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El regreso de los soldados
Los ecos del conflicto feudal finalmente llegaron a la aldea. Un día, al amanecer, el sonido de cascos de caballo y de espadas golpeando las armaduras resonó en los alrededores. Los soldados regresaron, esta vez en mayor número, con exigencias más severas. No solo venían por comida y recursos; también exigían hombres jóvenes para unirse a las filas de su ejército.
Los aldeanos, aterrados, comenzaron a dispersarse, buscando desesperadamente esconderse o proteger lo poco que les quedaba. William, observando desde las sombras, sabía que esta era la amenaza que había anticipado. No podía enfrentarse directamente a los soldados, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados.
Sin levantar sospechas, comenzó a organizar pequeños grupos de aldeanos, guiándolos hacia lugares seguros para ocultar sus recursos más valiosos. En su mente, William calculaba cada movimiento. Sabía que si actuaba con astucia, podría proteger a la aldea sin necesidad de violencia directa.
El cielo se oscurecía rápidamente mientras los soldados avanzaban, pero algo en el aire cambió. William levantó la vista y notó que las nubes comenzaban a arremolinarse, anunciando la llegada de una tormenta. "La naturaleza está de mi lado," pensó. "Si puedo usar esto a mi favor, podría ganar tiempo."
Mientras los soldados saqueaban la aldea, una fuerte ráfaga de viento azotó el campo, y los truenos comenzaron a resonar a lo lejos. William observaba cómo los soldados se volvían cada vez más nerviosos, incapaces de controlar la situación. Aprovechando el caos natural, guió a los aldeanos hacia refugios improvisados, fuera del alcance de los invasores.
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La tormenta interna de William
Después de la partida de los soldados, William se retiró al bosque, en busca de paz y claridad. Sabía que su poder estaba despertando, pero aún no podía controlarlo del todo. La tormenta que había presenciado no era solo un fenómeno natural; era una manifestación de su conexión con los elementos, una energía que sentía cada vez más cercana.
Sentado bajo un árbol, comenzó a meditar. Cerró los ojos y respiró profundamente, permitiendo que su mente se relajara. Mientras se concentraba, la visión de la tormenta volvió a él. Se veía de pie en medio de un caos de viento y relámpagos, pero esta vez no solo observaba: lo controlaba.
"Este poder está dentro de mí," pensaba William mientras su mente viajaba hacia la visión. "Pero aún no lo he dominado."
La meditación se hizo más profunda, y en ese estado, William sintió cómo su cuerpo se conectaba con el entorno. El viento que antes era incontrolable ahora fluía a su alrededor como una extensión de su ser. Aunque no podía canalizarlo completamente, sentía que el control estaba al alcance de su mano.
Cuando abrió los ojos, la determinación brillaba en ellos. "Debo seguir entrenando. La tormenta es solo el comienzo."
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POV de un aldeano
Hana, una de las mujeres más jóvenes de la aldea, había visto a los soldados llegar y llevarse a su hermano mayor, Akira, sin piedad. Durante días, había intentado mantener la esperanza, pero cada vez que los soldados regresaban, esa esperanza se desvanecía un poco más.
Esa noche, después de que los soldados se marcharon, Hana se sentó en la puerta de su casa, mirando las estrellas que apenas brillaban a través de las nubes. Sabía que su hermano probablemente nunca regresaría. Lo habían llevado a una guerra de la que ella sabía que él no podía escapar.
"Todo lo que tenemos se está desmoronando," pensaba Hana con tristeza. Había crecido en la aldea, creyendo que su vida, aunque simple, siempre estaría segura. Pero ahora, la guerra lo había cambiado todo. La paz que alguna vez conoció se había convertido en un lejano recuerdo.
Mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos, Hana escuchó el sonido del viento. Era suave, pero constante, como si algo en la naturaleza estuviera susurrando palabras que no podía entender. Aunque no sabía de dónde venía, el viento trajo consigo una extraña sensación de consuelo, como si hubiera algo más grande en juego, algo que ella no podía ver.
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Un nuevo plan con Ren
William y Ren se reunieron nuevamente, esta vez lejos de la aldea, junto a un pequeño arroyo que fluía con tranquilidad. El ataque de los soldados había dejado a todos tensos y al borde del pánico. Ren, con la ansiedad aún visible en su rostro, comenzó a hablar.
"No podemos quedarnos aquí esperando a que vuelvan," dijo Ren con frustración. "Si no hacemos algo pronto, nos destruirán. Nos llevarán a todos."
William lo escuchaba en silencio, permitiendo que Ren desahogara sus pensamientos. Sabía que Ren tenía razón, pero también sabía que actuar sin preparación los condenaría. Finalmente, cuando Ren se calmó, William habló con voz firme.
"Nos prepararemos, Ren," dijo William. "Pero debemos ser pacientes. No podemos enfrentarlos directamente. Nuestra fuerza no está en la violencia, sino en la estrategia. Usaremos el entorno a nuestro favor. Y si es necesario, escaparemos."
Ren lo miró con una mezcla de respeto y duda. "¿Escapar? ¿A dónde? No hay ningún lugar seguro."
"No por ahora," respondió William. "Pero cuando llegue el momento, sabremos qué hacer. Lo importante es estar listos. Sigue entrenando, mantén la mente clara y observa todo a tu alrededor. La naturaleza nos ayudará cuando sea el momento adecuado."
Ren asintió, sabiendo que William tenía un plan, aunque no comprendía todos los detalles. Aún así, decidió confiar plenamente en él.
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La llegada del caos
Los rumores de la guerra continuaron creciendo. Los ejércitos feudales se movían cada vez más cerca, y la tensión en la aldea alcanzaba su punto máximo. Los aldeanos, agotados y aterrados, comenzaban a perder la esperanza. Sin embargo, William sabía que no podían ceder al miedo.
Una tarde, mientras las nubes oscuras se acumulaban en el horizonte, los rumores de una batalla cercana llegaron a la aldea. Los aldeanos, ya cansados de las constantes amenazas, comenzaron a preparar barricadas y escondites improvisados, pero el miedo se apoderaba de todos.
William, observando desde una colina cercana, sabía que la tormenta que se avecinaba no era solo climática. El caos estaba a punto de estallar, y él debía estar preparado para lo que vendría. "El momento se acerca," pensó mientras observaba las nubes cargadas de energía.
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El primer uso del poder
Esa noche, la tormenta alcanzó su punto máximo. Los relámpagos iluminaban el cielo y los truenos sacudían la tierra con una fuerza que William nunca antes había sentido. De pie en medio del campo, William cerró los ojos y respiró profundamente. Sabía que este era su momento.
Con los brazos extendidos, sintió cómo la energía de la tormenta corría a través de él. Aunque aún no podía controlarla completamente, por primera vez sentía que podía influir en los elementos a su alrededor. El viento respondía a sus movimientos, los truenos resonaban en su pecho, y los relámpagos parecían dirigirse hacia donde él miraba.
"Este es solo el comienzo," pensó mientras sentía el poder fluir a través de él. "Puedo controlarlo. Puedo hacerlo mío."
Aunque era solo un destello de lo que estaba por venir, William sabía que estaba en el camino correcto. La tormenta era solo el primer paso hacia un poder mucho mayor, y estaba decidido a dominarlo.
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