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DIVIN

Evernigths
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Synopsis
En un mundo donde las naciones se han convertido en 54 islas continentales, el fútbol ha renacido como algo mucho más que el deporte rey. En este nuevo orden, Numinosa, una IA mítica, evalúa el potencial de los jugadores, mientras los continentes compiten, Bajje Marasilia, un joven de Italobria, aspira a convertirse en el mejor futbolista del mundo. ¿Logrará llevar a su continente a la gloria en el Mundial Continental y convertirse en una leyenda del nuevo fútbol?
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Chapter 1 - El brillo de sus ojos

"Shalalalala~ Shalalalalala~~

Shala la la la la lá~~~

He is Bajje!

He is Bajje!

He from San Marco!

And he's play to Barmellon!"

El estadio coreaba una canción con una voz estruendosa, en el campo, los jugadores maravillados, notaban a todo un estadio coreando un solo nombre.

Esta es la leyenda.

***

El toque al balón era suave, controlandolo con sus pies desnudos, el tacto de su empeine rojo contra la callosidad y las protuberancias de la pelota era preciso. Sin embargo, no era un toque quirúrgico, más bien era uno que entre las vicisitudes lograba, de algún modo, prosperar.

Carente de técnica, pero con los ojos brillantes, ante el vaivén de la pelota botando en sus pies, unas veces alta, otras bajas, como la vida misma, Bajje Marasilia, de tan solo siete años, no prestaba atención a su alrededor.

Entre el sonido del viento, de las hojas y árboles, de sus pies tocando el piso de tierra de la calle sin pavimento, y alzando polvo en el proceso, solo existía para el una cosa: el balón botando.

Luego de un tiempo, cuando sus pies, ahora totalmente rojos, no lograron controlar un toque demasiado amplió para él, entonces escuchó el sonido de unos aplausos que lo sacó de su ensoñación.

Clap clap clap.

Aplausos sarcásticos? Aunque tal vez había algo de admiración en ellos, quizás por la terrible técnica que impoluta logró dominar durante tanto tiempo la bestia que analogaba un balón, que solo por su esferecidad, si es que la tuviera, representaba un reto en si mismo.

—Juegas bien, niño. —habló un hombre de pelo castaño en la periferia de la carretera de tierra.

Bajje se lo quedó mirando en silencio. Su madre le había dicho que no tenía que hablar con extraños, sobre todo, si ellos comenzaban la conversación.

Aunque no había estado de acuerdo, hacer caso a su madre era algo que tenía arraigado. No sabía si era por respeto a lo tanto que ella sacrificaba por él, o por el miedo de la rama con la que le castigaba cuando en algún momento cometia un desliz.

Le habían dicho que era un niño inteligente, aunque el no podia entenderlos. Solo seguía las ordenes y se comportaba, después que le dejarán jugar fútbol, realmente no le importaba mucho…

Ante el silencio, el hombre soltó un suspiro y se rasco la cabeza, con algo de incomodidad luego de un carraspeo dijo:

—No querrías unirte a un equipo?

Ante la mención, los ojos del niño brillaron, inmediamente quiso asentir, pero luego se detuvo y volvió a mirar en silencio al hombre.

—No tengo guayos —dijo, cuando el silencio estaba empezando a matar de la incomodidad al hombre.

Él sonrió y con un suspiro se acercó.

—No te preocupes, llévame con tus padres, eso no es un problema.

Mirando el cielo totalmente nublado, Bajje escuchó atentamente a su nuevo entrenador entre los otros niños.

—Hoy tenemos un nuevo compañero entre nosotros —dijo, mirando directamente a Bajje—. Por favor ponte de pie y presentate a tus demás compañeros.

Bajje se puse de pie con una expresión indiferente en su infantil rostro, estaba mas o menos acostumbrado a esto, ya que el primer dia de escuela también lo hizo.

—Hola a todos… Mi nombre es Bajje, espero nos llevemos bien —dijo con simpleza.

Los demás saludaron, y luego de la presentación de otros 4 niños más que también eran nuevos integrantes del equipo, el entrenador les dirigio una mirada con una sonrisa carismática:

—Dejenme presentarme para los nuevos. Soy Marcos, su entrenador. De hoy en en adelante tengan en claro que representan San Marcos y ganemos muchos partidos. —Su voz sonaba totalmente segura mientras proclamaba.

