—¿Estás insinuando que lo hizo a propósito justo ahora? —dijo Zhao Yating.
—Todo aquel con cerebro sabe cómo comportarse en un momento como este, pero él metió la pata y expuso mi identidad encubierta. ¿Vas a decirme que es tan tonto como un cerdo?
—Hao Jian rió con desprecio, mirando a Yin Donghan que lloraba y gritaba sin un ápice de simpatía.
—Zhao Yating no sabía qué decir más, así que optó por quedarse en silencio.
—Bien, incluso si realmente es tan estúpido, acabo de tener un conflicto con él y ahora, después de salvarlo, su primera reacción debería ser culpa, no gratitud. ¿No crees que la forma en que agarró mi mano para agradecerme fue demasiado inusual? Si fueras tú y hubieras intimidado a alguien que luego te ayudó, ¿cuáles serían tus sentimientos hacia esa persona? —dijo Hao Jian.
—Las dudas en el rostro de Zhao Yating se intensificaron, y su mirada hacia Yin Donghan se volvió más compleja.