Mientras hablaba, Wei Guolin incluso se dio golpecitos en el propio cuello, sus ojos mostraban un brillo feroz y su rostro llevaba una sonrisa burlona.
Luo Ruihe estaba tan asustado que no se atrevía a pronunciar una palabra, ya que temía terminar como sus propios subordinados.
—Jefe, has asustado a este chico hasta dejarlo en silencio —dijo Yang Zhuoxiong con una risa fría al lado de Wei Guolin, mirando con desdén a Luo Ruihe.
—Je, qué desperdicio —se burló Wei Guolin con una risa y luego le dijo a Luo Ruihe—. ¿No vas a arrodillarte? ¿Tengo que hacerlo yo?
Luo Ruihe apretó los dientes, pero aún así se arrodilló obedientemente, manteniendo la cabeza baja, sin pronunciar una palabra. El silencio de este momento resaltaba aún más su miedo y ansiedad internos.
—¡Qué perro tan tonto! —Wei Guolin luego se mofó.
—Te dije que definitivamente volverías a casa conmigo esta noche —Li Minghuan se acercó a Xinya, la agarró y dijo con una sonrisa salvaje, comportándose sin inhibiciones.
