—Mamá, papá, ¿de qué están hablando? —Mientras tanto, un adolescente de diecisiete o dieciocho años de repente salió de la habitación.
—Ven aquí, mi buen hijo. Dile a tu padre que eres su hijo, y que lo que tienen los demás no vale nada. —Fu Jinmei le hizo señas a su hijo mientras miraba burlonamente a Shu Yuntu.
En ese momento, Shu Yuntu parecía haber tomado una decisión, hablando con voz profunda,
—Mañana buscaré a ese chico y le daré algo de dinero para que se pierda. Si acepta, entonces está arreglado. ¡Si no, enviaré tanto a él como a su madre al otro mundo!
—Mamá, ¿de qué diablos está hablando papá? —El adolescente se sentó junto a Fu Jinmei.
—No le hagas caso. Está senil —dijo Fu Jinmei con desdén.
En sus ojos, el enfoque de Shu Yuntu no era más que compasión femenina, careciendo de cualquier columna vertebral. ¿Por qué molestarse en dar dinero gratis cuando puedes deshacerte directamente de esa chica desdichada? ¡Qué pérdida de esfuerzo!