Nuestras pisadas salpicaban a los alrededores, el suelo mojado producto de la repentina lluvia de la madrugada. La suerte estaba de nuestro lado, un paraguas lo suficientemente amplio para que los dos quepamos se encontraba en la entrada del apartamento. Mientras sostenía el mismo, me di el lujo de inspeccionar la casa por fuera. Aún bajo la lluvia, apreciando la calma antes de la tormenta, si así se podría decir. Por lo que concierne a quien me acompañaba en esta labor, o querré decir, a quien acompañaba en esta labor, no parecía muy decidida al respecto.
La mezcla de tristeza y miedo por lo tétrico del ambiente no eran una buena combinación, mucho menos ideal. ¿Acaso podría apaciguar el ambiente?
—Buen momento para llover, ¿no crees?—Mi vago intento por mejorar la situación habló.
—Sí... Me recuerda a cuando ya sabes. Nos conocimos por primera vez.—Hana respondió, sus ojos seguían o estaban inclusive más tristes ante tal respuesta.
Bien hecho, la idea era apaciguarla, no deprimirla aun más. ¿No querría la vida acaso haberme convertido en un Gary Stu? Sería tan sencillo decir lo mínimo y alegrar a cualquier persona con cero esfuerzo. Aunque por lo visto, Hana reaccionó a mi silencio. Supongo aún no mido bien esto llamado "mantener tu monólogo interno en plena charla".
—De todas formas, ¡no es malo! Quiero decir, es cierto te esperé, pero no creo lo hayas hecho a propósito.—Y tenía razón, no lo hice.—Pero aún así te extrañé. Pese a eso, disfruté bastante nuestra charla.—Yo también, Hana.
Lo hice pese a estar con un rostro totalmente indiferente antes y ahora, realmente debería de disculparme contigo o contarte en gran parte lo sucedido. Puede los agujeros en mi memoria sean sólo una excusa para no contarte mi deprimente vida, o para no abrirme con otros como tú lo hiciste conmigo. Todo en sí es tan complejo que ni yo parezco entenderlo, ni quiero entenderlo. Después de todo, soy un cobarde, por esas razones de la vida morí.
¿Y por cuáles reviviste, Sean?
Llamarme alguien vivo en este punto es un insulto a la persona común. Soy lo más similar a un zombie, a un ente de la noche, a una entidad parasitaria y aún aferrada a esta vida pese a su anterior defunción. Mi cuerpo está muerto, mi espíritu vivo. Soy un demonio, o podría considerarme a su vez un fantasma en vida. Bastante bizarro a decir verdad.
—Después hablaremos de esto, ¿sí? Ahora creo el foco principal es otro.—Sacudí mi cabeza, divagar acerca de mi estado físico-espiritual no cambiará nada.
—Entiendo. Vamos.—Escuché leve determinación en sus palabras, sólo rezaba eso se mantuviese una vez pongamos un pie dentro de la casa.
Una vez la puerta abierta, las discrepancias ya se encontraban presentes. La puerta no quiso abrir conmigo, pero con Hana, ninguna llave fue necesaria. Él definitivamente la quiere sólo a ella, ¿pero podré entrar a la par? ¿No saldrá mal?
—Hana, antes de que entres. ¿Alguien más vino a la casa antes que yo? Curiosidad.—
—Mis padres. Son los únicos estuvieron, pero nunca volvieron una vez se fueron. No hubi nadie más que yo.—
Perfecto, supongo estoy arriesgando mi vida por segunda vez cual si fuese un maldito gato. ¿Aún tengo unas cinco vidas más, no? Sean cuantas sean, me puse de rodillas con el único fin de rebuscar en mi mochila una vez esta fuera de mi espalda. Para su sorpresa, tendría agua helada. ¿Nos daría sed acaso? Simplemente alcancé una botella, Hana mirándome perpleja y de primeras rechazando la bebida. Estoy seguro por momentos creyó no me estaba tomando en serio la situación, o que al menos, no era la hora para hacerlo
—No te preocupes, no es por si tienes sed. De todas formas, llevará su tiempo en descongelar.—Claramente no le daré hielo de beber.—Quiero escuches. Una vez entremos, no sé si nos volvamos a ver hasta salir.—
Sus ojos se abrieron más que por la confusión de las botellas de agua helada.
—Si en algún momento sientes una presión en tu pecho, sientes te pierdes o que estás digamos, fuera de tu cuerpo, pon esto contra tu nuca.—Nuevamente la mirada por su parte era peor que si le hubiese dicho beba el agua. ¿Tan raro parecía?—
—Yo... ¿Puedo preguntar?—Claramente dudosa al respecto, no la culpo.
