—¡Débil! ¡Muy débil! —gritó Hao Jian.
Hao Jian soltó una risa ligera, luego, con un agarre de revés, tomó las piernas de ellos. Antes de que los dos guardaespaldas pudieran reaccionar, él hizo su movimiento.
Hao Jian pisó fuerte y su cuerpo comenzó a girar, arrastrando a los dos guardaespaldas en un giro también.
—¡Rueda de Viento Fuego Invencible! —exclamó.
Sostenía las piernas de los dos guardaespaldas, girando como un molino de viento gigante, llenando el aula entera con los gritos aterrorizados de los guardaespaldas mientras todos los presentes quedaban atónitos.
Nadie podría haber imaginado que Hao Jian, un joven delgado y de apariencia delicada, pudiera levantar a dos corpulentos guardaespaldas del suelo él solo.
—¡Tongtong, viste eso? ¡Esto se llama Rueda de Viento Fuego Invencible! —rugió Hao Jian entre risas.
—¡Papi es tan genial, Tongtong quiere ver más! ¡Gira más rápido! —exclamó Tongtong.