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—¿Y qué? ¿Acaso tienes alguna opción ahora? Si no aceptas la adquisición, el Señorito Ouyang usará todas sus conexiones para imponer sanciones comerciales al Grupo Shu Ya. ¡Para entonces, no podrás maniobrar ni internacional ni domésticamente! —dijo Zhang Zicong triunfante.
—¡Esto es una adquisición hostil y es ilegal! —Xiao Qiang no pudo evitar interrumpir.
—Zhang Zicong, ¿has perdido la razón? Realmente traicionas los bienes de tu propia familia. Si tu abuelo se enterara de esto, ¿imaginas lo desconsolado que estaría? —Shu Ya negó con la cabeza, mirando a Zhang Zicong con una cara llena de decepción—. Solía pensar que Zhang Zicong era simplemente un tonto, pero ahora parecía que no era solo un tonto, sino completamente descerebrado.