Finalmente, llegamos a Ciudad Carmín. Apenas el barco atracó en el puerto, Jett y yo sentimos la emoción y energía vibrante de esta ciudad, famosa por su club de fans Pokémon, la casa de alguien conocido como el Gurú Pescador y su gimnasio. Tras bajar del barco y asegurarnos de que todo nuestro equipo estaba en orden, decidimos buscar un lugar donde comer antes de comenzar a explorar.
Caminamos por las calles llenas de actividad, observando cada rincón, cuando encontramos un pequeño restaurante cerca del puerto llamado *El Crustáceo Carmín*, con temática de Krabby. Al entrar, el aroma de la comida nos hizo olvidar por un momento el motivo de nuestra visita, y, después de varios días de las limitadas opciones del menú en el barco, nos parecía un lujo. Nos sentamos junto a una ventana, disfrutando de la vista al mar, cuando de repente se nos acercó un hombre mayor con una gorra de pesca y una enorme sonrisa en el rostro. Resultó ser el famoso Gurú Pescador de Kanto.
Sin esperar a que habláramos, comenzó a contarnos sobre su pasión por la pesca y cómo había dedicado toda su vida a recorrer Kanto con su caña vieja, que sostenía como si fuera un trofeo. Con los ojos brillantes, nos habló de la emoción de esperar pacientemente, de la conexión con la naturaleza, y de las increíbles criaturas acuáticas que había capturado con esa caña a lo largo de los años. A pesar de que pensé que Jett se molestaría con el Gurú, no solo no lo hizo, sino que le escuchaba con una gran sonrisa. Quizás algo impaciente, pero el entusiasmo del Gurú era tan contagioso que incluso yo me encontré fascinado por su relato. Nos mostró la caña, que, aunque simple y desgastada, parecía tener una magia especial en sus manos. Antes de irse, nos recomendó probar la pesca en la Ruta 12 si teníamos tiempo y ganas de relajarnos, diciéndonos que, si teníamos suerte, tal vez podríamos pescar un Horsea, un pokémon raro en la zona desde la aparición masiva de Tentacruel.
Luego de aquella peculiar conversación y con el estómago lleno, Jett insistió en que debíamos aprovechar la tarde para observar algunos combates en el gimnasio de Surge. Tenía muchas ganas de ver de cerca las estrategias del líder eléctrico de Kanto y, de paso, compararlas con las de su ídolo Eriko, el líder de Malvalona en Hoenn, de quien estaba seguro de que ganaría a Surge con solo un pokémon. Después de pagar 1000 pokédollars, al fin pudimos entrar al gimnasio. Por suerte, estaba lleno de aspirantes, cada uno con su propio estilo, así que al menos no desperdiciamos el dinero. Surge mantuvo una postura firme y segura en cada combate, utilizando la velocidad y potencia de sus pokémon eléctricos para desorientar a los rivales. Jett observaba con atención, tomando notas mentales y murmurando ideas para mejorar sus propias estrategias.
Después de ver varios combates, el sol ya estaba bajando, así que nos dirigimos al Centro pokémon, donde rentamos una pequeña habitación en el segundo piso. Aprovechamos para acomodarnos y revisar nuestra ruta para el día siguiente. Mañana temprano, pondríamos rumbo hacia el norte, atravesando la Ruta 6 y adentrándonos en el camino subterráneo. Sentía una mezcla de ansiedad y emoción al saber que nos acercábamos cada vez más a nuestro objetivo. Aunque aún quedaba un largo camino, me dormí con la convicción de que estábamos preparados para afrontar lo que sea que Kanto tenía preparado para nosotros.