—¿Cómo sabes que es un sinvergüenza? ¿Alguna vez has interactuado con él? ¿Lo entiendes? Si no sabes nada, ¡entonces no hables tonterías! —regañó Zhao Yating, molesta por el prejuicio de Zhao Kuangyi.
—Solo un sinvergüenza, ¿qué hay para gustar? —murmuró Zhao Kuangyi entre dientes.
—Sí, es un sinvergüenza, ¡pero incluso si lo fuera, no le gustaría de mí! —exclamó Zhao Yating afligida, sintiéndose amarga ante el pensamiento.
Si Zhao Kuangyi llamaba a Hao Jian un sinvergüenza, y a Hao Jian no le gustaba ella, ¿eso significaba que ella era aún peor que un sinvergüenza?
—Oye, ¿por qué lloras? Es solo un sinvergüenza; ¿realmente vale tus lágrimas? —Al ver llorar a Zhao Yating, Zhao Kuangyi se alarmó de repente. Siempre había querido mucho a su hermana, desde la infancia hasta ahora, por lo que naturalmente tenía miedo de verla así.
—¿Qué entiendes tú? Él es realmente agradable, de todos modos a la gente simplemente le gusta lo que le gusta. —dijo Zhao Yating obstinadamente.
