—Ma Zifeng, ¿has perdido la cabeza? ¡Mi esposo te dijo que lo arrestaras! ¿Por qué te estás inclinando ante él? —Zhang Yueqin llamó insatisfecha, aún sin darse cuenta de que algo andaba mal, tan dominante como siempre.
—No voy a arrestar al señor Hao Jian —volviendo la cabeza disgustado, Ma Zifeng miró a Zhang Yueqin y Wang Tianwen, una sonrisa burlona se formó en la esquina de su boca.
—¿Qué? ¿Estás bromeando? Ma Zifeng, no olvides que somos muy cercanos al Director Lin. Si no nos haces caso, cuidado —le diremos al Director Lin y nos aseguraremos de que lo lamentes —Zhang Yueqin amenazó enojada, asombrada de que un subordinado se atreviera a desobedecer a su maestro; era como si el mundo se hubiera vuelto del revés.
—Si el Director Lin sabe que quieres arrestar al Sr. Hao, definitivamente no accederá a tu solicitud —Ma Zifeng sonrió con desdén, pensando para sí mismo que estos tontos aún no se habían dado cuenta del tipo de entidad que habían provocado.