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Chapter 5 - Arena y Bestias Cap 5

Tras días de viaje, RamGam y Busorres llegaron al desierto, una extensión infinita de arena ardiente y dunas que se alzaban y caían como olas inmóviles. Apenas se adentraron en el lugar, un pequeño sonido rompió el silencio del desierto. Era un débil llanto, casi inaudible, pero suficiente para llamar su atención. Al girarse, vieron un zorro bebé, herido y con la mirada perdida.

—¿Podemos llevarlo? —preguntó RamGam, con un brillo de compasión en los ojos.

Busorres miró al pequeño animal, cuyos ojos reflejaban miedo y agotamiento. —Bueno, dale —dijo con una sonrisa, sacando su cantimplora y algunas provisiones. Con cuidado, vertió un poco de agua en su mano y se la acercó al zorro, que bebió ávidamente, y luego le ofreció un pequeño trozo de pan. Lentamente, el zorro comenzó a recobrar fuerzas y a observarlos con una mezcla de agradecimiento y curiosidad. Al cabo de unos minutos, ya estaba lo suficientemente animado para caminar junto a ellos, pero Busorres decidió ponerlo en su mochila, asegurándose de que estuviera cómodo.

—Lo llamaré Maximum, nuestro nuevo compañero de aventuras —dijo RamGam, acariciando suavemente al zorro. Busorres asintió con una sonrisa.

Después de varias horas caminando bajo el sol abrasador, la arena comenzó a moverse bajo sus pies. Un ligero temblor sacudió el suelo y antes de que pudieran reaccionar, una enorme criatura surgió de la arena. Era un gusano gigante, con mandíbulas tan grandes como para devorar a una persona entera. Su cuerpo era veloz, tan rápido como un Lamborghini y tan feroz como un Ferrari en una carrera.

—¡A correr! —gritó Busorres, lanzándose a toda velocidad mientras el gusano los perseguía, levantando una nube de arena a su paso.

Maximum estaba seguro en la mochila de Busorres, pero el peso adicional hacía más difícil la carrera. La criatura se acercaba cada vez más, y los dos amigos comenzaban a sentir el agotamiento. De pronto, un segundo gusano emergió del suelo, cerrándoles el paso.

—¡Estamos atrapados! —exclamó RamGam, jadeando por el esfuerzo.

Busorres miró rápidamente a su alrededor, evaluando la situación. —¿Y si frenamos y, cuando se acerquen, saltamos para que se choquen? —propuso, su voz teñida de adrenalina y determinación.

—¡Estás loco! —protestó RamGam, pero al ver la proximidad de los monstruos, comprendió que no tenían otra opción—. No hay otra esperanza... o seremos comida de gusanos.

Con el corazón latiendo con fuerza, los dos se detuvieron y esperaron a que las bestias se acercaran, sus enormes mandíbulas abiertas. En el último segundo, saltaron a los lados, y los gusanos, incapaces de frenar a tiempo, chocaron brutalmente entre sí. Aturdidos por el impacto, cayeron inconscientes sobre la arena, dejando un gran surco a su alrededor.

Los dos amigos, ahora llenos de polvo y con las piernas temblorosas, se levantaron y miraron a su alrededor. Maximum asomó la cabeza de la mochila, como si también quisiera comprobar que el peligro había pasado.

—¡Lo logramos! —gritó RamGam, levantando los brazos con entusiasmo. Busorres le dio un amistoso golpe en el hombro y ambos rieron, aliviados de haber escapado de semejante encuentro.

Después de un rato, continuaron su marcha, hasta que llegaron al borde de un barranco inesperado. Del otro lado, podían ver el verde de un bosque, su próximo destino, pero el precipicio que los separaba parecía imposible de cruzar.

—¿Y ahora qué hacemos? —murmuró Busorres, mirando la profundidad del barranco.

RamGam, sin decir palabra, sacó una soga de su mochila y la ató con fuerza. Con una precisión impresionante, lanzó la cuerda hacia una roca en el otro lado del barranco. La cuerda se enganchó en una protuberancia y ambos probaron su resistencia.

—¿Listo para saltar? —preguntó RamGam, mirándolo con una mezcla de confianza y nerviosismo.

—Más que listo —respondió Busorres, con una sonrisa desafiante.

Tomaron la cuerda y, con un gran impulso, se lanzaron al vacío, balanceándose a través del abismo hasta aterrizar en el suelo seguro del otro lado. Maximum los miró con un poco de confusión y orgullo, como si supiera que sus amigos humanos eran capaces de cualquier cosa.

Por fin, habían dejado el desierto y sus peligros atrás, y un nuevo y misterioso bosque los esperaba.