Chereads / London Stroll (Paseo por Londres) / Chapter 2 - Capítulo 2.

Chapter 2 - Capítulo 2.

¿Cómo pude haber olvidado eso? Bueno, en primer lugar no fue intencional. El estar genuinamente muerto no te hace el querer no estar con alguien, simplemente no puedes mientras estés dos metros bajo tierra. ¿Aunque acaso ella cumplió su parte de la promesa? Realmente no quería ni saberlo, creo el tenerlo grabado en mi cerebro me haría sentir peor de lo que ya me siento. Otra preocupación más supongo puede esperar.

—Yo... Lo lamento.—Era lo único podía decir. No sabía siquiera si debía abrazarla, mi torpeza en esa clase de situaciones superaba a la de cualquiera.

Las lagrimas caían de su rostro, cada gota que se derramaba por su mejilla haciéndome recordar aquel día. Cada vez que una chocaba contra el suelo, la lluvia volvía a hacerse presente en mi cabeza.

Las gotas de agua estaban tan densas en la nueva, no soportaron más allí arriba. Volvieron a caer como la primera vez la conocí, la mujer se derrumbó y dejó caer todo lo que tenía guardado desde hace tiempo.

Mi gesto más humano fue el abrazarla, dejarla recaer en mi pecho mientras la oscura nada soportaba sus sollozos y lamentos dirigidos hacia su difunto hermano.

¿Cuándo pasó?

No recuerdo haberlo visto.

¿Siquiera podría recordar algún rostro de allí más allá de aquel bastardo?

Divagaba respecto al otro mundo con el único fin de no sentirme más incómodo, aunque el abrazo no duró mucho, después de todo, ella ya se había separado.

El silencio se mantuvo por momentos, ella recuperando su compostura después de unos minutos. Seguía evidentemente mal, pero estaba mejor que en momentos pasados.

—Sé suena irreal, pero pese a que él se fue...—Sus vocablos se estancaron en su garganta, cual si fuesen muy pesados para salir por su débil esófago.

De todas formas supuse lo que iba a decir. Estoy seguro cualquier otra persona habría creído esa chica estaba delirando, yo lo hubiese hecho de no haberme pasado lo que pasó.

—Él sigue en casa, yo lo sé. El estar sola no me preocupa más que su presencia. Él no se niega a dejarme, quiere llevarme con él.—Hana hablaba, poco a poco volviendo a su estado anterior.

Mis manos fueron a sus hombros tratando de calmarla, de alguna u otra manera, debía de hacer algo. Sé soy un inútil, y lamento por quien sea el bastardo esté viendo esto conmigo, pero no sé cómo manejar esto. Nunca lo supe, nunca sabré cómo hacerlo de manera apropiada. Cada que traté, nunca fui aceptado. ¿Por qué creía está vez haría alguna diferencia?

Quizás porque la haría, porque podía hacerla.

—Te creo, Hana. Yo te creo.—Mis palabras resonaron en su interior.

Sus ojos se abrieron más que antes, brillando de una manera increíble. Mis ojos celestes se notaban sin vida al lado de sus marrones, fue como si estuviese viendo a una estrella más brillante que el sol mismo. ¿Aunque era eso? ¿O acaso vio la aureola brillante de un agujero negro? La luz atrapada de otras entidades, la que nunca me perteneceria, siempre permaneciendo oscuro y con un vacío sin fondo.

—Puedo prometer te ayudaré.—

—¿Lo... Prometes?—

—Lo prometo, Hana.—

Pese a que la vez pasada le fallé, pese a que muchas personas le fallaron, ¿por qué ella aún cree en mí? ¿Por qué crees en alguien, Hana? ¿Eres acaso tan ingenua como un niño? ¿O simplemente rechazaste cualquier idea de progreso como ser humano? ¿Estás tomando lo último te queda porque ya nada más tuvo solución? ¿O simplemente me consideras así de valioso para ti?

¿Por cuánto hablamos? ¿Una hora?

¿Por cuánto me pensaste? ¿Un año?

¿Por qué lo hiciste? ¿Qué significo para ti?

¿Por qué no es otra persona la que me tiene tan alta estima?

Realmente es doloroso cuando confía en ti la persona equivocada. El sentimiento de confianza puede sea un subidon emocional, pero todo se desmorona una vez sabes no es la aprobación buscabas. ¿Qué aprobación buscaba? Ya ni lo recuerdo, o creo que nunca existió en primer momento. De todas formas, esa persona ya está muerta. Como el hermano de Hana, como yo lo estuve, como todos lo estarán en algún momento.

—¿Podemos pasar por un lugar antes?—

Ella me miró dubitativa, es normal, no la culpo. Demasiado ha confiado en mí. De todas formas, aceptó, con cierta diligencia, pero lo hizo.

Caminar por Londres sólo a tales horas se me hacía reconfortante, el que alguien más me acompañase, era extraño. Me sentía más observado con alguien que solo, esto sólo me demuestra yo soy el bicho raro entre los dos.

—Llegamos.—Un gran apartamento nos esperaba, aunque la realidad era otra.

—Me gustaría decir vivo aquí, pero vivo con otros tres primates.—Traté de alivianar la situación, mientras la guiaba a mi habitación subiendo las escaleras al segundo piso.—No están ahora, no te preocupes.—

—¿Acaso son nocturnos como tú?—Trataba de sonreír, era buena tratando de desviar la atención de todo lo malo.

Aunque aún así, sus manos temblaban de la ansiedad. No sólo de la ansiedad, había algo más. Mis ojos sin vida veían con claridad esa infinidad a su alrededor, como si de otro mundo se tratase.

—Algo así. Sólo no entres, ¿está bien?—

—¿La habitación de un chico es tan sagrada?—

—¿Más que la de una chica en esta situación? Sí.—La habría dejado con la palabra en la boca, antes de ir en busca de ciertas cosas.

Mientras ella parecía estar calmandose fuera de mi habitación, dentro de poco habría salido con una mochila. Nueva indumentaria, ahora parecía más vagabundo que antes.

—Lo de aquí será suficiente. Aunque falta algo más.—Mirandola a ella, sólo me aseguré tuviese la fuerza para mirarme fijamente.

—¿Sí?—

—¿Estás lista para volver?—Mis palabras cerraron su tráquea. No quería responder.

—Si no lo haces, él te va a esperar por siempre. ¿Lo dejarás solo?—

Mis palabras abrieron un agujero alternativo para que pudiese respirar, aunque dolió mucho más que antes.

—... No, nunca. Vayamos.—Sus palabras decididas, aunque claramente sentía como le dolía vociferar cada una de sus palabras.

Confío en lo que me enseñaste, Hal.

Confío en no volver a verte, por más que quiera.