Adeline
El viento golpeaba mi rostro, trayendo consigo el aroma de pino y tierra mojada. Desde una distancia, observaba a mis hermanos entrenar. Kael, el mayor, se movía con la agilidad de un puma, mientras que Ethan, el del medio, luchaba por mantenerse al ritmo. La manada estaba enferma, consumida por una plaga que la marchitaba como si fuera una flor en invierno.
Siempre había sido la más pequeña, la más protegida. Mientras Kael e Ethan se preparaban para ser guerreros, yo me encargaba de las tareas más sencillas, como recolectar hierbas medicinales o cuidar a los cachorros. Pero ahora, con la enfermedad arrasando nuestra manada, sentía una responsabilidad mayor.
Una sombra alargada se proyectó sobre nosotros. Era la manada de Jasper Olsen, el alfa de Blackstone, conocida por su poder y crueldad. Las siluetas oscuras de sus lobos se movían entre los árboles, como una tormenta a punto de desatarse.
Kael se acercó a mí, hablando en voz baja. "Papá invitó a él Alfa Olsen a la casa principal. Dicen que tiene una propuesta importante, pero nadie confía en sus intenciones. Algo no está bien, Adeline."
Mi corazón dio un vuelco. Había oído historias sobre él, sobre su manada y su despiadada sed de poder. ¿Qué quería en nuestro territorio? Y lo más importante, ¿qué significaba su llegada para nosotros?
Me alejé de mis hermanos y me interné en el bosque. Necesitaba un momento para pensar. Me senté bajo un viejo roble, mirando al cielo. Las nubes se movían rápidamente, como si jugaran al escondite. ¿Nos castigaban? ¿Habíamos hecho algo para merecer esto?
Sabía que debía ser fuerte, que tenía que encontrar una forma de ayudar a mi manada. Pero, por primera vez en mi vida, me sentí pequeña e insignificante.
Jasper
El viento azotaba mi pelaje, trayéndome el aroma de la manada rival. Una manada débil, enferma, una guerra fácil para cualquier lobo ambicioso. Pero yo no era cualquier lobo. Era Jasper Olsen, alfa de la manada Blackstone, y tenía planes más grandes que una simple conquista.
Desde la distancia, observé cómo se movían entre los árboles, sombras temerosas. El líder de esa manada, un viejo conocido, me había invitado a su manada. Un error fatal. Me acerqué con paso firme, rodeado de mis guerreros más leales.
Al entrar en la casa y caminar en los grandes pasillos hacia este lujoso salon pude notar que habían algunas cosas de valor pero no tantas como en mi manada sin embargo era cálida, el hedor a enfermedad me golpeó. Sus ojos, llenos de miedo y desesperación, se clavaron en mí. El viejo lobo, su líder, se levantó con dificultad.
—"Alfa Olsen," comenzó, su voz débil. "Gracias por aceptar nuestra invitación."
—"No he venido por cortesía," respondí fríamente. "He venido por negocios."
Sabía lo que querían: ayuda. Y yo la tenía. Pero a cambio de algo.
—"Mi manada está enferma," continuó el viejo lobo. "Necesitamos su ayuda."
—"Y yo la tengo," asentí. "Pero necesito algo a cambio."
Los ojos del viejo lobo se abrieron con sorpresa. Sabía que estaba jugando con fuego.
—"¿Qué quiere?" preguntó con voz temblorosa.
Una sonrisa fría se dibujó en mis labios. "Quiero a tu hija. La necesito para fortalecer mi manada."
Un murmullo recorrió la guarida, los miembros de la manada se miraron entre sí, sorprendidos por mi audaz solicitud.
El viejo lobo palideció. "Pero... ella es joven," balbuceó.
—"La vida es así," respondí con indiferencia. "Un sacrificio por el bien de la manada."
Sabía que era cruel, pero no tenía tiempo para sentimentalismos. Mi manada necesitaba a mi pareja, y aún no la había encontrado.
—"A cambio," continué, "mi manada los protegerá. Ninguna otra manada se atreverá a atacarlos mientras yo viva."
El viejo lobo lo pensó por un momento. Sabía que no tenía otra opción. Asintió lentamente, derrotado.
"Así sea," murmuró, pero su voz estaba cargada de dolor.
Un trato había sido hecho. Mi manada se encargaría de ayudar y proteger a la suya, y a cambio, obtendría lo que más deseaba a su luna.
Kael
"Minutos Antes"
La figura de Adeline se alejó entre los árboles. La veía con claridad, aunque el sol ya comenzaba a ponerse. Siempre había sido la más pequeña, la más frágil. Mi hermana, mi responsabilidad. No sabía cómo, pero algo dentro de mí sentía que todo estaba a punto de desmoronarse.
Me volví hacia Ethan, que seguía entrenando a los jóvenes guerreros. "Sigue entrenando a los demás", le dije. "No tenemos tiempo para distracciones."
