aunque... creo que disfruté más viéndote perderla que cualquier otra cosa.
Law apretó los puños con tanta fuerza que las uñas comenzaron a perforar sus palmas, dejando salir pequeñas gotas de sangre. Su respiración se volvió irregular, mientras las palabras de Dark Murasaki lo llenaban de un odio tan profundo que parecía quemarle el alma.
—Cállate... —murmuró, su voz temblando entre la ira y el dolor—. No vuelvas a decir su nombre... con esa boca asquerosa.
Pero Dark Murasaki no se detuvo. Dio un paso más cerca, su sonrisa burlona se ensanchó, y sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y maldad.
—¿Por qué debería callarme? Fue divertido, ¿sabes? Ver cómo se apagaban sus ojos mientras clamaba por ti, mientras tú no podías hacer nada para salvarla. Y ese hijo que llevaba... una lástima que nunca conocieras su rostro. Pero, ¿sabes qué? Quizá sea mejor así. No habrías sido un buen padre.
Esa última frase fue la chispa que encendió la furia de Law. Con un grito desgarrador, cargó contra Dark Murasaki, movido por un odio incontrolable. Pero Dark Murasaki, fría y calculadora, estaba preparada. Esquivó el ataque con elegancia, como si fuera un simple juego, y luego se giró rápidamente, golpeando a Law con una fuerza devastadora que lo mandó al suelo.
—Patético, como siempre, Law. Creí que este reencuentro sería más emocionante. ¿Dónde está tu fuerza? ¿Tu sed de venganza? ¿O acaso aún estás tan roto que no puedes siquiera enfrentarte a mí?
Law, tirado en el suelo, luchaba por levantarse, su mente nublada por la rabia y los recuerdos del pasado. Pero algo dentro de él comenzó a cambiar. Su dolor y su ira comenzaron a transformarse en determinación, en un deseo ardiente de hacer pagar a Dark Murasaki por cada palabra, por cada acción.
—Te haré pagar... por todo... —dijo con voz baja, pero firme, mientras una nueva energía empezaba a emanar de su cuerpo.
Dark Murasaki notó el cambio y, por primera vez, su sonrisa se desvaneció ligeramente.
—Oh, ¿así que aún te queda algo de lucha? Perfecto. Veamos si tu dolor puede convertirse en algo más que un lastre.
El enfrentamiento entre ellos estaba a punto de escalar a niveles inimaginables, con la furia de Law como un volcán a punto de estallar y la frialdad calculadora de Dark Murasaki preparada para aplastarlo de nuevo.
Law, impulsado por su ira y determinación, se movió con rapidez, zigzagueando para evitar cualquier reacción de Dark Murasaki. Con precisión quirúrgica, golpeó directamente el estómago de ella con un impacto que hizo que su cuerpo se inclinara ligeramente hacia adelante. Pero Dark Murasaki, siempre anticipando los movimientos de su oponente, levantó su brazo para contraatacar.
Sin embargo, Law no le dio tiempo. Su puño se movió como un relámpago, ascendiendo con toda la fuerza acumulada de su rabia y su deseo de venganza. El uppercut conectó directamente con la mandíbula de Dark Murasaki, enviándola hacia atrás con una fuerza impresionante. El impacto fue tan violento que el sonido resonó como un trueno en el campo de batalla.
Dark Murasaki, sorprendida por el ataque, retrocedió varios pasos mientras su cabeza se inclinaba hacia un lado, y un rastro de sangre escapaba de la comisura de su boca. A pesar del golpe, una sonrisa torcida apareció en su rostro. Limpió la sangre con el dorso de la mano y observó a Law con ojos llenos de desprecio, pero también con una chispa de interés.
—No está mal, Law. Parece que el ratón aprendió a morder. Pero... ¿eso es todo lo que tienes? —preguntó, su voz cargada de burla.
Law, sin responder, mantuvo su posición, sus ojos ardían con una intensidad inquebrantable. Su energía comenzaba a elevarse aún más, como un volcán al borde de la erupción. Sabía que no podía confiarse; Dark Murasaki era peligrosa y estaba jugando con él, esperando el momento perfecto para atacar.
Ella dio un paso adelante, su energía oscura envolviendo su cuerpo como un aura de maldad. El suelo bajo sus pies comenzó a agrietarse debido a la presión de su poder.
—Si eso es lo mejor que puedes hacer, te aseguro que esto terminará más rápido de lo que piensas.
Con esas palabras, Dark Murasaki cargó hacia Law, lanzando una serie de golpes rápidos y precisos, pero Law, ahora más enfocado que nunca, comenzó a esquivar con agilidad, buscando el momento perfecto para contraatacar. Su pelea se intensificaba con cada segundo, como una tormenta imparable que amenazaba con destruir todo a su paso.
