—Jin Xiaohan no hablaba; no podía comprender las palabras de su padre, ni estaba de acuerdo con ellas. ¡Para él, la venganza se había convertido en el único propósito de vivir!
Al principio, pensó que nunca tendría la oportunidad de vengarse, porque la diferencia de fuerza era demasiado grande. Xiaoyi era un artista marcial increíble, y también tenía un amigo asesino letal. ¿Qué podía hacer?
Sin embargo, justo cuando había perdido toda esperanza, una maravillosa noticia cayó del cielo inesperadamente.
—Viendo a su hijo consumirse en la desesperación y el dolor cada día —su padre finalmente apretó los dientes y le contó algo completamente inesperado—. Muchos años atrás, un ermitaño maestro del Norte que había pasado por Ciudad G quiso tomarlo como discípulo, pero él y su madre se habían negado. Después, les dieron una dirección y les dijeron que si lo deseaban, podían buscarlo en cualquier momento.