Otro golpe cayó, y la pierna del instructor delgado fue rota.
Para cuando Zhao Yating y otros llegaron, fueron testigos de una escena tan caótica.
Y rápidamente entendieron lo que había ocurrido.
Al ver a Hao Jian sosteniendo medio palo de madera, su cuerpo emanando un aura asesina, todos no pudieron evitar sentir pánico.
—¿Estos soldados fueron golpeados por Hao Jian? —preguntaron las personas restantes a Hao Jian, señalando al instructor de pelo corto y a otros.
—Llévenlos al hospital —dijo Hao Jian con cara seria a la multitud.
A lo que se refería, por supuesto, eran Luo Tong y los demás.
—Oh, oh —respondieron los estudiantes asintiendo en blanco, apurándose a ayudar a Luo Tong y al resto.
—Profesor, ¿cómo deberíamos tratarlos? —preguntaron las personas restantes a Hao Jian.
—¡Desnúdenlos completamente, quiero desfilarlos por las calles! —dijo Hao Jian con una sonrisa siniestra.