—Presidente Shu, en realidad, lo que pasó fue que este obrero de construcción de no sé dónde ofendió a la Señorita Su Yuqing en el elevador, por eso estaba tan enfadada —la secretaria de Su Yuqing salió apresurada a salvar la situación. Estaba aterrada de perder realmente esta oportunidad, porque si Su Yuqing terminaba, ella tampoco se salvaría.
—¿Un obrero de construcción? ¿Te refieres a él? —Shu Ya señaló a Hao Jian y le preguntó al asistente.
—Sí, sí, sí, ¡él es! —el asistente no se había dado cuenta de que la cara de Shu Ya se estaba oscureciendo gradualmente y asintió enfáticamente en acuerdo.
—¿Sabes quién es él? —preguntó Shu Ya con gravedad.
—¿Él? ¿No es solo un obrero de construcción? —el asistente estaba estupefacto.
—Ja, un obrero de construcción, ¡él es mi esposo! —declaró Shu Ya con severidad.
—¿Qué?