"No está bien presumir, Kael." Ethan me lanzó una mirada burlona, sonriendo de lado. "Aún no puedo creer que vayas a ser el alfa solo por ser el mayor. Pero, eh, no te preocupes, me alegra, en realidad. Imagínate, si yo fuera el alfa... seguro que encontraría alguna forma de evadir ese tipo de responsabilidades. Todo lo harías tú, y yo sería tu mano derecha."
Se rió entre dientes, y luego continuó, más travieso que nunca: "Lo mejor es que cuando éramos solo unos cachorros, podía robar todos los bocadillos de la cocina sin que nadie me regañara, mientras papá andaba de estricto era muy gracioso ver eso dándote lecciones de 'cómo ser el alfa' que no notaba que yo me estaba comiendo todo. ¡Era el paraíso!"
"Pero ahora su atención está también en mí que fastidio"
"No me lo recuerdes, por favor." Respondí con cansancio. Sabía que a Ethan no le gustaba la carga de ser alfa. Siempre decía que, aunque él podría ser un excelente líder, la responsabilidad era demasiado estresante para alguien tan increíble como él.
Prefería ocuparse de la parte de la manada que le gustaba: los entrenamientos, las peleas, y asegurarse de que la defensa de la manada estuviera a la altura.
"Encárgate de esto. Algunos lobos ni siquiera pueden pelear." Miré a varios miembros de la manada, cuyos músculos débiles y cansados me dejaban claro que no estaban a la altura. Eso no era aceptable y eso, en este momento, era un gran problema
Mi objetivo era descubrir qué estaba sucediendo entre nuestra manada y la del Alfa Olsen,Decidí ir a la casa principal y descubrir que estaba pasando
Cuando llegué me acerqué a uno de los guerreros de confianza de mi padre y le pregunté en voz baja sobre lo que estaba ocurriendo.
El guerrero suspiró, bajando la cabeza con respeto antes de revelarme la verdad. "El Alfa Olsen ha exigido a lady Adeline como esposa a cambio de su ayuda, señor ."
"¡Eso es una locura!" exclamé, con la indignación reflejada en mi rostro. "¿Cómo puede mi padre aceptar semejante trato?"
El guerrero encogió los hombros. "El cree que es la única opción para salvar a la manada."
Sabía que mi padre amaba a nuestra manada más que a nada en el mundo, pero aún así, Tenía la obligación de preguntarle a Adeline cómo se sentía al respecto.
Adeline era mi hermana menor, mi consentida. Siempre la había visto como mi niña pequeña, mi niña frágil, a la que debía proteger de todo lo que el mundo pudiera lanzarle. La cuidaría por siempre, incluso si eso significaba ponerme en peligro o tomar decisiones difíciles. No importaba lo que tuviera que hacer, siempre sería su protector, su hermano mayor.
Estaba inquieto. La noticia del trato con el Alfa Olsen había caído como una bomba en la manada. Sabía que mi padre no lo había hecho a la ligera, pero no podía evitar sentir una punzada de dolor al pensar que mi hermana menor sería entregada en matrimonio a un extraño, por más poderoso que fuera.
Adeline no merecía ser parte de ese intercambio.
Me acerqué a mi padre, mi voz grave pero firme. "Padre, sé que la situación es difícil, pero ¿estás seguro de que entregar a Adeline es la mejor opción? ¿Y si algo le sucede?"
El alfa me miró con tristeza, sus ojos llenos de pesar. "Hijo, no hay otra salida. La manada está enferma y necesitamos la ayuda de Olsen. Adeline será nuestra salvaguarda."
Asentí, entendiendo la lógica de mi padre, pero una sensación extraña me invadía, como si algo no estuviera bien. No podía quitarme el pensamiento de que mi hermana, mi niña, estaría en manos de alguien a quien ni siquiera conocíamos bien.
Sin decir una palabra más, me di la vuelta y decidí ir a buscar a mi pequeña. Algo dentro de mí me decía que debía hablar con ella
-Mientras Tanto, en lo Profundo del Bosque,
Adeline se había perdido. El sendero familiar se había desvanecido bajo la espesa vegetación. El sol comenzaba a ponerse y la oscuridad se infiltraba rápidamente.
De repente, un ruido entre los arbustos la alertó.
Su corazón se aceleró.
Un hombre, grande y musculoso, apareció de entre las sombras. Tenía ojos oscuros y una expresión cruel.
"Al fin te encuentro, pequeña loba. Eres más hermosa de lo que me habían descrito." Adeline retrocedió, horrorizada. Reconoció el emblema de una manada rival en la capa del hombre.
Era uno de los cazadores de esclavos más despiadados de la región. Había escuchado historias sobre ellos, sobre cómo capturaban a los jóvenes de otras manadas para venderlos como esclavos.
El hombre se abalanzó sobre ella, pero Adeline fue más rápida. Esquivó su ataque y salió corriendo, adentrándose más en el bosque.