—Balanceas el exceso de estrés en tu cuerpo. Al entrar tendremos, o más bien, tendrás que lidiar con ciertas cosas. Ese espíritu no es nada más ni nada menos que, por más raro que parezca, tu percepción de todo.—Al decir aquello, la puerta antes abierta se cerró de golpe.
Un portazo asustó a la chica de espaldas, la botella ahora caída y ella por momentos casi cayéndose. Teníamos suerte el porche de la casa nos refugiaba ahora de la lluvia.
—Lo entenderás una vez entres.—
—¿No vamos a entrar? Dijiste me ibas a ayudar.—Su tono no era agresivo, pero estaba preocupado.
—Viendo la situación, pueden pasar dos cosas: Entro y la casa me tira directo a la chimenea como en esa película de los niños y la casa del anciano, o entro y no puedo encontrarte. Siento ninguna lleva a nada, y no creo quieras desaparezca otra vez.—
—¿Por qué no podremos vernos si es que logras entrar? Yo... No lo entiendo, no entiendo nada de esto.—
—Porque no cumplí la promesa.—
El silencio se hizo entre toda la lluvia. Creo era lo suficientemente lista como para comprender más o menos la idea central del asunto, del "espíritu". Estuve esperando una respuesta, pero su accionar supuse fue suficiente. Se habría llevado una de las botellas había ofrecido anteriormente, el frío agua besando la palma de su mano, la puerta abriéndose para ella mientras poco a poco, desaparecía de mis ojos.
***
Ciertamente estaba preocupado, pasaron los minutos, diría pasó más de lo que esperaba. El aura infinita e inmaterial de esta casa, me causaba repulsión, era molesto estar siquiera cerca. No sabía por esta misma razón el cómo reaccionaria a mí. ¿Me vería como una amenaza? ¿O me confundiría acaso con su propio espíritu por ser una especie de falla en la matrix para él?
—A la mierda con esto.—Directamente el simple hecho de que haya pasado más de unos quince minutos, me preocupaba. El tiempo allí era diferente, debía de serlo. No pueden durar tanto, y tampoco puedo dejarla ahí para siempre. Digo una cosa y hago otra, me confundo más a mí que a mi entorno. Deberían de darme un premio por ser un bastardo sin materia gris.
Mi mano se extendió directo a la puerta.
Dolor.
Sentí como si mis neuronas por un momento se quemasen, todas las conexiones se habrían desligado las unas a las otras. Pero no era humano, después de todo, mi cuerpo estaba ya muerto hace tiempo. El rango finito de su ataque a mi ser, sólo abarcó una pequeña parte de mi consciencia infinita entre este mundo y el otro. Entré cual si fuera mi casa, parece logré pasar de alguna u otra forma. Estampar la cabeza contra el concreto y romperlo no era lo que esperaba, pero la fractura valió la pena mientras pudiese estar aquí.
—No, aléjate.—Esas palabras fueron acompañados de gritos, y no eran de nadie más que de Hana.
Al acercarme a la sala donde ocurría la escena, el exterior cambió de una madrugada lluviosa al más cálido de los días. Una linda familia cenando en la mesa, una linda niña con su hermanito y sus padres. ¿Qué me están ocultando? ¿Por qué lo están haciendo? Nada ni nadie que viva aquí quiere se sepa el interior, el doloroso interior. Lo que deforma el exterior y demuestra en base a falsas sonrisas, y falsas acciones.
¿Quién es Hana Adams?
¿Quién es ****** Adams?
¿Quién es su familia?
Es deprimente ver como pese al pasado enseñarse, es imposible ocultar en una alfombra todo lo malo. El pasado que enseña este espíritu, es de Hana. La niña prodigio, el orgullo de la familia. Todo se corta cuando es respecto a su hermano menor, o cuando se llega a determinada edad. ¿Cómo podría pasar cierta barrera? Necesito ayudarla, debo de ver más allá. Al forzar mi vista, al querer interactuar con el entorno por la fuerza.
Dolor.
Creo puedo acostumbrarme.
Duele.
¿Por qué estoy yendo tan lejos por ella?
Porque él lo querría así.
Supongo. Él querría enmiende mis deudas, que sea bueno con los demás, que viva una vida plena. No sólo me deseó eso a mí, a todos. Por eso debería de tratar de avanzar más.
Mi brazo está rotó.
