—Porque había estado con Ye Linglan, sabía que contrariamente a lo que el Hermano Tigre de la Montaña había dicho, ella nunca había estado con otro hombre. Para una mujer tan pura e inocente que le pertenecía, Hao Jian naturalmente no permitiría que nadie la insultara, y el Hermano Tigre de la Montaña había tocado este tabú.
—Eso está bien, eso está bien —Al oír lo que Hao Jian dijo, el Hermano Tigre de la Montaña pensó que Hao Jian realmente no estaba enojado, e inmediatamente suspiró aliviado.
—Hao Jian, ¿realmente eres camaradas de armas con estos de la Mafia, y todavía eres profesor? —Ye Chunliang lo regañó enojado, mirando a Hao Jian con desdén.
—Deja de balbucear, ¿quién demonios te conoce? ¡He dicho que mi nombre es Doraemon! —Hao Jian se volvió, su mirada fría como un rayo, clavándose directamente en Ye Chunliang y los demás.