Law, consumido por su ira y dolor, dejó que su energía natural fluyera libremente, amplificando la fuerza de cada golpe. Sus puños, envueltos en un aura radiante, conectaron una y otra vez contra Dark Murasaki, cada impacto cargado de recuerdos de Jennifer y los momentos felices que compartieron juntos.
Cada golpe parecía más devastador que el anterior, y la combinación de la sangre de ambos comenzó a manchar los alrededores, como un recordatorio físico del sacrificio y el sufrimiento. Con un rugido desgarrador, Law canalizó toda su energía en un golpe directo a la nariz de Dark Murasaki, rompiéndola con un crujido que resonó como un eco macabro.
Dark Murasaki apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Law levantara ambas manos por encima de su cabeza, entrelazando los dedos en un movimiento cargado de determinación. El golpe de martillo cayó como un meteoro, impactando con una fuerza monumental que hizo que el suelo bajo ellos temblara. El impacto resonó con tal intensidad que la energía liberada generó una onda expansiva que barrió el área, desintegrando cualquier cosa frágil en los alrededores.
La cabeza de Dark Murasaki fue impulsada violentamente hacia el suelo, y su cuerpo colapsó como si fuera una marioneta cuyos hilos se hubieran cortado. El silencio llenó el lugar por un instante mientras el cuerpo de ella yacía inmóvil en el suelo, rodeada por los escombros de su caída.
Law, con los puños aún apretados y su respiración agitada, retrocedió unos pasos, observando el resultado de su furia. Su energía natural aún chisporroteaba a su alrededor, iluminando el lugar con destellos esmeralda. Aunque había logrado derribarla, sabía que Dark Murasaki no era alguien que se rindiera fácilmente.
—Esto es por Jennifer. Esto es por todo lo que me quitaste, maldita. —murmuró, con los dientes apretados mientras lágrimas de rabia y tristeza se mezclaban en su rostro.
Sin embargo, un escalofrío recorrió su cuerpo al ver que Dark Murasaki, aunque visiblemente herida, comenzaba a moverse lentamente. Su risa, débil pero escalofriante, rompió el silencio.
—¿Eso es todo, Law? ¿Crees que esto será suficiente para detenerme? —preguntó, mientras su energía oscura comenzaba a envolverla nuevamente, restaurando parte de su fuerza.
La batalla aún no había terminado, y Law lo sabía. Pero esta vez, no pensaba detenerse hasta que todo el sufrimiento que Dark Murasaki había causado quedara saldado.
Law, en un arranque de velocidad y precisión, concentró toda su energía natural en un ataque devastador, perforando el ojo derecho de Dark Murasaki con un impacto certero. Un grito desgarrador resonó en el lugar mientras ella retrocedía, sujetándose el rostro con desesperación. Sin darle tiempo para reaccionar, Law canalizó su fuerza en un golpe brutal al tórax, rompiendo huesos y enviándola volando con una fuerza arrolladora.
El cuerpo de Dark Murasaki se estrelló contra un hierro grande y afilado, que la empaló con un sonido metálico escalofriante. La sangre goteaba de la herida mientras ella jadeaba, su energía oscura luchando por mantenerla consciente. Law avanzó lentamente, sus ojos fijos en su objetivo, con una expresión de furia contenida.
—No importa cuánto intentes escapar, tu fin está cerca. Esto es por Jennifer. Esto es por todo lo que hiciste. —dijo, con la voz cargada de determinación.
Sin embargo, mientras Dark Murasaki luchaba por liberarse, un portal oscuro comenzó a formarse a su alrededor. Usando la poca fuerza que le quedaba, logró salir del hierro y tambalearse hacia el portal, dejando un rastro de sangre a su paso.
—No creas que esto ha terminado, Law... Volveré. Y cuando lo haga, desearás haberme matado aquí. —susurró con una risa débil, antes de lanzarse al portal, desapareciendo en la oscuridad.
El portal se cerró con un estruendo, dejando a Law solo en el campo de batalla. Su respiración era pesada, y sus manos aún temblaban por la adrenalina. Aunque había logrado herir gravemente a Dark Murasaki, sabía que ella no descansaría hasta buscar venganza. Pero Law también tenía claro algo: estaba dispuesto a enfrentarse a lo que fuera necesario para proteger el recuerdo de Jennifer y vengar todo lo que ella había sufrido.
Se quedó en silencio por un momento, observando el lugar vacío donde el portal había estado. Luego, cerró los ojos, dejando que el peso de la batalla se asentara sobre él. Esto aún no ha terminado, pensó, mientras se preparaba para lo que vendría.
Fin.