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La tensión crece en la aldea
El ambiente en la aldea estaba cambiando. Los rumores sobre una guerra inminente entre los señores feudales vecinos circulaban constantemente, generando temor entre los aldeanos. Las discusiones en la aldea se habían vuelto más tensas, y los hombres más jóvenes hablaban de la posibilidad de ser reclutados para pelear en una guerra que no querían. Las mujeres, mientras tanto, comenzaban a almacenar alimentos y a prepararse para lo peor.
William observaba todo esto en silencio. Desde que había escuchado el nombre del País de los Antepasados, su percepción de este mundo había cambiado. Sabía que la llegada del chakra sería un evento que alteraría todo, pero mientras tanto, el caos de las guerras feudales era una amenaza más inmediata.
Una tarde, mientras trabajaba en los campos junto a otros aldeanos, William no pudo evitar notar el miedo en sus rostros. El anciano Taro, quien lo había observado desde su llegada, se acercó con una expresión preocupada.
"La guerra está cada vez más cerca," murmuró Taro, su voz baja para evitar alarmar a los demás. "¿Qué crees que deberíamos hacer, William? Siempre pareces tener una calma que nosotros no podemos alcanzar."
William no respondió de inmediato. Sabía que no podía revelar sus verdaderas intenciones, pero también comprendía que su presencia en la aldea estaba llamando la atención de aquellos que lo veían como una figura de liderazgo.
"Debemos prepararnos," dijo finalmente William, su voz firme pero tranquila. "El caos puede ser peligroso, pero también ofrece oportunidades. Mantén la calma y asegúrate de que todos trabajen juntos."
Taro asintió, aunque en el fondo, no podía dejar de preguntarse por qué William, un hombre que siempre parecía tan reservado, hablaba con tanta certeza.
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Entrenamiento intensificado
Esa noche, como de costumbre, William se retiró al bosque para entrenar. Sabía que no podía detenerse. Aunque el chakra aún no había llegado, debía estar en la mejor forma posible cuando lo hiciera. Cada noche, sus entrenamientos se volvían más intensos.
Comenzaba con su meditación habitual, sentándose en silencio mientras sincronizaba su respiración con los sonidos del bosque. La naturaleza lo rodeaba: el viento susurraba entre los árboles, el murmullo de un arroyo cercano proporcionaba un ritmo constante, y las hojas crujían bajo el peso de su cuerpo. William cerraba los ojos y se concentraba en el flujo de su respiración, intentando sentir la energía a su alrededor.
Después de meditar, se levantaba y comenzaba su entrenamiento físico. Realizaba una serie de movimientos ágiles y controlados, practicando su resistencia y su capacidad para moverse con fluidez. A cada salto, a cada giro, sentía su cuerpo respondiendo mejor a los desafíos. El sudor recorría su piel mientras sus músculos trabajaban al límite.
"Mi cuerpo debe estar listo para lo que viene," pensaba. "No puedo permitirme debilidades."
En una de esas noches, mientras realizaba una serie de movimientos con los ojos cerrados, William tuvo una breve visión: se vio a sí mismo rodeado de una tormenta furiosa, pero esta vez no solo estaba en medio del caos; lo controlaba. Sentía el viento y los truenos como extensiones de su propio ser.
Cuando abrió los ojos, el sudor cubría su frente, pero la determinación ardía en su interior. "Estoy cerca," se dijo. "Debo seguir adelante."
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Un POV de una aldeana afectada por la guerra
En otra parte de la aldea, Akiko, una mujer casada, se encontraba sola en su pequeña casa. Había sido un día largo de trabajo, pero lo que más la angustiaba no era el agotamiento físico, sino la incertidumbre del futuro. Su esposo, Hiroshi, había sido uno de los hombres reclutados por los soldados del señor feudal para unirse al ejército.
Akiko se sentó junto al fuego, sus manos temblaban mientras sostenía una manta que había estado tejiendo. Su mente no podía dejar de vagar hacia Hiroshi, preguntándose si alguna vez lo volvería a ver. Había escuchado rumores de que muchos hombres no regresaban, que morían en batallas inútiles o que simplemente desaparecían.
"Si algo le pasa a Hiroshi, ¿qué haré?", pensaba Akiko mientras el miedo se apoderaba de su corazón. Miró a su alrededor, a su pequeño hogar, y sintió una abrumadora sensación de soledad. La aldea estaba llena de familias, pero en ese momento, Akiko se sintió completamente sola.
Sabía que la guerra estaba fuera de su control, pero eso no aliviaba su dolor. Todo lo que podía hacer era esperar, tejiendo una manta que quizás Hiroshi nunca vería.
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El vínculo creciente con Ren
Mientras tanto, la relación entre William y Ren seguía fortaleciéndose. Aunque William aún no había revelado todos sus secretos, Ren había demostrado ser un aprendiz dispuesto y atento. Durante sus sesiones de entrenamiento, William enseñaba a Ren cómo controlar su respiración y cómo moverse con eficiencia. Aunque estas enseñanzas parecían simples, Ren sabía que había algo más profundo detrás de cada lección.
"William," dijo Ren una tarde mientras practicaban en el bosque. "He estado pensando en lo que has dicho sobre la concentración. ¿Crees que eso también me ayudará a sobrevivir a lo que está por venir?"
William lo miró por un momento antes de responder.
"La concentración es solo el primer paso, Ren," dijo William. "Controlar tu mente es clave para controlar tu cuerpo. Y en este mundo, aquellos que pueden controlar ambos serán los que sobrevivan."
Ren asintió, sabiendo que las palabras de William tenían un significado más profundo de lo que él podía comprender en ese momento.
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La tormenta se avecina
Esa misma noche, una tormenta se formó en el horizonte. William, sintiendo una conexión creciente con los elementos, salió al campo para observarla. Sabía que había algo especial en esta tormenta, algo que no había sentido antes. Los vientos eran más fuertes, los truenos más potentes, y la energía en el aire era casi palpable.
De pie bajo la lluvia, William cerró los ojos y permitió que la tormenta lo envolviera. Los relámpagos iluminaban el cielo, y el sonido del trueno resonaba en su pecho. Sentía que, aunque aún no podía controlar la tormenta, había una conexión más profunda que nunca antes.
"Esto es solo el principio," pensó William mientras la tormenta rugía a su alrededor. "Debo seguir entrenando, debo dominar esto."
El viento aullaba en sus oídos, pero William permaneció inmóvil, permitiendo que el caos lo rodeara. Sabía que pronto llegaría el momento en que podría controlar no solo la tormenta, sino todo lo que ella representaba.
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