—Hao Jian pequeño, ¿a quién llamas? —Fu Jinmei vio a Shu Bingjian haciendo una llamada, su rostro también mostrando sorpresa.
—Llamo a mi jefe, él es el matón de nuestra escuela, y su papá es un jefe de la Mafia muy influyente. Es realmente cercano a mí, ¡y lo estoy haciendo venir para vengarnos ahora mismo! —Shu Bingjian dijo apretando los dientes.
—Bien, bien, bien, verdaderamente eres mi precioso hijo —dijo Fu Jinmei como si viera a un salvavidas, habiendo olvidado ya su miedo, y señalando a Hao Jian y Shu Ya, dijo:
— Cuando llegue tu jefe, haz que a este hombre lo corten en pedazos, ¡y vende a la mujer a Filipinas para que se convierta en prostituta!
Despreciaba por completo a Hao Jian y Shu Ya. Si no fuera por ellos, su secreto nunca se habría expuesto, y no habría terminado en tal predicamento.
—¡Imperturbablemente despiadada! —Shu Ya sopló fríamente.
—¡Sin problema! —Shu Bingjian respondió con una sonrisa despiadada.