Traté de tocar a una ilusión de Hana, pero mi brazo se quebró en la dirección contraria repentinamente. El hueso está fuera, la sangre siquiera gotea porque nunca estuvo bombeando en primer lugar. Pero el dolor es tan real, pese a no sentirlo. Es una paradoja tan bizarramente asquerosa, que es como incitarme a tener pensamientos nihilistas. Supongo también influye mis neuronas estén freidas desde hace rato, de otra forma creo sería peor. Diría es la única razón por la cual mi cuerpo no siente nada, ¿aunque a quién le importa?
Con o sin el brazo roto, seguí avanzando. Normalmente un espíritu débil cede ante otro, los dos son entidades infinitas, en una menor o mayor escala. Heme aquí el problema, una anomalía no entiende ni comprende nada. Tan es así, se me da más libertad de la necesaria.
Y ahí está ella.
Antes de escapar de su hogar, antes de cruzarse conmigo. Llorando, abrazando a su hermano pequeño, su padre parado frente a los dos después de haber golpeado al más bajo. ¿Y su madre? Quién sabe.
El mundo a nuestro alrededor se distorsiona una vez los ojos vidriosos de Hana miran a mí, ella capta mi presencia y logra entrar en un estado de sorpresa, diferente a la hipnosis de sus memorias pasadas. Hipnosis, o el simple disociar. El querer escapar de la realidad para protegerte a ti, porque no te queda nadie más. No pudiste proteger a quien más amabas, y te quedaste sola para siempre.
—Hasta verte.—Fue como si leyese mi mente, más estoy seguro nos encontrábamos en cierta sinfonía una vez me plantó cara.
—Hermano...—Sus palabras invocaron al mismo demonio. La entidad se presentó cual si un humo oscuro proveniente del mismo infierno, rodeando a la mujer, ignorando mi presencia.
Mientras tal humareda rodea a la fémina, puedo ver las memorias plasmadas en el humo de manera difusa. Resaltan de manera extraña, pero ahí están. Unos padres lo querían dar todo para que sus hijos fueran la vida nunca tuvieron, su hija siendo el proyecto perfecto, ¿pero qué hay del niño? "Normal" pese a toda la práctica le diesen, su existencia limitaba a la llamada "superior". Aquí no era un conflicto de hermanos, era un conflicto de padres tratando de maximizar el potencial de sus hijos para poder explotarlos. Esto sólo llevo al conflicto, al caos.
Una hermana que amó a su hermano más que nada, pero que odió a sus padres por su accionar. Unos padres se sintieron traicionados, monstruos nunca vieron su mal actuar por el pleno ego tenían.
—Jean.—Hana habló a alguien ya no estaba entre nosotros.—Nunca podré olvidarte, fuiste mi razón de querer mejorar, de querer expandir mis horizontes.—
Las lagrimas caían por el rostro de la mujer, parecían absorber y deshacer la humareda. Era como si purificasen la misma.
—Tú no tuviste la culpa de ser un niño normal, no un "nerd" como tu hermana.—Lágrimas brotaban en mayor medida, sus rodillas besando el suelo de manera abrupto.
Parte del humo se desvaneció, parecía como si este mismo estuviese arrepentido de su aparición, de lo que quería hacer. En su cabeza, el pequeño chico sólo quería llevarse a su hermana consigo. Quizás de una manera tóxica, apresando su alma, llevándola con él. ¿Pero qué le puedes pedir a alguien nunca aprendió a amar? ¿Acaso esperas aprenda por su cuenta un niño inocente sin conocimiento del mundo?
Aunque parece dentro de todo lo malo trató de imitar, su luz sigue presente incluso en el más allá.
—Tenía miedo de no volver a verte nunca más. No me importó el estar sola, el que mamá y papá nos abandonaran.—Hablaba con claridad, enfrentando el problema. Pese a que los sollozos le inundan cada da su discurso, lo hace bien.
—Me importabas tú, y no podía pensar en el vivir sin ti. Por eso te quería aquí conmigo, pero no así. No quiero verte sufrir más, ni en vida, ni en el otro lado.—
—Por favor, vive aunque sea lejos mía. Sé feliz, ve al cielo, a donde más te lo merezcas. No te quedes en esta casa donde tan mal la pasaste, por favor.—Terminó por arrodillarse, una reverencia mientras las lagrimas purgaron todo mal.
Un te amo fue más que suficiente.
El sentimiento de querer ver feliz a alguien ya no está contigo.
El poder superar la muerte de ese ser querido.
El luto fue completado.