El miro alrededor, todos ellos con sus uniformes y guayos puestos, listos para ir al campo.

—Se que muchos de ustedes ya quieren jugar al fútbol e ir a practicar, sin embargo, primero les contaré un poco sobre la historia de nuestro deporte. Porque nos costó mucho llegar a dónde estamos hoy.

El fútbol fue inventado en Inglaterra, un lugar que antiguamente era conocido como un país pero que luego del Grand Clatismo, nunca más existió.

Ante la mención, un niño que estaba al lado de Bajje, de pelo rubio y un poco mayor a él, alzó la mano y preguntó:

—Profe, que es el Grand Clatismo?

Bajje también le dirigió una mirada de curiosidad a Marcos, realmente no prestaba demasiada atención a la escuela, ya que la mayoría del tiempo solo pensaba en fútbol, aunque a pesar de ello sacara buenas notas.

—Buena pregunta, Charles. El Grand Clatismo fue un evento que separó el mundo… Los contienentes se rompieron y se crearon nuevos… 54 nuevos continentes, todos mezclas de los antiguos paises que alguna vez conformaron el viejo mundo. Por ejemplo, nuestro continente, Italobria, antes era partes de un País muy poderoso en el fútbol antiguo llamado Brazil y también otro llamado Italia, junto con una pequeña parte de otros países del sur de América. De ahí el nombre.

—¡Wow! Eso quiere decir que nuestro continente es muy poderoso? —preguntó un niño en la multitud.

—Si… Es un gran honor poder representarlo, sin embargo, hay muchos continentes allá fuera muy fuertes también y nosotros en términos de copas y trofeos no podemos igualarlos —dijo, agachando brevemente la cabeza para luego ponerse recto—. Pero ustedes son parte del futuro, quien sabe quizás sea uno de ustedes el que nos de nuestra primera Copa del Mundo.

Los ojos de Bajje brillaron, y también alzó la mano.

—Profesor, yo vi en Numinosa que la ultima campeona fue Braragol, y ¡bajo una estrella de los cielos! ¿Es eso cierto? —Su voz sonaba emocionada.

—Si, nosotros los de la nueva generación lo tenemos fácil, tenemos a Numinosa para poder conocer! En cambio, en los tiempos de mis abuelos las cosas eran algo más complicadas… —Miro a Bajje y le dio una sonrisa—. Todos los países del mundo si son Campeones Mundiales, tienen el derecho a bajar una estrella del firmamento y grabarla en su escudo, es la gloria maxima en el fútbol.

Los ojos de los niños brillaron y uno incluso declaró:

—Profe nosotros traeremos esa copa a Italobria!

Marcos rio de buena gana mientras miraba con orgullo a sus estudiantes, con una sonrisa de buen ánimo, les dijo:

—Entonces tienen que trabajar muy duro, ahora a la cancha!

Todos saltaron emocionados al verde pasto, mientras la frase de bajar estrellas del cielo seguía resonando en el corazón de Bajje.

Ya en el campo, Marcos miraba atentamente jugar al equipo. Su atención estaba principalmente en los nuevos.

Bajje quien se encontraba con el balón en sus pies, tenía enfrente a el a Alessandro, un niño corpulento, más alto de lo normal, que jugaba de mediocampista defensivo. Con el borde externo, conducía el balón en pequeños pasos, como repiqueteos llenos de intención de pasar al defensor, sin embargo, su visión periférica capto un movimiento del color del peto del otro equipo y sin demora piso el balón y lo jaló hacía la izquierda dándole la espalda al que venía a quitarle el balón, cubriéndolo en el proceso.

No obstante, esto le dio al niño corpulento la oportunidad necesaria para entrar y meter al pie al balón, lo que provocó que saliera disparado sin dirección y cayera en los pies de Charles.

Al de pelo rubio, no le tomo un segundo acomodarse, poner su pie de apoyo y lanzar un pelotazo con una curva magna hacía el campo rival, dejando al delantero centro de su equipo totalmente habilitado.

Por desgracia, o por suerte para el equipo de Bajje, uno de los dos defensas centrales logró contenerlo y recuperar el balón con una barrida extraordinaria.

Bajje se quedó mirando profundamente a Charles, irritado por la perdida de balón, frunció un poco el ceño cuando este le devolvió la mirada con sus ojos azules.

En ese momento, nadie lo sabía, ni siquiera Marcos.

De lo lejos que llegarían estos dos niños.