Zhang Deqi temblaba entero cuando bajaba del escenario con el corazón lleno de humillación y frustración. Parecía haber envejecido décadas en un momento, pues hoy, la reputación de la Familia Zhang había sido destrozada por sus propias manos.
Debajo del escenario, las expresiones de Zhang Jia y los otros estaban todas desanimadas.
—¡Descarado sinvergüenza! —Zhang Jia apretaba los dientes de odio, con los ojos inyectados de sangre. Si no fuera porque un compañero de clase lo retenía, probablemente habría subido al escenario para golpear a Situ Junyan.
—Es tan injusto, dejar que una persona tan despreciable gane.
—Luo Tong también resopló, sintiéndose indignado al ver a Situ Junyan conversar con suficiencia con el público.
—Que suba el maestro, ya que fue capaz de crear cerámica tan cara, debe tener una manera de lidiar con ese Situ Junyan —intervino Zhao Yating.