Mientras trotaba lentamente por el camino y contemplaba las ondulantes aguas azul-verdosas del río, los pensamientos sobre el trabajo comenzaron a ocupar su mente. De repente, una figura captó su atención.
—¿No era aquel chico que vivía en la villa de Chen Jianguo? —No esperaba que él también tuviera la costumbre de pasear.
—Shen Xiaoxiao mostró una pizca de sorpresa, que rápidamente fue reemplazada por un brillo en sus bellos ojos. —¿No era esta una excelente oportunidad para acercarse a él?
Pero, ¿cómo debería abordarlo?
Se decía que los bastardos, especialmente aquellos que habían sufrido desde jóvenes, tenían un autoestima y una cautela muy fuertes.
Shen Xiaoxiao redujo el paso, su mente llena de pensamientos.