Todos se quedaron en silencio, pues estaban todos aterrados hasta el punto de la estupidez.
—Jefe, ¿cómo deberíamos lidiar con ella? —Li He inmediatamente señaló a la mujer vestida de rojo en el suelo y le preguntó a Hao Jian.
Hao Jian también miró hacia ella, y cuando la mujer vestida de rojo vio su mirada barrer hacia ella, se asustó hasta el punto de que el pelo de su cuerpo se erizó y gritó aterrorizada:
—No me mates, por favor, no me mates.
—Matarla, no te preocupes, no te mataré —dijo Hao Jian negando con la cabeza y luego se burló, volteando hacia Li He—. ¡Córtale la cara!
Al oír eso, la mujer vestida de rojo se asustó muchísimo. Dependía de su rostro para ganarse la vida, y si su rostro era cortado, ¿cómo podría ganar dinero en el futuro?
—No, por favor... ¡por favor no! —la mujer vestida de rojo gritó. Para una mujer, su apariencia es más importante que su reputación. Arruinando su belleza, Hao Jian bien podría haberla matado; ¿cómo podría aceptar esto?
