—¡Mierda! —gritó Hao Jian frustrado, solamente para tomar otra bola de bolos y prepararse para lanzarla a Ye Chunliang, pero descubrió que esta también tenía pegamento.
—Hao Jian, de verdad eres tan tonto como un cerdo. Si ya puse pegamento en las bolas de boliche, ¿por qué lo haría solo en una? —estaba riendo tan fuerte Ye Chunliang que no podía enderezarse.
—Gordito y Viejo Niu estaban sin palabras, frente a estos dos payasos, ya no sabían qué decir.
—¡Mierda mierda mierda mierda mierda! —La cara de Hao Jian se volvió negra al instante, sus manos agitándose salvajemente, tratando de liberar la bola de boliche, pero sin éxito.
—Jajaja, idiota, más te vale ser Doraemon de por vida! —Ye Chunliang estaba riendo tanto que estaba llorando, y luego dijo con una risa a Gordito y los demás—. ¡Vamos!
—¿No es esto un poco demasiado? —Gordito dudó en decir, sintiendo que esto era quizás demasiado para hacerle a Hao Jian.
